Un filósofo alemán que encuentra en la conciencia una vía hacia el desarrollo conjunto y la paz. Un reconocido científico especializado en estudios del cerebro que considera que la conciencia no es exclusivamente humana. Presentamos dos perspectivas sobre la conciencia, de cómo nos ayuda a definir nuestra humanidad, el sitio que ocupamos en el mundo, y cómo podemos trabajar en ella para formar una mejor sociedad.
Por Paloma Soto Carmona.
A principios del siglo XX, el pensador, educador y ocultista austriaco Rudolf Steiner (1861- 1925), creador de la antroposofía como sistema de pensamiento, trabajó bajo el convencimiento de que la conciencia es el centro de la existencia y de que el ser humano puede convertirse en protagonista de la evolución del cosmos a través de la evolución de la conciencia.
Preguntas sobre la composición y naturaleza humana guiaron parte importante de su trabajo, investigando el origen del pensamiento y la unificación de las percepciones sensoriales con los conceptos que conforman la “realidad”.
De este modo, después de iniciado el siglo XX, publicó cerca de 40 escritos y su pensamiento está recopilado también en más de 300 volúmenes de conferencias, donde entre otros conceptos, presenta la perspectiva de que como seres humanos poseemos un cuerpo físico, que nos otorga forma y consistencia en la vida material, en íntima relación con el reino mineral. Que además tenemos un aspecto vital, como las plantas y que estamos dotados de sentidos como los animales, aunque somos, exclusivamente, portadores de un Ego, de una identidad: el “Yo”. Y contamos con un potencial que evolucionará más allá de eso, partiendo de nuestra propia naturaleza. Un sentido de auto-trascendencia y auto-realización que Steiner denominó el “Yo espiritual”.
Bajo la visión antroposófica es el cuerpo físico el que se puede percibir fácilmente a través de los sentidos. Por otra parte, según Steiner, el cuerpo etérico, presente en las plantas, los animales y los seres humanos, reúne una serie de procesos que sostienen al cuerpo físico, tales como la respiración, la digestión y el crecimiento, entre otros. El hacer uso de los sentidos, de la capacidad de moverse de una manera consciente y, muchas veces, inteligente, comunicándose con su entorno, pertenece a otra esfera. Según Steiner, las capacidades de la consciencia, como el sentir, moverse, estar despierto y comunicarse, son cualidades del cuerpo astral, también presente en los animales. Sin embargo, el ser humano posee dos capacidades distintivas: la de reflexionar, incluso sobre sí mismo, y la de ejercer disciplina sobre sí mismo. Este ámbito es al que Steiner llama el Yo.
Es el “yo” quien reúne, dinamiza, interrelaciona y les otorga unidad dándolesuna continuidad en el tiempo, que se configura en la biografía o en la historia individual de vida, sumando múltiples vivencias particulares. Esta continuidad vivencial consciente, es la condición previa para el “sentimiento del yo”, o bien, “conciencia propia”.
De acuerdo a su pensamiento, “al cuerpo etérico, le es propia la vida y la memoria, al cuerpo astral, la conciencia, y al yo, la individualidad”. Es el “yo” quien reúne, dinamiza, interrelaciona y les otorga unidad dándoles una continuidad en el tiempo, que se configura en la biografía o en la historia individual de vida, sumando múltiples vivencias particulares. Esta continuidad vivencial consciente, es la condición previa para el “sentimiento del yo”, o bien, “conciencia propia”.
“En la vida normal de la actualidad, el hombre recuerda lo acontecido hasta un cierto punto de su infancia. Luego desaparece la memoria. A pesar de tener la certeza de que con anterioridad ya se hallaba allí, no puede recordarlo. Sabe, que se trata de su mismo yo espiritual – anímico, que le ha edificado la vida, pero le falta la posibilidad de ir más allá y cruzar ese escalón”, afirmó en una conferencia en Berlín en 1910, explicando que justamente la memoria retorna exactamente hasta el momento en el cual en el ser humano se genera el concepto del “Yo Propio”.
Ahora bien, todo concepto almacenado en nuestra memoria son percepciones sensoriales capturadas desde el exterior e interiorizadas para construir nuestra experiencia unitaria. En cada concepto que nos formamos a partir de una vivencia sensorial y que puede quedar guardada en la memoria, el “yo” se encuentra en el punto de partida. “De hecho, la vivencia del Yo, en todo aquello que puede ser incorporado a la memoria, es como un espejo, que hacia el interior nos irradia las vivencias”, explicó Steiner.
Para el pensador austríaco su preocupación estaba en el despertar de la conciencia del pensamiento como un proceso activo. Parte importante de esta búsqueda la plasmó en la antroposofía, planteando conceptos que han sido claves para el mejoramiento humano, como por ejemplo, el respeto por la individualidad espiritual que habita en cada ser, una visión que garantiza y preserva la libertad de cada uno como ser, la promoción de una forma de desarrollo comunitario que no sea jerárquica y que no se base únicamente en el interés propio o la inclinación personal. Se suma una marcada conciencia ecológica, a través de la apertura de una perspectiva que da sentido a la vida de una manera que es a la vez universal y espiritual.
“A la luz de la antroposofía, se propone una investigación científica orientada hacia el conocimiento del mundo espiritual, la que no se contenta con las unilateralidades del mero conocimiento de la naturaleza ni de la mística común, y la que, antes de intentar alcanzar un conocimiento del mundo suprasensible, busca desarrollar en el alma las fuerzas aún dormidas en la conciencia y en la ciencia común (las virtudes y valores universales) que una vez despertadas, posibilitarán tal conocimiento”, explicó Steiner.
Es justamente esta visión holística sobre la naturaleza y el ser humano la que nos ayudaría en el desarrollo real de la vida individual y comunitaria. Un pensamiento que cobra aún más fuerza en tiempos donde herramientas como la inteligencia artificial (I.A) y la robótica han ganado fuerza en campos donde antes el ser humano se consideraba irremplazable. Y es aquí donde la perspectiva de Steiner sobre el cuerpo físico, etérico, astral y el Yo, como constituyentes de nuestra naturaleza, sigue siendo enormemente oportuna.
Ciencia y conciencia
Dentro de esta misma búsqueda, de qué es la conciencia, la ciencia lleva cientos de años investigando nuestro cerebro y sus procesos biológicos, tratando de encontrar una respuesta. En ese camino, en los inicios de la pandemia de Covid, alrededor de 2020, Christof Koch, destacado neurobiólogo alemán- estadounidense y director científico del Instituto Allen para la Ciencia del Cerebro, vivió una experiencia cercana a la muerte. Una experiencia que describe como absolutamente extraordinaria, donde vio un brillo abrumador y sintió terror y éxtasis. “No vi nada, excepto la gélida luz azul y el horror de la existencia desnuda”.
Luego de más de tres décadas estudiando el funcionamiento del cerebro humano y la conciencia, el Dr. Koch reconoce que hay momentos y vivencias personales que lo han cautivado y hecho cuestionarse algunas situaciones. De hecho, el título de su último libro “Then I Am Myself the World: What Consciousness Is and How to Expand It” (Entonces yo soy en mí mismo el mundo: qué es la conciencia y cómo expandirla), tiene relación con una experiencia mística, “donde mi identidad personal fue despojada para tomar conciencia de toda la existencia simultáneamente, lo que Aldous Huxley llamó la mente en libertad, en su libro ‘Las puertas de la percepción’, flotando en ninguna parte, rodeado de estrellas y galaxias. Absolutamente asombroso y notoriamente inefable de expresar con palabras. La mente accede a algún aspecto fundamental de la realidad que es más real que lo real”, aseguró.
De hecho, en el marco de sus investigaciones, el Dr. Koch pasó de ser un defensor de la idea de la conciencia que surge a través de células nerviosas conectadas con cierta complejidad, a promover el concepto de que la conciencia es una propiedad fundamental de todas las entidades en red, y por lo tanto, no deriva de algún tipo de material o tejido, ya que es una sustancia simple.
“Se siente como ‘algo’ ser tú. Si hubieses nacido ciego, nunca podría describirte qué significa ver colores, sería simplemente incapaz de comprenderlo. Eso ocurre con la conciencia, es imposible describirla a menos que poseas una. Y tenemos estos estados de conciencia siempre, a menos que estemos profundamente dormidos, anestesiados o en coma. De hecho, es imposible no ser conscientes de algo, incluso si te despiertas desconcertado en una habitación de hotel oscura, tienes desfase horario y tus ojos todavía están cerrados, ya estás ahí. Luego, poco a poco, parte de tu cerebro se activa y te das cuenta de dónde estás. La diferencia entre nada y algo es una conciencia de nivel básico”, afirma el neurobiólogo en una entrevista.
Por otro lado, en su viaje personal, el investigador hace poco declaró que se considera parte, en términos de creencias, de una variante moderna del panpsiquismo, milenaria creencia filosófica con origen en la antigua Grecia, que ve o encuentra la conciencia en todas las cosas que nos rodean.
Porque esta capacidad de ser conscientes, explica, no solo está presente en los seres humanos, sino que la compartimos con todas las especies. Abejas, cuervos, loros, delfines, ballenas, perros, gatos, monos, todos son capaces de sofisticados, aprendidos y no estereotipados comportamientos que pueden ser asociados con conciencia. Curiosamente, esta visión es compartida con lo planteado por Steiner, al respecto del cuerpo astral. De hecho, existen muchos comportamientos que se consideran humanos que pueden ser encontrados en otras especies. Por ejemplo, las abejas son capaces de reconocer rostros específicos de fotógrafos, pueden comunicar la locación y calidad de los recursos de alimentación a sus hermanas de colmena a través de una danza, y pueden navegar por laberintos complejos con la ayuda de señales que almacena en la memoria a corto plazo. Incluso otros animales pueden reconocerse a sí mismos, saber cuándo sus congéneres los observan, pueden mentir y engañar.
Dentro de esta convicción de que la conciencia existe dentro del mundo que nos rodea, el Dr. Koch concurrió al Monasterio Drepung en Lhasa, China, para indagar en cómo los monjes budistas tibetanos perciben la conciencia. “No soy un estudioso del budismo, pero ellos ven la mente principalmente desde una perspectiva interior”, señaló el investigador, explicando además que si bien abordan la conciencia desde una perspectiva distinta a la de ciencia occidental, que se aleja del observador, en última instancia ambos caminos se encuentran en la búsqueda del fenómeno de la experiencia consciente. “No tienen problemas con la idea de la evolución y de que otras criaturas sean sensibles. Eso me pareció muy alentador”, concluyó.
“No soy un místico, soy un científico, pero tengo dentro un sentimiento profundo. Me encuentro en un universo maravilloso con una visión de la vida muy positiva y romántica, esperando que idealmente los humanos podamos llevarnos mejor entre nosotros…” afirma Christof Koch.