“Si todos pudiéramos darnos cuenta que vivimos en un mundo cien por ciento relacional y que la esfera de nuestros pensamientos y actos siempre tienen consecuencias en esta trama de relaciones y que estas continúan más allá de lo que hoy identificamos como “vida”, el mundo sería un lugar y diferente.”
Iván Andrés Santandreu, 2016-05-25
Vivimos en un mundo de relacional. Nuestra relación con nuestro medo ambiente es temporal y ese mismo medio ambiente no es otra cosa, en última instancia, que relaciones atómicas y sub atómicas y sus enlaces energéticos. No existe algo así como materia sólida, es solo una ilusión de nuestros sentidos, simplemente una percepción.
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Nuestra individualidad en este mundo que percibimos como sólido y material también está sujeto a la ilusión. La ilusión de que somos entes separados unos de otros y que algunos o muchos de nuestros actos pueden tener poca o ninguna relación con nuestros congéneres. Es lo que en Oriente se conoce como “la gran herejía de la separatividad”. Nuevamente un error de percepción que conduce a una visión del mundo completamente equivocada.
La mayoría de nosotros vivimos en un mundo inventado, basado en nuestras percepciones. Una especie de Matrix de la que pocos logran despertar y aún menos salir de ella.
Uno de los problemas fundamentales de tan equivocada percepción de la realidad es la falta de integración de lo que en física se conoce como ley de causa y efecto a nivel personal y que en Oriente se conoce como karma, con la ley de renacimiento o reencarnación y que los griegos llamaban Metempsicosis.
Si todos pudiéramos darnos cuenta que vivimos en un mundo cien por ciento relacional y que la esfera de nuestros pensamientos y actos siempre tienen consecuencias en esta trama de relaciones y que estas continúan más allá de lo que hoy identificamos como “vida”, el mundo sería un lugar y diferente.
Lentamente estamos pasando de una concepción de la vida netamente material a una basada más en la energía y sus relaciones. Se trata de aquello que ha descrito la física cuántica desde principios del siglo pasado y que aún es una asignatura pendiente a nivel social.
Lento pero seguro, el mundo inexorablemente se dirige hacia lo verdadero, y también a lo bello y lo bueno.