Durante la gran crisis económica global del 2008, hubo un descenso general del consumo de productos en mercados como el estadounidense, europeo y asiático, pero no ocurrió así con los productos orgánicos o ecológicos, que al contrario continuaron creciendo a tasas mayores que la de los alimentos convencionales. De hecho se estima que desde el 2004 la venta global de productos orgánicos ha crecido un 157%. El 2015 el mercado ecológico en Europa sigue creciendo con un incremento del 13% y alcanzando los € 30,000 millones.
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Los datos y estimaciones sobre el movimiento del mercado orgánico global varían entre un año y otro. Así, por ejemplo, la Organic Monitor (2010) indica un 5% de crecimiento sostenido de alimentos orgánicos en grandes mercados de los países del norte, por encima del 2% de los alimentos convencionales, estimando para ese año un movimiento de US$ 60,000 millones en alimentos y bebidas orgánicas. A la fecha se estima que el mercado mundial de alimentos factura anualmente alrededor de US$ 900,000 millones, y que el mercado de alimentos orgánicos representa el 10%, es decir, US$ 90,000 millones anuales. Además, según las proyecciones demográficas, la demanda de alimentos seguirá creciendo, en particular la demanda por alimentos orgánicos, nutraceúticos, saludables, gourmet y súper alimentos.
Chile es un exportador neto de productos orgánicos. Así lo revela un informe de la Oficina de Estudios Agrarios (Odepa), el cual indica que durante enero-septiembre de 2017 los embarques de ese tipo de mercado superaron las importaciones a nivel local.
En los primeros nueve meses del año, las exportaciones de productos orgánicos alcanzaron en volumen las 65.785 toneladas. Esta cifra representa un crecimiento del 13,3 % respecto del mismo período del año pasado.
Las cifras indican nítidamente que el mercado mundial de productos ecológicos es una realidad, y que seguirá creciendo, incluso pese a que su valor de venta –en muchos casos- puede ser mayor al de los productos convencionales. Esto se explica hoy, porque hay un mayor número de consumidores (muchos más en los países del norte que en los del sur) que están sensibilizados y dispuestos a pagar un adicional por consumir productos orgánicos, porque son más saludables, libres de agroquímicos y porque no contaminan el medio ambiente.