Nicanor Parra fue, para muchos, uno de los más grandes poetas (o antipoetas) del continente. Quizá del mundo. Pero lo importante es que su vigencia para las nuevas generaciones es inestimable.
El discurso de este gran poeta cuántico se encuentra signado por lo caótico y estruendoso del siglo XX. Y también lo imbricadamente violento de éste, debido en gran medida a la voracidad capitalista que generó guerras mundiales, carreras armamentísticas, crisis económicas, así como el descomunal saqueo de recursos naturales vía el despojo a las comunidades originarias (cuestión que, por cierto, se ha intensificado).
Todo eso aderezó un corpus poético parriano que fue siempre de discordia ante el mundo y contra la situación a la que nos orillan los sistemas políticos y económicos que nos son impuestos. Y de paso también contra la absurda solemnidad poética, que hizo a Parra crear la antipoesía.
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Por eso, de manera paralela a esa discordia en la poesía del chileno, entraría como elemento central una visión ecológica. La técnica poetica tejería con ésta una especie de altisonante denuncia contra los vicios de la sociedad moderna:
“Los delincuentes modernos / Están autorizados para concurrir diariamente a parques y jardines […] E instalan sus laboratorios entre los rosales en flor”
En la obra de Nicanor Parra, y de entre todos los crímenes que comete la sociedad, el peor es el trato carente de ética que se le da a la naturaleza. Esto hizo a su poesía una muy sórdida y en ocasiones desesperanzada:
“Como queda demostrado, / el mundo moderno se compone de flores artificiales, / Que se cultivan en unas campanas de vidrio parecidas a la muerte”
En 1983 Parra declama la “poesía de la naturaleza”. Esta etapa del poeta sería publicada en su libro Ecopoemas y Poesía Política. Sigue estando presente esa dicotomía entre naturaleza y sociedad moderna, que se lee en ocasiones melancólica:
Recuerdos de infancia:
los árboles aún no tenían forma de muebles
y los pollos circulaban crudos x el paisaje
Fue gracias a su aproximación a movimientos contraculturales de Estados Unidos que la obra ecopoética de Parra se enriqueció. Ya no hay en ella vagas esperanzas, sino verdaderos llamados a la acción contra la crisis ecológica, ya sea desde la academia o desde los versos. Así conoce Parra la “ecología profunda”, un pensamiento radical surgido en Noruega que veía en la transformación de la cultura la única salida a la crisis medioambiental.
Es esa la raíz de los poderosos aforismos ecopoéticos que Parra acuñó en sus Ecopoemas:
Peatones
héroes
anónimos
de
la
ecología
En ellos, Parra aún daba cabida a ese humor negro que fue siempre la esencia de su antipoesía y su ecopoesía:
Buenas Noticias:
la tierra se recupera en un millón de años
Somos nosotros los que desaparecemos
Ahora que Nicanor Parra nos dejó, a sus 103 años de roble, vale la pena atesorar y repasar su legado. Tanto el legado del hombre (aquél que en 2010 hizo una huelga de hambre en apoyo a la comunidad indígena mapuche), como el legado del poeta, cuyos versos han sido proféticos… y más vale no esperar a que lo sigan siendo, pues aquí “no hay nada infinito”.
Como bien dijo el propio Parra, “uno quiere que la tribu continúe.”
*Referencias: Nicanor Parra. De la Antipoiesis a la Ecopoiesis