“Yo soy la madre y el hijo, soy Dios, soy materia.”
Rayos y regentes: II, VII, 4, 1, MERCURIO, LUNA/VULCANO
Meditación: miércoles 18 de septiembre
Revisa el vídeo explicativo aquí.
Torkom Saraydarian
En el mes de septiembre tendremos la última Luna llena de invierno, dando paso a un periodo de más luz junto a la primavera. Así, en la madrugada del miércoles 18 de septiembre llega el plenilunio de este ciclo, acompañado del segundo eclipse lunar del año, que esta vez será parcial y ocurrirá ese mismo día, cubriéndose una pequeña parte de este satélite natural por la sombra de la Tierra.
Continuando con las meditaciones y reflexiones del maestro Torkom Saraydarian (1), es muy importante que los discípulos de todo el mundo se armonicen con las configuraciones energéticas de las lunas llenas, para canalizar como grupo la corriente de energías zodiacales hacia todas las esferas de los esfuerzos humanos.
Ahora bien, en este periodo con el Sol en Virgo se lo llama el “vientre del tiempo”, donde se plantan, protegen, nutren y revelan las simientes de los grandes valores.
La labor de Virgo es la que, a su tiempo, pone en manifestación el principio Crístico dentro del individuo y dentro de la raza de los hombres. Cada idea, plan, individuo o grupo que entra en contacto con la energía de Virgo, a su tiempo desarrolla universalidad y una profunda naturaleza de sacrificio.
«En Virgo, empieza a concretarse la finalidad para la cual existe la vida de las formas». (2) A la finalidad de la vida de las formas se la llama místicamente «Cristo en ti, esperanza es de gloria», donde Cristo simbolizaba el espíritu de universalidad y el espíritu de sacrificio, siendo el principio que une lo ínfimo con lo supremo en todos los fragmentos de la manifestación y expresa el impulso de servir y la voluntad de sacrificio.
Torkom Saraydarian dice que en las antiguas tradiciones, Virgo fue la fundadora del matriarcado, que dominó y controló a la civilización antigua. La conocen con varios nombres: Eva, Isis y María.
Es interesantísimo notar que la Virgen es la madre del principio Crístico, y es en tres etapas que se lleva a cabo la formación y la madurez de este principio. Primero está Eva, que es el símbolo del plano mental. Isis es el símbolo del plano emocional, y María es el símbolo del plano físico etérico.
En el plano mental, se escuda el principio Crístico; en el plano astral se nutre, y en el plano físico se revela o nace.
Esta es la evolución del principio Crístico. En el plano mental se lo concibe cuando toman contacto la personalidad y el Yo Transpersonal; en el plano emocional, se nutre con gran aspiración, y en el plano físico entra en manifestación a través de actos motivados por la voluntad de servir.
La constelación de Virgo es un campo energético en el espacio que impulsa al sistema solar, al planeta y a cada ser humano para que cumplan la meta de la evolución, en la escala humana, en la escala planetaria y en la escala solar. A ese principio que se planta en la forma humana, planetaria y solar, se lo llama el principio Crístico en el lenguaje místico. Esta es la simiente de vida, la simiente de amor y la simiente de poder que se planta en cada forma, átomo, planta, animal, hombre, planeta y sistema solar. Esta divinidad dentro de la forma atraviesa en todos los siglos un proceso de evolución, desarrollo y florecimiento, y la energía de Virgo es la que la pone en manifestación.
La energía de Virgo no sólo expresa la revelación y la manifestación de esa Divinidad interior, sino que también expresa todo lo bello, bueno y veraz. Por ejemplo: las grandes artes, la gran música, las grandes pinturas, las grandes ideologías, los grandes movimientos de cualquier campo de esfuerzo humano son también sostenidos y alimentados por la energía de Virgo.
Asimismo, alimenta el plan de cada alma. Cada uno de nosotros tiene un plan. Nuestra alma tiene un plan. Tenemos dentro de nosotros un prototipo, un plano de un templo, una belleza que llegará a manifestarse. Nuestra «humanidad» va a ser divina. La simiente que está en nosotros se convierte en una gran flor. El Plan está dentro de nosotros y obtiene su alimento de la energía de Virgo.
Virgo tiene tres grandes características. Ampara, alimenta y revela a la divinidad dentro de la forma. Podemos usar la energía de Virgo para escudar, alimentar y revelar a la divinidad dentro de nosotros y dentro de los demás.
Torkom Saraydarian explica que para escudar a la divinidad dentro de nosotros y dentro de los demás, deberemos tratar de:
1) Afirmar a la divinidad dentro de toda la humanidad, incluidos nosotros mismos.
2) Rechazar todos los sentimientos de celos y odio hacia cualquier persona.
3) No formular murmuraciones ni críticas acerca de la gente ni crear dudas en la mente de ésta sobre los poderes creativos latentes en aquélla.
4) Crear en la vida buenas condiciones, para que la divinidad interior no esté sujeta a ataques.
5) No suscitar reacciones de índole personal, en la medida de lo posible.
6) Impedir aquellas condiciones existentes que retarden el desarrollo y la evolución de la divina chispa interior.
Para alimentar a la divinidad dentro de nosotros y dentro de los demás deberemos tratar de:
1) Ver belleza dentro de los demás y dentro de nosotros.
2) Apreciar la expresión de las virtudes.
3) Inspirar a la gente ideas elevadas y visiones, y el ejemplo de nuestra vida.
4) Proporcionar belleza, armonía, bondad y verdad en todas nuestras acciones, expresiones y pensamientos.
5) Elevar el nivel de moralidad y educación.
6) Procurar música elevada, literatura y otras artes creadas en niveles superiores de conciencia, que sean capaces de impartir vitalidad espiritual y el impulso de servicio y sacrificio.
Finalmente, para revelar a la divinidad dentro de los demás y dentro de nosotros, deberemos:
1) Confiar y demostrar fe en su luz interior.
2) Crearlas condiciones en las que florezcan libremente como seres espirituales.
3) Inspirarles para que sirvan al mundo.
4) Reclamarles actos heroicos.
5) Mostrarles las necesidades del mundo.
6) Cooperar con todas sus acciones creadoras y constructivas.
7) Crear oportunidades para que vean su propia belleza, su propio Yo.
Así, podremos defender, alimentar y revelar a la Divinidad que está dentro de nosotros y de los demás, utilizando la energía que la constelación de Virgo irradia.
Luna de la cosecha y la madre universal
La luna llena de septiembre es tradicionalmente conocida como la “luna de la cosecha”, principalmente nombrada así por las culturas agrícolas del hemisferio norte, donde están cerca del equinoccio de otoño y su luz iluminaba a los agricultores esa noche para recolectar sus cultivos. Un periodo de abundancia y gratitud, cercano en el hemisferio sur al equinoccio de primavera, que ocurrirá este 22 de septiembre.
Para este periodo de meditación la asociación Lucis Trust propone una reflexión en torno a las ideas de la esoterista y escritora inglesa Alice Bailey, donde la nota clave dada por el Tibetano para las energías de Virgo que se vierten en las mentes y corazones de los millones de seres humanos que están hollando activamente un camino espiritual, se expresa en la frase: Soy la Madre y el Niño; Yo, Dios, yo soy la Materia. Esta nota clave dirige nuestra experiencia a una etapa importante en el desarrollo de una autoconciencia plenamente encarnada, una conciencia que ve la encarnación como un lugar para llegar a ser completo, a medida que las dualidades de espíritu y materia llegan a entenderse como dos aspectos necesarios e interdependientes en los mundos del tiempo y el espacio.
Virgo es un signo de tierra. Cuando buscamos el potencial evolutivo que Virgo aporta a la humanidad, necesitamos mirar hacia la faz de la tierra, centrándonos menos en los cielos estrellados y más en los mundos del tiempo, del espacio, de la historia y del “aquí y ahora”. Virgo nos invita a reflexionar sobre el mundo material en el que estamos encarnados, aprender a través de la experiencia que es un lugar donde el Ser Divino se está haciendo presente, no solo en la vida de los individuos, sino de alguna manera misteriosa en la vida de todo el reino humano. A medida que el Ser Divino se convierte en una presencia en el mundo, eleva y transforma el mundo material.
Una de las delicias de trabajar con la luna llena en Virgo, es que nos da una perspectiva sobre el mundo de la encarnación, de la personalidad y de la separación como el mundo de la Madre Universal, embarazada con el hijo y con posibilidades futuras, como un nido cálido y nutricioso, donde el Cristo interior, el alma, que durante incontables generaciones ha sido un Cristo oculto y místico, oculto a las miradas indiscretas de una conciencia mental y astral cada vez más centrada materialmente, ha comenzado a tomar forma y carácter embrionario dentro del útero y ya está casi listo para impulsarse hacia el mundo del tiempo y el espacio, donde puede ser un factor fuerte y decidido en los asuntos humanos.
El alma encarnada se toma todo el tiempo que sea necesario para que su presencia embrionaria comience a encontrarse a sí misma, para hacer crecer sus órganos y músculos a fin de poder emerger como una presencia en la conciencia de la personalidad.
Y así, en Virgo observamos el mundo colectivo de tiempo, espacio, materia y personalidad como si fuera un útero, un lugar donde están disponibles todos los nutrientes necesarios para el embrión del Cristo niño en crecimiento.
El mundo que conocemos hoy, ha crecido partiendo de una historia arraigada en la industrialización, los imperios coloniales y la competencia. Sin embargo, a lo largo de la historia que produjo este mundo, constantemente ha ido aumentando una nueva conciencia de libertad, de respeto por la integridad del ser humano, por las responsabilidades y derechos humanos, y de vez en cuando estalla en eventos mundiales como la derrota de los principios separatistas en el corazón de las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, la formación de las Naciones Unidas con el objetivo de convertirse en un centro de “armonización de las acciones de las naciones”, para solucionar los problemas sociales y económicos internacionales y el fomento del respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, enormemente significativa, entre otros avances colectivos.
Así es que, si bien las fuerzas de la competencia y la separación continúan siendo dominantes en el corazón de la gobernanza, en el vientre del tiempo y el espacio se han desarrollado nuevas semillas de una conciencia universal. El pensamiento y la cultura del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo existen ahora como un embrión bien desarrollado, simbólicamente en su octavo mes, como lo sugiere el Tibetano. Mucho de lo que vemos en el mundo refleja esta conciencia embrionaria que se prepara para salir del útero a fin de poder ocupar un lugar central en el surgimiento de una humanidad reorientada y renacida.
Más allá de las miradas indiscretas de las personas enfocadas en lo material, las ideas de totalidad, sacralidad y reverencia por la vida se han tornado cada vez más influyentes y ahora están en una etapa en la que tienen la vida, la sustancia y la energía necesarias para abrirse camino hacia las profesiones, instituciones y poderes condicionantes. No solo en la espiritualidad, la religión y la academia, sino también en la ciencia, la medicina, la tecnología y la economía.
Tal vez ahora podamos asumir que somos como un reino en la naturaleza ya bien entrado en el octavo mes de gestación, tal vez incluso en las primeras etapas del noveno mes. Cualquiera que sea nuestra comprensión del útero del tiempo con sus ciclos y períodos históricos, parece claro que tanto la madre como el niño están firmemente presentes en la conciencia humana. Los dolores y la incomodidad de la madre en el último período del embarazo son claramente parte de este período actual, y aunque el nacimiento final del niño puede ser inminente, lo que vale la pena señalar es que el niño figurativo que va a nacer todavía no es esperado por un gran número de personas.
Cuando un nuevo nacimiento es inminente, va acompañado de un sentido de expectativa y esperanza, y una sensación de que una nueva vida está llegando al mundo y las cosas están a punto de cambiar. Por supuesto, también hay una sensación de los peligros y las posibilidades inesperadas que rodean un nacimiento anticipado. Pero estamos en un momento en el que la sensación de peligro y fatalidad sobre el futuro parece acechar con más fuerza en la imaginación colectiva, en lugar de la sensación de las posibilidades de algo nuevo, emocionante y diferente de todo lo conocido antes.
Orientemos nuestra meditación hacia esas nuevas posibilidades que trae el nacimiento de un mundo nuevo.
Fuentes:
- Sinfonía del Zodíaco” de Torkom Saraydarian