«Yo soy aquello, aquello soy yo».
Rayos y regentes: I, V, II, SOL, SOL/NEPTUNO
Meditación: lunes 19 de Agosto
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Desde el 23 de julio y hasta el 23 de agosto, nuestro Sol entra en el campo energético de Leo, para luego ingresar en el campo de Virgo. La transmisión de la energía aumenta de la luna nueva a la luna llena, que durante doce horas tiene una fuertísima emanación de energía.
El lunes 19 de agosto es el plenilunio del mes, conocido también como la Luna de Esturión, en el hemisferio norte, un pez cuya existencia data hace 250 millones de años. Astronómicamente, además corresponde a una “superluna”, fenómeno que coincide con el acercamiento más cercano de la luna a la Tierra en su órbita elíptica, la hace parecer más grande y brillante de lo habitual, concretamente, hace que la luna parezca hasta un 14 % más grande y un 30 % más brillante que una luna llena típica.
¿Cómo tomar esa energía? De acuerdo a las meditaciones del maestro Torkom Saraydarian (1), en la época de luna llena, los discípulos e iniciados se reúnen en todo el mundo para tomar contacto con ella, que se transmite al mundo a través del Sol. Porque Leo tiene relación directa con nuestro Sol, con el Corazón del Sol y con el Sol Central Espiritual. Así, nos transfiere la energía triple: Fuego por fricción, el Sol; fuego Solar, el Corazón del Sol; Fuego Eléctrico, el Sol Central Espiritual. Estas energías las reciben quienes, mediante debida preparación, se sensibilizan a la impresión, a la absorción y a la asimilación.
Se nos dice que “Leo, el signo del individuo autoconsciente, es potente en su efecto masivo, y hoy, por el apremio de las circunstancias y los terribles resultados de ciertos acontecimientos, miles de hombres y mujeres están saliendo del estado de rebaño, de la conciencia masiva y del profundo sueño de la irresponsabilidad, llegando a ser conscientes de sí mismos como entidades desapegadas y activas” (2).
A medida que refinamos nuestros vehículos, expandimos nuestra conciencia y funcionamos en planos superiores de nuestro ser, recibimos más energía y la transmitimos al mundo.
El resultado de la energía de Leo es muy sencillo. Nos insta a acercamos más a nuestro Yo esencial. Atravesamos muchas etapas evolutivas, venciendo identificaciones con los mundos físico, emocional y mental. Los tres vehículos de la personalidad se alinean e integran a través de esta energía.
Más tarde, cuando se reciben las energías superiores de Leo, el hombre logra la fusión del Alma. Se convierte en una amorosa Alma viviente. Mucho después, cuando se registra el Fuego Eléctrico, el hombre entra en la esfera de su Tríada Espiritual y se convierte en una individualidad. La Chispa divina brilla a través de un sistema de belleza. De esta manera, una etapa tras otra, el rebaño de conciencia masiva y el irresponsable animal humano se convierten en una entidad consciente de sí y en un hombre de deber y responsabilidad.
El Maestro Djwhal Khul dice que “Leo es la constelación a través de la cual la voluntad de realización o de logro, afluye a la humanidad y al planeta. Es esencialmente el espíritu de autodeterminación. Primero, la determinación del pequeño yo, la personalidad, el individuo autoconsciente. Después, la determinación del Yo, el Alma, el individuo consciente del grupo, del Todo mayor y de sí mismo, como parte integrante y básicamente unificada.
Esta voluntad al bien (lograda por medio de la realización) actúa en relación con el ser humano, por intermedio de tres puntos culminaciones:
- La voluntad al bien, demostrada por la realización de la autoconciencia. Es la primera etapa de la completa realización divina. Significa cuerpo, apariencia. Es la expresión del tercer aspecto.
- La voluntad al bien, demostrada en la tercera iniciación, cuando la autoconciencia cede su lugar a la conciencia grupal. Es la segunda etapa del cumplimiento divino. Implica alma, cualidad. Es la expresión del segundo aspecto.
- La voluntad al bien, demostrada en las iniciaciones superiores, cuando se logra la conciencia de Dios. Es la tercera etapa de la realización divina. Implica Mónada, Vida. Es la expresión del primer aspecto” (3).
El Corazón del Sol revela la naturaleza del Alma y del amor. El Sol Central Espiritual se introduce en el santuario de la Chispa eléctrica, del Yo, y revela a la Voluntad.
La energía de Leo tiene una potente influencia psicológica sobre los seres humanos. Suscita la fusión del Alma y arranca al Yo de su anterior nivel de identificación llevándolo a un nivel superior de unificación; así, sacando al Yo de la personalidad e introduciéndolo en la Tríada Espiritual, de la Tríada Espiritual en el Conocimiento Monádico, donde habita el Leo verdadero.
Como la energía de Leo es ígnea, produce el suelo ardiente de un ser humano. A través de tal suelo ardiente es que se lleva adelante la tarea de purificación, transmutación, comunicación y dominio. Un suelo ardiente es el plano en el que se derraman los fuegos del plano monádico.
Si el suelo ardiente está en el nivel de la personalidad, existe principalmente dolor, sufrimiento, renunciación y penitencia. Cuando es en el nivel del Alma, produce gran alegría, porque el Alma se manifiesta a través del fuego que purifica y expande a los horizontes. Si es en los niveles de la Tríada, el hombre se inunda de beatitud porque su esencia Monádica, que es la bienaventuranza, se derrama y procura visiones cósmicas al individuo y proporciona la oportunidad para que la Mónada se irradie como un sacrificio vivo.
No olvidemos que la meta última de Leo es someterse a la voluntad de su Guía interior, y más tarde, a la voluntad de la Chispa divina, del Yo.
A través del suelo ardiente, la persona de Leo se descentraliza y universaliza convirtiéndose en parte de la gran síntesis cósmica. La descentralización le da la oportunidad de servir en un grupo. La universalización destruye todos los muros raciales, nacionales, tradicionales y separativos y le convierten en un ciudadano del mundo y del cosmos. La síntesis le hace vivir una vida de sacrificio para beneficio de toda la vida, con inteligencia despejada, sabiduría y poder. El lema del leonino avanzado es “Yo soy Ése y Ése soy yo”. Esta es la afirmación de la unificación con la voluntad de Aquel, “De Quien todas las cosas proceden, a Quien todas las cosas retornan”.
Luna de Esturión y el viaje del héroe
La historia de Leo es la del Hombre universal, de acuerdo a la meditación guiada por Bárbara Valocore de Lucis Trust (4) su historia es el viaje desde el egocentrismo auto centrado hasta la plena conciencia de sí mismo y a la conciencia que conduce a la plena participación en el grupo del cual forma parte.
Cada persona tiene que hacer este viaje, el cual tiene un patrón arquetípico descrito por el escritor y filósofo del siglo XX, Joseph Campbell, como “el viaje del héroe”, o el viaje de la personalidad en busca del alma, que tiene varias etapas predecibles y reconocibles. Como es de esperar, la primera se denomina “el llamado”, donde el héroe o peregrino en potencia se enfrenta a alguna crisis, a algún acontecimiento inesperado que evoca una respuesta desde lo más profundo. Es un llamado a la aventura, un posible paso hacia lo peligroso desconocido y una invitación a viajar a un mundo más allá de la rutina normal del día a día. Llama al peregrino a dejar la comodidad y la seguridad del hogar para aventurarse en un mundo salvaje más allá de los límites de la realidad conocida. Debido a que la llamada es tan insistente, es difícil ignorarla y esto en sí mismo, produce una crisis de decisión.
Avanzar en la aventura requiere coraje y fortaleza, cualidades fácilmente disponibles en Leo. Con el don del libre albedrío, el aspirante es libre para decidir si escucha y sigue el llamado o si lo rechaza. El rechazo, sin embargo, causa una especie de retroceso, un nuevo hundimiento en el mundo material cotidiano y predecible hasta que se produce la disolución. La persona puede llegar a ser económicamente rica, pero espiritualmente pobre. Esta etapa es bien conocida por los estudiantes de la Sabiduría Eterna, quienes de una manera u otra han aceptado el llamado y se han aventurado a desplegar la conciencia del alma que conduce a la plena autoconciencia.
Una vez que el aspirante ha puesto su pie en el Sendero, el primer encuentro con otro ser es en forma de algún tipo de figura protectora; algún guía o ayudante más viejo y sabio que puede ofrecer consejos o advertencias útiles, alguien que puede ofrecer una señal o amuleto de protección a lo largo del Camino. Una característica de este ayudante es que parece venir de algún lugar mágico o inesperado y aparece de una manera misteriosa, siempre adecuada para la situación. Campbell escribe: “… El poder protector está siempre y por siempre presente dentro del santuario del corazón e incluso inmanente en el interior … las características desconocidas del mundo” (5).
Luego viene la etapa de cruzar el primer umbral y enfrentar al guardián de esta barrera que es invisible, pero muy real. Más allá de este cruce está el peligro, la oscuridad y un futuro incierto que el estudiante desconoce. El cruce exitoso lo lleva a la “zona sagrada de la fuente universal”. Aunque el protector todavía está allí, no puede ayudarle al peregrino a cruzar el umbral, pues esto debe hacerlo solo y sin ayuda, excepto por el poder del alma y por el coraje y la determinación para continuar. Esta es una representación de la Ley de Repulsión y el Guardián del Umbral se puede comparar con el Ángel que tiene la Espada Flamígera, el poderoso Ser que al proteger el umbral destruye el impulso hacia el materialismo para que el aspirante pueda continuar libre de la vida de la forma.
Después de confrontar y rendirse con éxito al Guardián y pasar por el umbral, la siguiente etapa para nuestro héroe, que somos nosotros mismos, en relación con nuestra alma, puede compararse con la noche oscura del alma, cuando todo parece perdido y no hay solución. No se puede encontrar luz y la desesperación y la soledad se establecen sin dejar aparentemente ninguna salida. Al encontrarse dentro del vientre del tiempo, el aspirante humillado solo puede volverse hacia adentro cuando sus partes familiares y seguras han desaparecido. La realidad percibida y la seguridad del mundo material se han desvanecido y el héroe cuestiona lo que queda. Los deseos, anhelos y ambiciones de la personalidad han sido aniquilados, dejando sólo el alma, que el aspirante debe descubrir de nuevo. Mientras hace esto, el largo camino hacia la iniciación está ante él y comienza a enfrentar muchas pruebas y tribulaciones del Sendero que eventualmente conducen a la liberación y a la libertad.
¿Cómo entendemos el desarrollo de la conciencia en relación con la cualidad liberadora de Sirio como regente cósmico de Leo? La libertad es un principio espiritual y un atributo de la Deidad. Es una cualidad del alma y ejerce su influencia en cada forma, produciendo la eventual destrucción de esa forma, cualquiera que sea: una planta, un animal, una forma mental, un ser humano o un planeta, para que la creciente fuerza vital interna pueda expresarse más plenamente, y para eso requiere siempre una forma nueva y más evolucionada. El proceso evolutivo exige que la vida interna esté libre de las limitaciones de la forma, de la sustancia, ya que el dolor y el sufrimiento existen sólo por la identificación con la forma.
Después de haber pasado por las primeras etapas del Viaje Arquetípico, el viajero logra disolver muchas de las barreras a la expresión del alma y ha sacrificado esa parte de sí mismo que estaba bloqueando la energía del alma. El impulso personal al materialismo se ha debilitado, si no es que se ha evaporado por completo, y los espejismos e ilusiones que aún deben enfrentarse, aunque se vuelven más sutiles y tortuosos, revelarán su verdadera naturaleza más rápidamente y se disiparán con mayor facilidad. La luz del alma aumenta e ilumina el paisaje revelando la realidad de la ilusión del plano físico. Aunque desde el punto de vista ocultista Leo es considerado uno de los signos más materiales, el triunfo en Leo implica que el héroe se convierte en el “sacrificio espiritual inspirado” que demuestra el aspecto voluntad como la encarnación del verdadero servicio.
El viaje del héroe continúa hacia el inframundo donde le esperan todo tipo de terrores. El mundo conocido se ha ido para siempre, todo parece perdido y él se encuentra envuelto en una oscuridad total. Es arrojado de nuevo sobre sí mismo y debe revivir todos sus errores pasados, decisiones tontas y fracasos. Esta es la etapa de la expiación, un proceso que no se puede evitar y que se enfrenta mejor con el coraje de un corazón fuerte y una mente clara. La luz interna comienza a sentirse y conocerse sólo cuando se conoce la realidad de la unidad de la Vida y se escucha la voz del alma en el interior. Entonces sobreviene la revelación y el héroe purificado y enmendado comprende que porta un gran don que debe compartir con la Humanidad. Él conoce al alma, y la compasión por todo sufrimiento, humano o animal brota en su corazón y el mensaje que ahora porta arde por ser revelado.
Leo ofrece una oportunidad especial para aprovechar y liberar la energía del amor, el fuego solar, en la Humanidad. En Leo, el principio cósmico del Amor fluye directamente del Sol Sirio, hacia la Jerarquía y a través del Cristo, la encarnación del amor cósmico, hacia los corazones humanos.
Para reflexionar sobre este punto, dejamos una hermosa plegaria entregada por el Maestro Tibetano Djwhal Khul: «Concédaseme la luz para que yo pueda brillar. Permítaseme irradiar la luz por el mundo, donde existe el tiempo y el espacio, crear una luz, transmitirla y hollar así el Camino Iluminado (que es mi Yo Iluminado). Penetrar en la luz y así devolver la luz a quienes la necesitan y a Aquellos de los cuales provino” (6).
Fuentes:
- Sinfonía del Zodíaco” de Torkom Saraydarian
- Astrología Esotérica, pág. 362.
- Astrología Esotérica, pág. 460.
- Lucistrust
- Campbell, Joseph The Hero with a Thousand Faces (El héroe de las mil caras), p. 72,
- El Discipulado en la Nueva Era, Alice Bailey II p. 561 ed. inglesa