Durante una charla en Alemania, múltiples medios de comunicación registraron las declaraciones de Karen Michels, profesora de Harvard, en la que proclamó que el aceite de coco es «veneno puro”. Durante miles de años el aceite de coco virgen orgánico y sin refinar ha sido un alimento básico y ha proporcionado grasa de alta calidad que es importante para optimizar la salud. Al tratar de regresar el tiempo hasta los años 60 y promover la margarina y aceites vegetales, en vez de la mantequilla y aceite de coco, la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) ha demostrado ser un organismo profesionalmente irresponsable y anticuado, y la charla de uno de sus defensores ideológicos no puede cambiar la realidad.
Joseph Mercola, 2018-09-25
Probablemente haya escuchado las noticias recientes donde se afirma que el aceite de coco es «veneno puro».1,2,3 Esas declaraciones provienen de una charla publicada en YouTube de Karen Michels, Ph.D., quien es profesora en la Facultad de Salud Pública TH Chan de Harvard y Directora del Instituto de Prevención y Epidemiología Tumoral de la Universidad de Friburgo, en Alemania.
En la charla,4 que fue realizada en idioma alemán y publicada en YouTube el 10 de julio de 2018, Michels declara que el aceite de coco es «uno de los peores alimentos que puede consumir».
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Tales declaraciones coinciden con las recomendaciones presidenciales de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) emitidas el año pasado5 para cardiólogos de todo el mundo, que les indicaban advertir a sus pacientes sobre los peligros de las grasas saturadas, como la mantequilla y aceite de coco.
Según la AHA, reemplazar estas grasas por grasas poliinsaturadas (PUFA, por sus siglas en inglés) como la margarina y aceites vegetales, podría disminuir hasta en un 30 % el riesgo de enfermedades cardíacas–casi lo mismo que las estatinas. En general, la AHA recomienda limitar el consumo diario de grasas saturadas a un 6 % o menos de las calorías diarias.6
Es innegable que Michels ha estado en contra de las grasas saturadas durante mucho tiempo; sin embargo, no es inusual, si se considera cuán profundamente arraigado ha estado ese mito. La clave y explicación más directa sobre su punto de vista sobre el aceite de coco son sus lazos directos y evidentes con el profesor Frank Sacks, en la Facultad de Salud Pública de Harvard.
De hecho, Sacks fue el autor principal de esa recomendación presidencial de la AHA emitida en 2017 contra las grasas saturadas. En una carta conjunta 1995 al editor de la revista New England Journal of Medicine, Michels y Sacks señalaron que:9
«El contenido de ácidos grasos trans en nuestros alimentos ha provocado preocupación debido a los efectos adversos informados sobre los niveles de lípidos en suero y cardiopatía coronaria. Incluso, la típica alimentación occidental podría contener suficiente cantidad de isómeros trans para elevar de forma significativa el riesgo de cardiopatía coronaria…
Para lograr la consistencia sólida de las margarinas diet, es posible que los fabricantes mezclen aceites líquidos sin modificar con una pequeña cantidad de ‘grasas duras’, que son grasas sólidas naturales… lo que podría producir una grasa más alta en ácido esteárico, un ácido graso saturado que no eleva los niveles en suero del colesterol de lipoproteínas de baja densidad.
Estos productos tienen una composición favorable de ácidos grasos; es decir que, su contenido de ácidos grasos trans es insignificante, y el de ácidos grasos saturados es bajo… podrían producirse margarinas que parezcan apetecibles para el consumidor y no contengan ni ácidos grasos trans ni altos niveles de ácidos grasos saturados«.
Michels promueve la postura obsoleta de la AHA
En otras palabras, aunque Michels y Sacks señalan de forma correcta los peligros de las grasas trans, afirman equivocadamente que las margarinas que contienen grasas saturadas también son un peligro para la salud.
El año pasado, cuando la AHA emitió las recomendaciones contra la mantequilla y aceite de coco, varios expertos se pronunciaron y destacaron el grave error en la revisión de la AHA.
Por lo tanto, parece como si Michels solo promoviera la perspectiva de la AHA–una postura que ella y Sacks han mantenido durante décadas. Uno de los fundamentos para sustentar este punto de vista es que, si una grasa es sólida a temperatura ambiente entonces podría obstruir las arterias.
Pero, en primer lugar, eso es lo que nos guió hasta las grasas trans, que han demostrado ser el verdadero veneno.
La parte más interesante es que, su charla fue bastante rebuscada para ser encontrada y captada por los principales medios, como para lograr el alcance que ha tenido. Eso hace que me pregunte si la industria del aceite vegetal habrá estado relacionada con su promoción y en que se haya convertido en una «noticia tan importante».
La AHA, con sus fuertes lazos con la industria de alimentos procesados, también podría haber tenido un gran interés en que circulara esa información.
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La AHA aún defiende esta hipótesis fallida
Hace aproximadamente seis décadas, la AHA declaró que las grasas saturadas eran un peligro para la salud cardíaca, y el año pasado, revisó estudios científicos involucrados y concluyó que siempre estuvo en lo correcto. Por desgracia, las investigaciones utilizadas para sustentar esta perspectiva anticuada son tan antiguas como la postura incorrecta hacia las grasas saturadas.
Como señaló el escritor científico de los Estados Unidos, Gary Taubes, en su extensa refutación sobre las recomendaciones de la AHA:10
«La historia de la ciencia está plagada de hipótesis fallidas basadas en la interpretación selectiva de evidencia… La recomendación presidencial actual… podría ser el ejemplo más flagrante de la epidemiología de Bing Crosby [‘acentuar lo positivo y eliminar lo negativo’] que he observado…
[E]liminan metódicamente lo negativo y acentuan lo positivo, hasta que puedan demostrar que están definitiva, evidente e inequívocamente en lo correcto…
[A]HA concluyó que solo se han realizado cuatro ensayos clínicos con una metodología lo suficiente confiable para permitirles evaluar el valor de reemplazar los SFA por PUFA (en la práctica se reemplazan grasas animales [por] aceites vegetales) y concluyen que esto reducirá en un 30 % los ataques cardiacos…
Estos cuatro ensayos son todo lo que queda después de que los expertos de la AHA escogieron sistemáticamente a los demás y encontraron razones para rechazar lo que no manifestaba algún efecto positivo tan grande, incluyendo una cantidad significativa que sugiriera lo contrario…
Lo hacen en cada ensayo, pero los cuatro, incluyendo el rechazo de los ensayos más grandes jamás realizados; es decir, Minnesota Coronary Survey, Sydney Heart Study y, de forma más notable, Women’s Health Initiative, que fue el ensayo clínico individual más grande y costoso jamás realizado.
Todos produjeron evidencia que refutaba la hipótesis, así que fueron rechazados del análisis«.
Taubes, periodista investigador sobre ciencia y salud, quien ha escrito tres libros sobre la obesidad y alimentación, señala que el informe de recomendaciones de la AHA realmente revela los antiguos prejuicios de la AHA, y el método a través del cual obtiene tales conclusiones.
En 2013, la AHA publicó un informe11 en el cual afirmaba que la recomendación de reemplazar las grasas saturadas por PUFA era sustentada por «la evidencia más sólida posible». Sin embargo, diversos metanálisis, realizados por investigadores independientes, concluyeron que, la evidencia para restringir las grasas saturadas en realidad era débil o insuficiente.
El informe de recomendaciones 2017 revela cómo la AHA pudo concluir que tenía la «evidencia más sólida posible». En resumen, idearon de forma metódica justificaciones para excluir cualquier evidencia que indicara lo contrario. Todo lo que quedó–entonces y ahora—fueron algunos estudios que apoyaban la idea preconcebida basada en la visión de la AHA.
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Las investigaciones incluidas en las recomendaciones de la AHA se basaron en estudios obsoletos
El mito de bajo contenido graso se originó, desarrollo y estableció en los años 60 y principios de los 70, y los estudios de esta época son los que la AHA utilizó como base para hacer sus recomendaciones contra las grasas saturadas–y como señaló Taubes, emplearon unos cuantos estudios, cuatro para ser exactos.
Se ha publicado una gran cantidad de investigaciones nutricionales desde principios de los años 70; sin embargo, la AHA ha optado por aferrarse a estudios obsoletos, pero se desconoce la razón. Uno de los estudios incluidos en la revisión de la AHA fue Oslo Diet-Heart Study,12 publicado en 1970.
En este estudio, 412 pacientes que habían presentado un ataque cardiaco, o tenían alto riesgo de enfermedades cardíacas, fueron incluidos aleatoriamente en dos grupos.
Un grupo llevó una alimentación baja en grasas saturadas y alta en PUFA junto con «instrucción y monitoreo» continuo y a largo plazo, mientras que el otro grupo llevó la alimentación de su elección y no recibió ninguna asesoría nutricional». Como lo explicó Taubes:13
«Técnicamente, se denomina como sesgo de rendimiento, y es el equivalente a hacer un ensayo farmacológico que no es ciego, sin placebo. De forma textual, es un ensayo sin control, a pesar de ser aleatorio.
([A]demás, todos los médicos involucrados sabían si sus pacientes habían sido o no asignados al grupo de intervención o al de control, lo que aumenta la probabilidad del sesgo del investigador).
Pero, nunca aceptaríamos dicho ensayo como prueba válida de un medicamento. Si es así, ¿por qué lo haríamos con la alimentación? Bueno, tal vez porque se puede emplear para respaldar nuestras ideas preconcebidas«.
Taubes continúa al afirmar que tenía tanta curiosidad sobre este estudio de Oslo que compró una monografía publicada por el autor original. El autor describía con mayor detalle cómo había realizado su ensayo.
Lo curioso es que esta monografía revela que el consumo de azúcar del grupo de tratamiento solo fue de 50 gramos diarios–una cantidad que Taubes estima que podría ser aproximadamente la mitad del consumo actual per cápita en Noruega, con base en datos extrapolados.14
«En esta prueba, la variable que se supone diferente es la proporción [grasa saturada]/PUFA, pero el sesgo de rendimiento aporta una adicional. Un grupo recibe orientación continua para llevar una alimentación saludable, a contrario del otro grupo. Entonces, ¿cómo podría esa orientación continua influir en el estado de salud?
Una forma es que, aparentemente el grupo que la obtuvo decidió consumir menor cantidad de azúcar. Ahora, esa consecuencia involuntaria podría brindar otra posible explicación del porqué estas personas tuvieron menor incidencia de ataques cardiacos.
No sé si eso es verdad, y la cuestión es que tampoco lo sabe Leren, ni nuestras autoridades de la AHA», escribe Taubes. «Los cuatro estudios utilizados para respaldar el 30 % tenían fallas significativas, con frecuencia el mismo sesgo de rendimiento. Que fue el motivo para rechazarlos«.
La AHA hace declaraciones falsas sobre el aceite de coco
Además, la AHA realmente hace declaraciones falsas al especificar al aceite de coco como una fuente de grasa saturada peligrosa ya que no fue utilizado en ninguno de los cuatro estudios que incluyeron en su análisis.
El año anterior, fue mencionado por la Dra. Cate Shanahan,15 médica familiar y autora del libro Deep Nutrition: Why Your Genes Need Traditional Food (Alimentación Profunda: ¿Porque sus genes necesitan alimentos convencionales?).
Un correo electrónico dirigido a mí, señaló que «el mensaje de la AHA no solo era falso, sino peligroso». Si bien, es cierto que la mayoría de los primeros estudios sobre el aceite de coco no tuvieron resultados muy favorables, es importante reconocer que esos estudios se realizaron con un aceite de coco parcialmente hidrogenado, y no con aceite de coco virgen sin refinar.16
Como siempre, para poder distinguir la diferencia tiene que analizarse con mayor detenimiento, y por lo tanto, el aceite hidrogenado no es lo mismo que el aceite sin refinar, aun cuando se trata de algo tan saludable como el coco. En primer lugar, este pequeño detalle pero crucial fue lo que provocó la inmerecida difamación del aceite de coco. Shanahan se adelantó a declarar que:
«La mayoría de los médicos no se percatan de que los líderes médicos hacen afirmaciones infundadas.
La razón por la que no lo notan es porque… los artículos que afirman la existencia de pruebas de ensayos clínicos con la participación de humanos, en contra del coco y otros alimentos con alto contenido de grasas saturadas, confunden las fuentes de grasa saturada por grasas saturadas solas.
De hecho, la grasa saturada no existe en la cadena alimenticia; se refieren a los ácidos grasos saturados, los componentes de las grasas triglicéridos, la sustancia que los chefs llaman simplemente ‘grasa’.
Con frecuencia decimos que ‘la mantequilla y aceite de coco son grasas saturadas’. Pero, sería más correcto decir que ‘el aceite de coco es alto en ácidos grasos saturados’.
El aceite de coco, mantequilla, manteca de cerdo, sebo y cualquier otra grasa animal también contienen ácidos grasos monoinsaturados e incluso algunos poliinsaturados, además de los ácidos grasos saturados… La idea es que los alimentos contienen mezclas de ácidos grasos en proporciones variables«.
Dicho de otra manera, la mayoría de los alimentos no contienen solo uno, sino una mezcla de ácidos grasos. Además, la margarina y manteca contienen ácidos grasos saturados; sin embargo, la AHA no lo menciona. Cuanto más sólida sea la consistencia de la margarina, más grasas saturadas podría contener, en algunos casos más que la mantequilla o manteca de cerdo.
«Entonces, cuando las personas consumen margarina y manteca, además de los tóxicos ácidos grasos trans, también consumen ácidos grasos saturados.
Y eso significa que cuando un estudio indicaba que cambiaba la grasa saturada por aceites vegetales, eso no equivalía a cambiar la mantequilla y manteca. Es posible que la margarina y mantecas se encontraran entre los alimentos que habían eliminado», indicó Shanahan.
«Y debido a que la mayoría de los médicos no se percatan de que la margarina y grasas contienen ácidos grasos saturados.
En particular tampoco consideran importante preguntarse si los estudios ─como los cuatro principales citados, mencionadas en el informe de recomendaciones─ se confundían o no en el hecho de que la alimentación de referencia, alta en grasas saturadas, incluía una cantidad significativa de margarinas y mantecas que contenían grasas trans tóxicas.
Porque si lo hicieran, entonces eso significaría que es posible que los beneficios que se observaron en los estudios no estaban relacionados la disminución en las grasas saturadas. Lo que hace la diferencia es evitar las grasas trans«.
Evitar las grasas saturadas ha tenido consecuencias desastrosas en la salud pública
Desde los años 50, cuando los aceites vegetales comenzaron a promocionarse en vez de las grasas saturadas, como la mantequilla, la población de los Estados Unidos ha seguido de forma diligente esta recomendación, al incrementar drásticamente el consumo de aceites vegetales.
Por ejemplo, el consumo de aceite de soya se ha incrementado en un 600 % (10 000 % a partir del siglo XX), mientras que el consumo de mantequilla, sebo y manteca se ha reducido hasta la mitad. También, hemos incrementado drásticamente el consumo de azúcar.17
Por desgracia, las tasas de enfermedad arterial no han mejorado a pesar de que las personas han seguido las recomendaciones alimenticias de la AHA. El sentido común nos indica que si las recomendaciones de la AHA no han funcionado en los últimos 65 años, es probable que ya no funcionen.
Como señaló Shanahan, la tecnología que nos permite estudiar las reacciones moleculares es relativamente reciente, y lo cierto es que, no estaba disponible en los años 60 ni 70. La investigación moderna apenas acaba de comenzar a revelar lo que en verdad sucede a nivel molecular cuando consume aceite vegetal y margarina, y no es bueno.
¿Cómo es que los aceites vegetales se vuelven tóxicos?
Por ejemplo, el Dr. Sanjoy Ghosh,18 biólogo de la Universidad de British Columbia, ha demostrado que sus mitocondrias no pueden emplear fácilmente PUFA o algún combustible debido a la estructura molecular única de las grasas.
Otros investigadores han demostrado que el ácido linoleico PUFA podría causar la muerte celular además de obstaculizar la función mitocondrial.19
Las PUFA tampoco pueden almacenarse de forma sencilla en la grasa subcutánea; en cambio, son propensos a acumularse en el hígado, donde podrían contribuir a la enfermedad del hígado graso,20 y en el caso de sus arterias, contribuir a la aterosclerosis (endurecimiento de las arterias).
La investigación realizada con animales y participación de humanos también ha descubierto que los aceites vegetales promueven:
Obesidad21 | Letargo22 |
Síntomas de prediabetes23 | Dolor crónico/síndromes de dolor idiopático (dolor sin causa aparente)24 |
Migrañas25 | Enfermedad de Crohn26 |
Colitis ulcerosa27 | Muerte prematura28 |
De acuerdo con Frances Sladek,29 Ph.D., toxicóloga y profesora de biología celular en UC Riverside, las PUFA se comportan como toxinas que se acumulan en los tejidos porque el cuerpo no puede eliminarlos de forma sencilla.
Cuando los aceites vegetales procesados, como el aceite de girasol y maíz se calientan, también producen sustancias químicas que podrían causar cáncer, como los aldehídos que contrastan con los bajos niveles producidos por el aceite de coco, que tiene menor cantidad de dobles enlaces dañados por el calor.30
Estadísticas versus bioquímica
Según Shanahan, la idea de que las PUFA son más saludables que las grasas saturadas es desmentida al entrar en materia de bioquímica, porque es «bioquímicamente inverosímil».
En otras palabras, la estructura molecular de las PUFA es tal que, son propensos a reaccionar con el oxígeno, y estas reacciones podrían interrumpir la actividad celular y causar inflamación.31 A su vez, el estrés oxidativo e inflamación, no solo son características de cardiopatías y ataques cardiacos, sino de la mayoría de las enfermedades crónicas.32,33
«Mientras tanto, los elementos de la AHA afirman que la grasa saturada es proinflamatoria y podría generar placa arterial y ataques cardíacos, pero no hay una explicación bioquímicamente plausible para sustentar tal argumento.
La grasa saturada es muy estable y no reaccionaría con el oxígeno como lo hace una grasa PUFA, a menos que cambiaran las leyes fundamentales del universo«, escribió Shanahan.
«Nuestros cuerpos necesitan un poco de grasas PUFA, pero necesitamos que provengan de alimentos como las nueces y salmón o aceites ligeramente procesados (como los que son prensados en frío, sin refinar) tal como la linaza y de semilla de uva artesanal.
No de grasas PUFA de aceites vegetales porque estos son refinados, blanqueados y desodorizados, y las grasas PUFA son fragmentadas molecularmente en toxinas que nuestro cuerpo no puede utilizar«.
El colesterol alto no produce enfermedades cardíacas
Los investigadores también han desmentido la noción de que tener colesterol alto es un factor principal de enfermedad cardíaca, y esa es la premisa central sobre la cual Michels y la AHA se basaron para concluir que el aceite de coco y otras grasas saturadas eran perjudiciales.
Por ejemplo, un estudio hecho en 201634 y publicado en The BMJ volvió a analizar los datos de la investigación Minnesota Coronary Experiment que se realizó entre 1968 y 1973, después de obtener acceso a datos previos sin publicar.
Este fue un ensayo doble ciego, aleatorizado y controlado para evaluar si el reemplazo de grasas saturadas por aceite vegetal (alto en ácido linoleico) reduciría los niveles de colesterol, lo cual disminuiría la posibilidad de enfermedades cardíacas y muertes relacionadas.
Lo curioso es que, aunque el grupo de tratamiento redujo significativamente sus niveles de colesterol, no se obtuvo ningún beneficio en su tasa de mortalidad.
De hecho, por cada 30 miligramos por decilitro (mg/dl) menos de colesterol en suero, realmente el riesgo de muerte aumento en un 22 %. El intercambio de grasas saturadas por aceites vegetales tampoco tuvo ningún efecto en las tasas de aterosclerosis o ataques cardíacos. Como señalaron los autores:
«La evidencia disponible… demuestra que reemplazar grasas saturadas en la alimentación por ácido linoleico podría reducir efectivamente los niveles de colesterol en suero pero no sustenta la hipótesis de que pueda disminuir el riesgo de muerte por enfermedad coronaria o por todas las causas».
Los hallazgos… se suman a la acumulación de evidencia de que la publicación incompleta ha contribuido a sobreestimar los beneficios de reemplazar las grasas saturadas por aceites vegetales…«
La AHA tampoco ha considerado el número de partículas de LDL. Hay partículas pequeñas y densas, así como partículas grandes y esponjosas de LDL. No contábamos con esta información en los años 60, pero ahora si la tenemos.
Este es otro detalle crítico, ya que se ha demostrado que las partículas grandes de LDL son inofensivas y no elevan el riesgo de enfermedades cardíacas.
¿Y adivine qué? El azúcar promueve las partículas LDL pequeñas, densas y dañinas, mientras que las grasas saturadas que se encuentran en la mantequilla y aceite de coco promueven las partículas LDL grandes, esponjosas e inofensivas.35
Entonces, ¿el aceite de coco es saludable o no?
En pocas palabras sí, el aceite de coco virgen orgánico y sin refinar es una opción saludable. Durante miles de años, ha sido un alimento básico, y ha proporcionado grasa de alta calidad que es importante para optimizar la salud. El aceite de coco:
- Sustenta la función de la tiroides (a diferencia de muchos otros aceites, el aceite de coco no interfiere con la conversión de T4 a T3, y T4 debe convertirse en T3 para crear las enzimas necesarias para transformar las grasas en energía)
- Normaliza los niveles de sensibilidad a la insulina y leptina
- Estimula el metabolismo
- Proporciona un combustible excelente y fácilmente disponible para el cuerpo, en vez de carbohidratos (que necesita evitar, si desea perder peso)
Un beneficio verdaderamente significativo del aceite de coco está relacionado con su contenido de triglicéridos de cadena media(MCT). El tamaño más pequeño de partículas MCT le ayuda a penetrar las membranas celulares más fácilmente.
Además, los MCT tampoco requieren enzimas especiales y pueden ser utilizados de manera más eficaz por su cuerpo, lo que ejerce menos presión sobre su sistema digestivo.
No obstante, lo más importante es que los MCT omiten el proceso de almacenamiento de bilis y grasa, y se dirigen directamente al hígado, donde se convierten en cetonas. El hígado libera rápidamente las cetonas en el torrente sanguíneo, a través del cual se transportan por todo el cuerpo para emplearlas como combustible.
De hecho, las cetonas son el combustible preferido por el cuerpo, en especial para su corazón y cerebro, y podrían ser la clave para prevenir enfermedades cardíacas y Alzheimer.
Al convertirse de inmediato en energía en vez de almacenarse como grasa, los MCT estimulan el metabolismo del cuerpo y ayudan a promover la pérdida de peso. Por lo tanto, en efecto, el aceite de coco realmente es un alimento básico y saludable que debería estar en su cocina.
(Para que quede más claro, si bien el aceite de coco contiene MCT, cuando es puro tiene una concentración mucho mayor de grasas de cadena más corta que se convierten de forma más eficiente en cetonas; el ácido caprílico o C8 tiene la mayor capacidad para convertirse en cetonas).
Si padece la enfermedad del intestino permeable, es probable que el aceite de coco este contraindicado
Debido a sus beneficios, al menos hay un caso en el que el aceite de coco está contraindicado por su contenido de ácido láurico.
En su libro, The Plant Paradox: The Hidden Dangers in ‘Healthy’ Foods That Cause Disease and Weight Gain (La Paradoja de las plantas: Los peligros ocultos en los alimentos ‘saludables’ que causan enfermedades y aumento de peso), el Dr. Steven Gundry explica cómo el aceite de coco podría ser problemático si padece la enfermedad del intestino permeable.
Como resultado, el lipopolisacárido (LPS), una endotoxina, se adhiere al ácido láurico, lo que facilita que sea transportado más allá del revestimiento intestinal, al torrente sanguíneo.
Lo curioso es que, el aceite MCT no lo hace. Por lo tanto, si padece la enfermedad del intestino permeable, o a menos que esté sano y lleve una alimentación sin lectinas, lo ideal sería evitar el aceite de coco y utilizar aceite MCT. El ácido caprílico sería la mejor opción, pero ninguno de estos permitirá que los LPS se adhieran al torrente sanguíneo.
Una investigación defectuosa de 60 años sobre las grasas saturadas no puede ‘desmentir’ los beneficios del aceite de coco
Entonces, en resumen, Michels apoya las recomendaciones obsoletas de hace décadas que la AHA aún respalda. De nuevo, tiene conexión profesional con Sacks, autor principal de las recomendaciones de la AHA sobre grasas saturadas; y, en particular, Sacks se enfocó en el aceite de coco.
Aun cuando este tipo de aceite no se empleó en ninguno de los estudios que incluyeron en su revisión científica.
Al considerar las sugerencias para la salud cardíaca, es importante recordar que la enfermedad arterial es causada principalmente por una inflamación crónica, originada por cantidades excesivas de grasas omega-6 (proporción desbalanceada de grasas omega-6 a grasas omega-3),36 grasas trans peligrosas, aceites vegetales procesados y azúcar.
Por otro lado, las grasas saturadas han sido eximidas de responsabilidad en repetidas ocasiones, con estudios que demuestran que no contribuyen a enfermedades cardíacas y, que de hecho son una fuente muy importante de combustible para el cuerpo.
Por supuesto, es difícil admitir haber estado equivocado durante más de 65 años; lo cual podría arruinar la reputación de una organización.
Pero al tratar de regresar el tiempo hasta los años 60 y promover la margarina y aceites vegetales, en vez de la mantequilla y aceite de coco, la AHA ha demostrado ser un organismo profesionalmente irresponsable y anticuado, y la charla de uno de sus defensores ideológicos no puede cambiar todo eso.
Referencias
1 Business Insider August 20, 2018
3 Reader’s Digest, Why Harvard Professor Is Calling This Everyday Food “Pure Poison”
4 YouTube, Coconut Oil and Other Nutritional Errors, KB Michels
5 Circulation, AHA Presidential Advisory June 15, 2017
6 AHA, The Heart, April 30, 2107
7 Harvard Catalyst, Karin B. Michels, Ph.D., Sc.D.
8 The Lancet July 25, 2009; 374(9686): 268-270
9 NEJM February 23, 1995; 332:541-542
10, 13 Cardiobrief.org June 16, 2017
11 Circulation, AHA/ACC Prevention Guideline November 12, 2013
12 Circulation, The Oslo Diet-Heart Study November 1, 1970
14 Statista, Per Capita Consumption of Sugar in Norway 1979 to 2015
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20, 21 Drcate.com, November 15, 2016
22, 23 Vancouver Sun December 18, 2014
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25 Pain 013 Nov;154(11):2441-51
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32 Curr Biol. 2014 May 19; 24(10): R453–R462
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35 American Journal of Clinical Nutrition May 1998; 67(5): 828-836
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