Para reducir el consumo eléctrico, muchas ciudades del mundo se han cambiado a LED en su alumbrado público. Un nuevo estudio acaba de demostrar que la solución no solo no está generando el ahorro previsto, sino que encima tenemos más contaminación lumínica que nunca.
George Dvorsky
Un equipo internacional de científicos ha estado usando una red de satélites con sensores para intentar entender si nuestro planeta es más o menos oscuro de noche, y determinar si los LED han contribuido a ahorrar energía a nivel global. Con la introducción de las bombillas LED, OLED y PLED como sustitutos de las bombillas de filamento incandescente, plasma o gas se preveía un jugoso ahorro en el consumo eléctrico. El estudio, sin embargo, constata un efecto rebote provocado no por la tecnología, sino por cómo se usa. Con la implantación de los LED, muchas comunidades han pasado a instalar más puntos de luz con la excusa de que consumen menos. El resultado es que el consumo apenas ha bajado.
[layerslider id=2]
Los resultados del nuevo estudio publicado en Scientific Advances muestran que la intensidad de la iluminación nocturna no ha parado de crecer en los últimos años:
Como resultado, el mundo ha experimentado una masiva pérdida de la noche. Estados Unidos y Europa experimentan un cambio significativo de los ciclos de luz y oscuridad.
A esta conclusión se ha llegado tras analizar imágenes en alta definición obtenidas mediante el Instrumento Day-Night-Band (DNB) a bordo del satélite meteorológico Suomi NPP. El sensor de este instrumento tiene una resolución espacial de 750 metros (2.460 pies) y puede distinguir luz en un rango de entre 500 y 900 nanómetros (los seres humanos vemos entre los 400 y 700 nanómetros).
Las bombillas tradicionales emiten algo de luz infrarroja que el sensor del satélite sí capta. Por contra, las bombillas LED emiten parte de luz azul que el sensor no puede ver, pero el ser humano sí. En otras palabras, a medida que las ciudades cambian a LED, los científicos esperaban ver un decrecimiento en la luz percibida por el satélite aunque los seres humanos percibieran la misma luminosidad. No ha sido así. Christopher Kyba, principal autor del estudio e investigador en el Centro Alemán de Geociencias GFZ, explica:
Esperábamos que los países más desarrollados aparecieran más oscuros (aunque este no fuera el caso al ojo humano). En su lugar, la luminosidad ha permanecido constante y, en muchos lugares, incluso ha aumentado. Eso significa que, incluso aunque algunas comunidades estén ahorrando algo en su factura eléctrica, otras solo están añadiendo más luminosidad al instalar bombillas más brillantes y en mayor número. Los datos no concuerdan con la hipótesis de que los LED iban a ahorrar energía en alumbrado público.