La técnica enseñada por el entrenador a los menores fue clave para ayudarlos a no desesperarse y resistir durante las más de dos semanas que estuvieron atrapados.
Angela Tapia, 2018-07-12
Los niños hacían chistes y parecían calmados, pese a estar evidentemente débiles. Ese fue uno de los detalles que más asombró a los rescatistas cuando lograron llegar hasta los 12 menores que se habían quedado atrapados en una cueva en Tailandia, junto a su tutor. Fueron nueve jornadas de incertidumbre para ellos, entre el día que se perdieron y que llegó el primer rescatista a la cueva. Pero para muchos, una «fuerza divina» los acompañaba, tal como explican medios como The Washington Post.
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Esa fuerza divina vendría del entrenador de fútbol que estaba con ellos, Ekapol Chanthawong (25), quien, además de hacerles cavar un túnel para mantener el calor en la cueva, les enseñó a los niños una herramienta que les servirá para toda la vida: la meditación budista, una práctica que habría sido clave para ayudar a los menores a mantener la calma.
«Por lo que sé, el entrenador era un monje (budista), así que conoce técnicas de meditación, y las utilizó para calmar a los niños y lograr que utilizaran tan poco aire como fuera posible», corroboró a la prensa el almirante de la marina tailandesa, Arpakorn Yuukongkaew, responsable de la operación de rescate.
Cuando las adversidades son una oportunidad para aprender
El budismo, más allá de ser una religión, es un estilo de vida, según explica Gerardo Martínez, guía de meditación en el Centro Budista Camino del Diamante, en Providencia. «Se trata de valores que se adquieren y que sirven para expresar todo nuestro potencial. Y este se compone de tres cualidades: la ausencia de miedo, la compasión o el gran amor hacia los demás, y la sabiduría».
A través de la meditación, señala Martínez, se busca ese potencial, «y las situaciones difíciles que estés viviendo en el momento, van a ser simplemente un gran aprendizaje y vas a tener una gran fuerza para poder soportar la situación y sobrellevarla», agregó.
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Chanthawong, el tutor de los menores, sabía de vicisitudes en su vida. Cuando tenía 10 años, una epidemia de enfermedades respiratorias en Tailandia se llevó a sus padres y a su hermano menor. Su tía, quien pasó a tener su custodia, lo ingresó a un monasterio para que fuera monje budista, y alcanzó a prepararse por alrededor de 10 años, transformando la meditación en una actividad rutinaria de su día a día.
Este pasado de Chanthawong fue trascendental para ayudar a los niños, aseguró Aisha Wiboonrungrueng, madre del menor de los jóvenes tailandeses que estuvieron atrapados hasta el pasado martes. La mujer agregó que fue sorprendente que ninguno de ellos estuviera llorando, sino que esperaran calmados su rescate.
La paz mental
Para Martínez, el potencial que se desarrolla a través de la meditación budista, «es una fuerza interna», que permite a una persona confiar en sus cualidades y de que un determinado mal momento pasará. El guía cree que la corriente que enseñó Chanthawong es la «hinayana», muy popular en la zona de Tailandia y Malasia. Esta consiste en utilizar la meditación, trabajando la respiración y la paz mental, para desarrollar el potencial de una persona. «Es como cuando tomas un vaso lleno de agua y arena. Al principio esta todo turbio, pero si dejas el vaso sobre una mesa, la arena se va asentando y queda el agua cristalina», explicó.
«Para eso te pones en posición de loto o semi loto. Esa postura le da a nuestra mente una alerta para calmar los sentimientos y pensamientos. Así parte esa meditación», indicó. Debido a que esta práctica incluye distintos tipos de respiración y una posición determinada, es ideal que sea practicada en centros o con personas que la conozcan a fondo y que sirvan de guía.
Fuente: Emol.com