“Si quieres caer bien a la gente, no te hagas nutricionista. Los nutricionistas caemos mal porque decimos que muchas de las cosas que nos gustan a todos, no son buenas”. Así de directo y de tajante se muestra mi buen amigo Julio Basulto cuando habla de hábitos saludables. “Yo lo digo claramente porque, en realidad, no me importa caer bien o mal a nadie, excepto a mi mujer”, responde entre risas.
Pero, más allá de las bromas, Basulto tiene razón. Durante largo tiempo hemos pensado (y me incluyo aquí mismo) que “una copita de vino” al día no hacía ningún mal, de hecho muchos consideraban que era incluso recomendable. La tan mencionada “dieta mediterránea” siempre parecía traer de serie su vasito de vino, los más arriesgados nos hablaban de sus bondades antioxidantes y no faltaba el anciano que había superado con gracia los noventa años que se prestaba a decirnos su secreto: un poquito de tinto con la cena…
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Por supuesto todos sabemos que un consumo excesivo de alcohol conlleva infinidad de problemas físicos, sociales e incluso económicos. Nadie en su sano juicio afirmaría que el alcoholismo es beneficioso para el ser humano. Sin embargo, el concepto de “consumo moderado” sí se ha asociado durante demasiado tiempo a una serie de ventajas y beneficios que no se corresponden con la realidad.
En las últimas décadas han aparecido una gran cantidad de estudios científicos que tiran por tierra los supuestos beneficios de la ingesta, aunque sea moderada, de alcohol y su consumo está relacionado con problemas cardiovasculares, nerviosos o incremento del riesgo en diferentes tipos de cáncer.
¿Por qué seguimos creyendo que un poco de alcohol es beneficioso? Basulto lo tiene claro: “Existen muchos motivos: Una industria codiciosa, una sociedad acostumbrada y tolerante, unos sanitarios negligentes, unos medios de comunicación irresponsables, unos famosos ambiciosos, demasiados charlatanes, una legislación insuficiente, marketing engañoso…”
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“El único mensaje que debemos hacer llegar a la población”, explica el nutricionista, “es el que llega de la propia Organización Mundial de la Salud: Cuanto menos alcohol tomemos, mejor será para nuestro organismo”.
El camino para convencer a la población de esta realidad va a ser largo y difícil. Durante mucho tiempo el consumo de alcohol se ha instalado en el colectivo social que lo tolera e incluso, en muchas ocasiones, lo recomienda. Las elevadas tasas de consumo de alcohol en jóvenes, que además empiezan a beber cada vez más jóvenes, los datos de accidentes de tráfico o el perjuicio familiar y social que el alcohol lleva asociados, son el resultado de muchos de factores, pero uno de los más decisivos es esa visión benigna tan arraigada en nuestra sociedad de “por una copita no pasa nada”.
Cambiar esta situación va a necesitar de mucha información, paciencia y charlas divulgativas como las de Julio Basulto.
Referencias científicas y más información:
Stockwell T, Zhao J, Panwar S, Roemer A, Naimi T, Chikritzhs T. “Do “Moderate” Drinkers Have Reduced Mortality Risk? A Systematic Review and Meta-Analysis of Alcohol Consumption and All-Cause Mortality”. J Stud Alcohol Drugs. 2016 Mar;77(2):185-98.
Michael V Holmes, Caroline E Dale, et al. “Association between alcohol and cardiovascular disease: Mendelian randomisation analysis based on individual participant data” BMJ 2014; 349 doi: https://doi.org/10.1136/bmj.g4164
Julio Basulto La verdadera curva en J del alcohol