Una comunidad global de compañías está marcando la pauta en el mundo de los negocios. Hoy el sistema B invita a que, además de lo económico, las empresas tomen responsabilidad por el impacto social y medioambiental que genera su funcionamiento. Y es que para muchos actores ya no importan solo las ganancias, ahora también influye el propósito.
Cintya Ramírez Fuentes, 2018-12-28
[layerslider id=»2″]
Hasta hace algunos años, las empresas en general tenían como único fin generar ganancias para sus inversionistas. Ese fin justificaba los medios y entre lo que pasaba dentro y afuera de los dominios de las compañías no había más relación que lo referente a la comercialización de los productos.
[layerslider id=»3″]
Se dice que en las últimas décadas el mundo cambió. Cambió para dar paso a una nueva manera de hacer negocios. Hoy se está “redefiniendo el sentido del éxito en la economía”, dando cada día mayor relevancia al cuidado de las personas y del medio ambiente.
En ese contexto es que el año 2006 en Estados Unidos y Canadá nació B Lab, una organización sin fines de lucro que busca promover “una economía donde el éxito se mida por el bienestar de las personas, de las sociedades y de la naturaleza”, de acuerdo a su loable misión.
Poco a poco el llamado sistema B se expandió hasta convertirse en un movimiento global en solo una década. Según explica el cofundador de B Lab, Jay Cohen, “las empresas B son negocios que han alcanzado altos estándares: desempeño social y medioambiental, transparencia y responsabilidad legal para balancear el propósito y las ganancias”. La intención entonces es ocupar siempre la fuerza del mercado para generar un triple impacto positivo: en lo social, lo medioambiental y lo económico.
Actualmente hay más de 2.600 empresas B certificadas y el número sigue creciendo. Sumado a eso, más de 80 mil negocios son parte de la economía B, es decir, están preocupados de evaluar su impacto con foco en equilibrar sus propósitos y ganancias, y están usando los estatutos de valores compartidos de B Corp para alinear los intereses de sus negocios con los intereses de sus comunidades. “Nuestra meta no es que cada compañía sea una empresa B, sino que cada negocio esté inspirado a comportarse como una empresa B”, dice al respecto Cohen. La meta es que cada vez haya más empresas que buscan ser las mejores para el mundo.
[layerslider id=»1″]
El mundo que queremos
Ser empresa B es visto más como un camino de sostenibilidad que como un fin en sí mismo porque, para las empresas que siguen esta filosofía, la mejora debe ser constante. Son negocios con visión de largo plazo que avanzan desde y hacia el bien común. Jay Cohen cuenta un poco más al respecto.
¿Cómo es el proceso de certificación de una empresa B?
“El proceso en general comienza al hacer un compromiso, como es firmar la declaración de interdependencia del sistema B. Luego se empieza a medir y se aprende a manejar la empresa en relación con su rendimiento social y medioambiental. Se considera también lograr mejoras continuas, es decir, cada año, estarán creando más y más impactos positivos en las vidas de sus trabajadores, la comunidad en la que operan y el entorno natural del que toda vida depende.
Poco a poco el llamado sistema B se expandió hasta convertirse en un movimiento global en solo una década. Según explica el cofundador de B Lab, Jay Cohen, “las empresas B son negocios que han alcanzado altos estándares: desempeño social y medioambiental, transparencia y responsabilidad legal para equilibrar el propósito y las ganancias”.
Paralelamente, es importante ser transparente con el público respecto del progreso y los desafíos de la empresa para, finalmente, dar los pasos para que el gobierno corporativo de se alinee, con una estructura legal y con directores que tengan los mismos intereses.
La intención será no solo generar riqueza para los stakeholders, sino que también bienestar para las comunidades. Todas esas cosas juntas hacen que el sistema B sea único y que los cambios que se están haciendo sean significativos y duraderos”.
El sistema B está de moda. Es bien visto por las empresas e incluso puede dar estatus. Pero ¿cómo están logrando mover efectivamente a las compañías hacia este cambio de paradigma que significa la economía B?
“Usualmente tenemos dos conversaciones con las personas interesadas. La primera conversación es como cuando tocas la puerta y la persona del otro lado mira por un hoyito… Es para confirmar que es un camino seguro, que les hace sentido la propuesta. A ellos les contamos que el sistema B ayuda a atraer y retener talentos; asegura más financiamiento a largo plazo alineado con la misión; ayuda a convertir tus consumidores en evangelistas de tu marca; y ayuda a crear más valor financiero.
La segunda conversación es en torno a por qué esto es algo que deberían hacer ahora… Y esa conversación es, usualmente, sobre la familia o sobre las comunidades. Imagina que vas a casa y conversando con tu hija o tus nietos les hablas sobre lo que haces todos los días; ¿qué es lo que quieres que recuerden de ti? Usualmente, las personas no quieren ser recordadas por vender más productos o por lograr las metas numéricas, sino que quieren ser recordadas por cómo han tratado a otras personas, quieren que recuerden de ellos que fueron buenos miembros de la comunidad, buenos ciudadanos y que han contribuido con algo. Ese es el ejemplo que quieren dar a sus hijos y nietos. La conversación es entonces ¿cuál es el legado que quieres dejar?”.
¿Y en el caso de hablar respecto de las comunidades?
“Si hablamos de comunidades la pregunta es ¿en qué clase de sociedad quieres vivir? Si vemos el surgimiento de movimientos populistas como Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos y el Brexit en Inglaterra, hay una sensación de rabia en el sistema económico porque no está funcionando para la gente. Si queremos evitar gobiernos populares que tienden a no desempeñarse muy bien –sean de izquierda o de derecha–, necesitamos crear un sistema económico que sea bueno para todos, que cree trabajos con dignidad; que cree salarios dignos, en condiciones de trabajo seguras; un sistema que use nuestros recursos naturales de manera responsable y que ayude a regenerarlos para futuras generaciones.
Aquí hablamos también del legado, del ejemplo que queremos dar a nuestros niños y la sociedad en queremos que vivan. Estoy seguro de que si a la persona le importa algo de eso –y siempre es así–, son capaces de hacer que los números funcionen”.
¿Y qué pasa con las grandes corporaciones o las grandes empresas que siguen definiendo la ruta?
“Estamos recibiendo más y más atención de las grandes compañías en todo el mundo. Las grandes empresas privadas y estatales están muy interesadas en ser parte del movimiento B, y creo que una de las novedades que veremos en 2019 son anuncios significativos de multinacionales diciendo que este será su camino porque es mejor para su negocio y para las comunidades donde hacen negocios”.
Ser empresa B es visto más como un camino de sostenibilidad que como un fin en sí mismo porque, para las empresas que siguen esta filosofía, la mejora debe ser constante. Son negocios con visión de largo plazo que avanzan desde y hacia el bien común.
El movimiento B en Chile
Desde hace unos 6 años, las empresas B están presentes en diez países de Latinoamérica. Particularmente, Chile cuenta con alrededor de 150 empresas B certificadas y se espera que ese número llegue a 200 para fines de 2019.
El cofundador de B Lab, Jay Cohen, considera que Latinoamérica y, especialmente Chile, ya no está simplemente participando del movimiento B: “Ahora está liderando a nivel global, a través de un poderoso enfoque ecosistémico, donde están participando los emprendedores y académicos, las grandes compañías y hasta la prensa, lo que está transformando la cultura de los negocios, así como las expectativas en los negocios”. Y agrega: “Es un proceso emocionante porque cambia el ambiente en que las decisiones son tomadas y eso hace más fácil que los líderes de negocios puedan elegir desde sus valores ahora que tienen una comunidad que los apoya”.
Esa comunidad sigue en constante desarrollo. De hecho, en noviembre de 2018 la zona de Frutillar, Región de Los Lagos, fue elegida como sede del primer encuentro ‘realmente global’ de Empresas B y se convirtió en la reunión más grande que se ha hecho en el mundo. Participaron representantes de más de 700 empresas B, líderes de opinión, activistas de la banca ética, académicos y políticos que ven al movimiento B como una poderosa innovación… “Un camino que ayuda a crear mejores negocios, pero más importante, que ayuda a la gente a construir comunidades más fuertes y saludables”, opina Cohen.
[layerslider id=»2″]
¿A qué conclusiones llegaron en el encuentro?
“Lo que me quedó fue la importancia de poner tanto nuestra cabeza como nuestro corazón en el trabajo”, dice Jay. “Estamos viendo casos de negocios que muestran por qué las compañías y los inversionistas deberían estar cómodos moviendo sus negocios hacia el sistema B y, más relevante, buscamos un fuerte caso humano que ejemplifique por qué las personas debieran mover sus compañías, sus inversiones y sus compras hacia empresas B.
Sabemos que el sistema B es una herramienta que permite hacer que tus valores importen en el mercado. Tiene que ver con dónde vas a trabajar, lo que compras, cómo inviertes tu dinero e, incluso, cómo votas en elecciones políticas. El movimiento está enseñándole a la gente cómo pueden votar cada día desde sus valores, y no solo en lo político, sino que respecto de lo que creen del poder del mercado y desde su propio poder como consumidores, emprendedores e inversionistas”.
El mundo se está moviendo hacia una economía más colaborativa y más consciente, donde los distintos actores se están empezando a unir para hacerse cargo de los cambios que quieren ver.