¿Hacia dónde se encamina la Inteligencia Artificial? ¿Puede influir en nuestro devenir como sociedad? Quisimos indagar en algunas dudas que surgen a partir de esta herramienta cada vez más masiva, por lo que conversamos con Alejandro Ehrenfeld, investigador que ha trabajado con algoritmos y sistemas digitales hace décadas, para que nos explicara cómo funciona, hacia dónde se dirige, y cómo puede reflejar nuestra evolución como humanidad.
Por Paloma Soto Carmona
“Lo que nos identifica como seres humanos es que evolucionamos, que crecemos, que cambiamos constantemente, y un reflejo de esto es que desarrollamos tecnologías que reflejan dicha evolución y crecimiento. Entonces, la aparición de la Inteligencia Artificial (I.A) es justamente producto de que hemos mejorado las capacidades que nos identifican como seres humanos”, señala Alejandro Ehrenfeld. Ingeniero civil graduado en la Universidad de Chile, donde actualmente se desempeña, desde hace más de 10 años, como investigador del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC), como creador, testigo y usuario de una serie de herramientas de última generación para el desarrollo de sistemas complejos.
Dentro del ámbito de su experiencia, ha podido comprender el funcionamiento de diversos algoritmos y mecanismos digitales, desde su funcionamiento y construcción, pero también de su significado para nosotros como sociedad.
“Se trata de herramientas extraordinariamente útiles para sacar provecho de la enorme cantidad de información que estamos generando constantemente, con sensores, con videos, con textos, entre otros. Como es el caso de todas las herramientas científicas y tecnológicas que ha utilizado el ser humano a lo largo de la historia, el uso de las herramientas de I.A debe ser con conocimiento de causa, para sacarles provecho hay que entenderlas, tener conciencia de su alcance y de sus limitaciones”, afirma el investigador.
Los caminos de la I.A
A modo de contexto es importante conocer los dos caminos hacia los que se ha encaminado el desarrollo de esta tecnología. Por un lado están las grandes corporaciones (por ejemplo Google, OpenIA, Meta), que tienen por objetivo el lucro y el monopolio de sus productos. En este contexto se desarrolla una primera generación de algoritmos, llamados de machine learning (aprendizaje automatizado), donde se entrena una red neuronal para que pueda simular un proceso o hacer lo que se conoce como “regresión”, es decir, tomar un valor para una variable y que estime qué valor tendría otra variable. Para lograr con este tipo de algoritmos, por ejemplo, una aplicación que genere rostros humanos, han tenido que invertir enormes cantidades de recursos, colocar sus centros de datos y de procesamiento cerca de centrales de generación de energía, utilizando el equivalente a una ciudad de 3 millones de habitantes, además de apropiarse de los datos privados de las personas.
El segundo camino, el que está avanzando a través de investigadores y universidades, es el de generar herramientas de propósito específico, que trabajen con pocos datos y entreguen la mejor respuesta al problema que estén abordando, sin pretensión de generalidad ni de verdad, de una manera más democrática y accesible, donde cada modelo sea conocido por su creador y por los expertos que aportan los datos necesarios para su modelamiento. Por ejemplo, una aplicación específica para buscar agua en zonas desertificadas.
“Nos hemos dado cuenta de que no es democrático ni sustentable que cada sistema de I.A esté instalado consumiendo la energía de una central hidroeléctrica. Es muy desproporcionado. Cuando asumes que son herramientas creadas por el ser humano para ayudar a otros seres humanos, se convierte en algo más democrático y enfocado”, señala y agrega bajo este mismo parámetro que es importante ver estos sistemas como lo que son realmente. Más allá de las mitologías creadas en torno a ellas: “Los algoritmos no van a tender ese puente que existe en el ser humano con lo divino, o con la verdadera esencia de la conciencia. Que un software pueda hacernos sentir acompañados, con una voz agradable, con frases comprensibles, es sólo una simulación de una voz, no es producto de una consciencia”.
Si la inteligencia artificial es una herramienta creada por el ser humano para facilitar su trabajo, ¿por qué le tememos tanto?
Hay un tema complejo con la educación, que es algo que, queramos o no, está poco democratizado. Los niveles de cultura y apropiación del conocimiento son súper disparejos, en el mundo de la ciencia incluso. Hay muchas personas que si bien operan determinadas técnicas o tecnologías, no tienen conocimiento de causa de las mismas. Luego de una irrupción tecnológica, como pasó con el nacimiento de la Internet, lo que ocurre es que una gran mayoría de gente puede tener acceso a ella, pero no entiende bien cómo se utiliza o cómo funciona.
Por otro lado, generalmente, hay un grupo de interés que está abocado a crear una mitología en torno a estas nuevas herramientas, porque puede significar un mejor negocio. Creo que ese, justamente, es el tipo de mitología que está creando el grupo de gente que creó el Chat GPT, por ejemplo. De hecho, han creado adjetivos que lo están personalizando. Como cuando dicen que al equivocarse, el sistema está “alucinando”. No dicen que el sistema produjo algo falso sino algo fantasioso. Son semánticas distintas. Está todo orientado a referirse a algo en un lenguaje común, pero con una intención específica, que es darle características que en realidad no tiene. Ya el nombre “Inteligencia Artificial” es sumamente engañoso.
Todos estos factores, las grandes brechas en la educación y esta intencionalidad de crear mitos, es lo que yo creo que aumenta esta sensación de miedo. Justamente porque es el miedo a lo desconocido, a no saber hasta dónde llega esto, a no saber cuál es el límite.
Hay que tener claro que toda tecnología siempre debiese verse como el resultado de nuestra propia evolución. Es decir, a medida que nos hacemos más inteligentes, o que descubrimos nuevas perspectivas, vamos creando nuevas tecnologías que a nosotros mismos nos sorprenden, pero que son un producto de una creatividad colectiva. Porque todos los algoritmos, inteligencia artificial y todo lo relacionado con la ciencia de datos, son proyectos colectivos. De hecho, el sistema operativo que ocupan hoy en día todos los sistemas importantes del mundo, y fuera de este mundo, en los proyectos de viaje a Marte por ejemplo, el sistema operativo Linux, es también una creación colectiva.
Entonces estas nuevas tecnologías son producto de una evolución en las conciencias y es curioso que se quiera ver al revés, es decir, que estas tecnologías van a desarrollar una evolución de la conciencia.
Las nuevas generaciones y la conciencia
Considerando la I.A como una herramienta creada por el ser humano, ¿es posible que se vuelva un problema a futuro? Considerando justamente que pueda ser usada para controlar situaciones políticas, por ejemplo. ¿Es eso un potencial peligro?
Es bien interesante porque al principio pasó lo mismo con Internet. Se temía que hubiera un monopolio de información. Pero es muy difícil que se pueda controlar todo lo que ahí ocurre, para bien y para mal, o sin un juicio de valor. Como las I.A son herramientas probabilísticas basadas en datos, responden lo más probable dentro del acervo de información a la que tienen acceso. Por eso también depende de qué le preguntas. Por otro lado, quien está preguntando es un ente subjetivo. Entonces no es tan fácil que alguien pudiera ejercer un nivel de control tan estricto. Siempre hay cabida para el caos y la subjetividad.
Como toda herramienta, una vez que está puesta al servicio de todos, nadie puede controlar en qué se usa. Es cierto que hay tentativas de “colusión” o “conspiración”, como en todos las industrias humanas, e intentos de controlarlo todo con fines económicos, pero también es cierto que no siempre resultan bien (esos intentos) y que aquellos espíritus libres también ocupan la tecnología para sus propósitos más elevados, o para un propósito más colectivo.
En esa línea, ¿de qué forma crees que estas nuevas tecnologías podrían ayudarnos en términos de educación, sobre todo a las nuevas generaciones, para poder desarrollarse más?
Me hace pensar en ese concepto de que la vida siempre se abre camino. Si bien las grandes inversiones que se han hecho para desarrollar sistemas de I.A han sido con un objetivo económico, de alguna manera han abierto todo un espacio social y cultural que también democratiza, contribuye a generar un cambio en las conciencias. La gente se comunica de otra manera, a otra velocidad. Los jóvenes asumen cosas que para nosotros son sumamente novedosas, pero para ellos es algo con lo que nacieron, algo natural. Por supuesto que hay crisis, pero también hay jóvenes que lo usan como un complemento de sus estudios. Hace 40 años atrás, tener una enciclopedia era difícil. Y si la tenías, probablemente no era la última versión. Hoy en día Wikipedia es una enciclopedia extraordinaria y colaborativa que está al alcance de todos.
Muchas cosas, gracias a Internet, hoy se dan por sentadas y antes eran imposibles. Por ejemplo, las reuniones por video, que en los ’80 eran de ciencia ficción, hoy son parte de la vida cotidiana. Para mis hijos ya es natural preguntar algo a un computador y que les responda. Entonces el miedo se va diluyendo naturalmente. Lo que viene ahora es cómo las nuevas generaciones las van a empezar a usar cada vez de una manera más desenvuelta, desinhibida, entonces se naturaliza y eso refleja un cambio de conciencia.
¿De qué forma crees que, para personas que crezcan con esto incorporado, puedan desplegarse otros aspectos de nuestro desarrollo?
Es que creo que hay que verlo al revés. Es el estado actual de la mentalidad humana el que ha posibilitado que existan estas herramientas. Estas herramientas son una consecuencia de un estado evolutivo. No es al revés. No es que estas herramientas condicionen una potencial evolución, sino que existen estas herramientas porque existe esta evolución. Entonces, el hecho de que estos jóvenes van a crecer con estas herramientas es porque ellas están disponibles para tener otra perspectiva de una manera independiente y previa al desarrollo de la tecnología. El hecho de que den por sentadas estas tecnologías es porque les tocó, y el uso que les den va a depender también de sus desarrollos propios. Algunos las usarán para sumergirse en un ciclo de vicio con TikTok y otros estarán acostumbrados a preguntarle a cinco o seis fuentes antes de asumir que algo tiene un carácter de verdad, dada la información de que dispongan. Son distintas perspectivas para tomar la misma tecnología.
Me parece que el estado de la tecnología es un reflejo de los distintos estados de conciencia en los que estamos existiendo, y no al revés. Ahora, por supuesto que mirado de la perspectiva práctica me parece que esta tecnología refleja un ser humano que tiene mayor capacidad de abstracción, un ser humano que puede tomar mayor distancia de las cosas, de lo material y tener una visión más generalista, con mayor distancia, más espiritual, por decirlo de alguna forma.
Es algo que no vamos a poder saber, hacia dónde nos va a llevar…
Sí, es difícil saberlo. Pero esa es una visión individualista, porque somos todos parte de lo mismo. Pienso que el hecho de que lo vean las nuevas generaciones es lo mismo que lo veamos nosotros. Es una cuestión de flexibilidad frente al cambio. Creo que siempre, en la realidad que uno vive, están todas las semillas de lo que viene. Es cosa de ser imaginativo y uno ya intuye lo que viene. Sí se puede ver claramente un desarrollo diferente de lo que hemos visto hasta ahora, en lo espiritual y en lo colectivo.
Alejandro Ehrenfeld, Ingeniero Eléctrico graduado en la Universidad de Chile, desde 2009 a la fecha se desempeña como investigador del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC) desarrollando una serie de proyectos, con foco en el desarrollo de herramientas y modelos para la caracterización de fenómenos geológicos y de geociencias en general, mediante el uso de herramientas geoestadísticas, de ciencias de datos, de análisis de imágenes y de supercómputo.