“Los guerreros de Shambhala no visten uniformes, portan insignias o llevan estandartes. Ni siquiera poseen un territorio al que consideren su hogar.”
Llegada a nosotros a través de 12 siglos, la profecía sobre la venida de los guerreros de Shambhala ilustra los desafíos del Gran Cambio y las fuerzas que podemos ofrecerle. Joanna la conoció en 1980 de la voz de amigos tibetanos en la India, que se inclinaban a creer que la antigua profecía se refería a este preciso tiempo planetario. Ella la relata con frecuencia en los talleres, ya que sus predicciones, señales de gran peligro, son reconocibles ahora.
Existen diferentes interpretaciones de la profecía. Algunos representan la venida del reino de Shambhala como un evento interno, una metáfora de nuestro viaje espiritual interno independiente del mundo a nuestro alrededor. Otros la presentan como un evento completamente externo que se desenvolverá independientemente de lo que escojamos hacer o cualquiera que sea nuestra participación en la sanación del mundo. Una tercera versión de la profecía le fue dada a Joanna por su amigo y maestro Dugu Choegyal Rinpoche de la comunidad de Tashi Jong al norte de la India.
La profecía
Vendrá un tiempo en el que la vida en la Tierra estará en peligro. Grandes poderes barbáricos habrán surgido. A pesar que estos poderes emplean su riqueza en preparativos para aniquilarse mutuamente, tienen mucho en común: armas de incalculable poder destructivo y tecnologías que devastan el mundo. En esta era, cuando el futuro de los seres sintientes pende del más frágil hilo, el reino de Shambhala emerge.
No puedes ir allí, pues no es un lugar, no es una entidad geopolítica. Existe en las mentes y corazones de los guerreros de Shambhala—ese es el termino que Choegyal utilizó, “guerreros.” Tampoco es posible reconocer a un guerrero de Shambhala cuando se le observa ya que no visten uniformes, portan insignias o llevan estandartes.
No tienen torres de asalto a las que puedan subir para amenazar al enemigo o puedan esconderse, descansar o reagruparse. Ni siquiera poseen un territorio al que consideren su hogar. Siempre deben moverse por las tierras de los bárbaros.
El tiempo llega en el que un gran valor—moral y físico- es requerido por los guerreros de Shambhala, pues tienen que penetrar el corazón del poder bárbaro, penetrar los pozos y cavidades y fortalezas donde guardan las armas y desmantelarlas. Para desmantelar esas armas, en todo sentido de la palabra, deben de adentrarse en los corredores de poder donde se toman las decisiones.
Los guerreros de Shambhala cuentan con el valor de hacerlo porque saben que estás armas son manomaya. Están “hechas por la mente.” Al estar hechas por la mente humana, es está misma mente la que puede deshacerlas. Los guerreros de Shambhala saben de los peligros que aquejan la vida en la Tierra no son causados por ningún poder extraterrestre, deidades satánicas o un futuro predestinado por el mal. Surgen de nuestras decisiones, nuestras formas de vida y nuestras relaciones.
Así que en este tiempo, los guerreros de Shambhala entrenan. Cuando Choegyal dijo esto, Joanna le preguntó, “¿Cómo es que entrenan?” Entrenan en el uso de dos armas, contestó. “¿Qué armas?” Mantuvo sus manos alzadas en la forma en que los lamas sostienen los objetos rituales (el dorje y la campana) en la danza lama.
Las armas son la compasión y la comprensión. Ambas son necesarias, dijo. Tienes que tener compasión por que te da el jugo, el poder, la pasión para moverte. Esto significa no tener miedo del dolor del mundo. Así puedes abrirte a él, avanzar, actuar. Pero esa arma por sí sola no es suficiente. Te puede consumir. Entonces necesitas la otra—necesitas la comprensión acerca de la interdependencia radical de todo fenómeno. Con esa sabiduría comprendes que no es una batalla entre los “tipos buenos” y los “tipos malos,” porque la línea entre el bien y el mal transita a través del territorio de todo corazón humano. Con cada comprensión de nuestra profunda interrelación—nuestra ecología profunda—comprendemos que las acciones tomadas con una intención pura tienen repercusiones a través de la trama de la vida, más allá de lo que podemos medir o discernir. En sí misma, esa comprensión puede aparecer demasiado fría, demasiado conceptual, para mantenerte en movimiento. Por eso necesitas del calor de la compasión. El calor y la comprensión juntos pueden sostenernos como agentes del cambio total. Son dones a los que podemos aspirar ahora en la curación de nuestro mundo.
Éstas dos armas del guerrero de Shambhala representan dos aspectos esenciales del Trabajo que Reconecta. Uno es el reconocimiento y la experiencia del dolor por el mundo. El otro es el reconocimiento y la experiencia empoderante de nuestra interconexión radical con toda vida.