- Yo arranqué cultivos transgénicos de multinacionales, quemamos campos de trigo transgénico; tuve que asumir juicios por nuestras acciones, de los cuales fui absuelto.
- Si el mundo ha cambiado es por la cooperación entre los seres humanos, no por la competitividad. La raza humana ha mejorado porque ha ido compartiendo y ayudando.
Iván Santandreu dialoga con Josep Pàmies, 2019-04-04
Escucha la entrevista en el podcast:
¿Quién es realmente Josep Pàmies, este carismático agricultor catalán que tiene cientos de seguidores y que está impulsando “una revolución pacífica, como la que impulsó en su día Gandhi, de resistencia al sistema”? Revista Mundo Nuevo quiso conversar con él en un alto de su gira por Chile, Uruguay y Argentina, invitado Pronatural sobre su lucha para estimular a la sociedad a optar por una alimentación ecológica y su resistencia contra el poder de las multinacionales, los medios de comunicación y la industria farmacéutica.
–Josep, entiendo que perteneces a la cuarta generación de agricultores de tu familia en Cataluña.
-Sí, mi tatarabuelo, mis bisabuelos, mis padres y yo hemos sido agricultores.
Hacia la agroecología
–Tú seguías la línea de la agricultura convencional. ¿Cuándo y por qué diste este vuelco a la agroecología?
-Bueno, yo seguía la agricultura convencional, pero, mi padre la hacía en forma ecológica. Lo que pasa es que antes no se llamaba “ecológica”. Cuando entré con 16 años a la empresa familiar, yo le dije: “papá, apártate, que yo vengo con una máquina, yo así mato las hierbas. Pero tú me obligas a arrancarlas con la mano”… Y me entusiasmó esa nueva agricultura de la “Revolución verde”, que pensaba que iba a ser la solución de todos los problemas ¿no? Pero bueno, pasaron 25 o 30 años y vi que mis tierras estaban envenenadas con ese producto, estaban intoxicadas. Teníamos muy poquita tierra, había que hacerla producir muy intensivamente… y dejé de producir. Ya no sabía que abonos ponerle; con mi hermano estábamos enfermos, porque los agricultores somos los más intoxicados, porque comes la misma mierda que cultivas.
Un compañero que era más pionero, que tenía conocimientos de ecología, me dijo “todos los problemas de salud que tienen tú y tus tierras es debido al tipo de agricultura que haces”. Ahí empecé a cambiar de enfoque con miedo, porque todo el mundo tiene miedo a dejar los medicamentos: medicamentos de la tierra, medicamentos humanos. Y, poco a poco, fui dejando los insecticidas, herbicidas… y vi que era muy fácil cultivar.
Hasta que di el paso definitivo a la agricultura ecológica y me sentí indignado por el engaño al que me había sometido el sistema, que me había dicho que la única solución era la revolución verde, que es un bonito nombre para tanta agricultura nefasta.
Me sentí engañado y pase a una agricultura ecológica, a conocer el poder de las plantas medicinales frente a los medicamentos.
Cuando uno comete un error, uno siente pesar por ayudar a envenenar a mucha gente. Ahora sé que la gente que come vegetales de la agricultura convencional, está enferma por eso mismo. Y, bueno, aunque toda mi vida había estado en luchas sociales, sindicales y políticas, esta última fase es la que me ha dado más retorno (se toca el corazón), porque, cuando logras convencer a una persona a que cambie su dieta y consuma una planta en vez de tanto veneno, ves el agradecimiento de padres, de niños, de abuelos que recobran la salud con sencillas recomendaciones.
Activismo social
–Mucha gente hace este cambio de agricultura tradicional a orgánica, pero a ti te distingue que eres más contestatario con el sistema.
-Yo toda la vida he estado militando en causas sociales, y ahora mi causa social es ésta. Ahora estoy jubilado y tengo todo el tiempo del mundo para ayudar a los demás y ayudarme a mí mismo también.
–¿Es verdad que destruiste plantaciones de transgénicos? ¿O es parte del mito?
-Yo arranqué cultivos transgénicos de multinacionales, quemamos campos de trigo transgénico; tuve que asumir juicios por nuestras acciones, de los cuales fui absuelto.
He estado luchando siempre por esos temas. La lucha contra los transgénicos, la legalización de la estevia, fui el primero en llevarla a España. Hay flores comestibles que no me dejaban comercializar y las vendí igualmente, porque cuando alguien me dice que no puedo hacerlo, es cuando más ganas me dan de hacerlo. Cuando me provocan, yo no paro.
Es que, sí tú paras frente a una provocación que no tiene ninguna razón, estás aceptando la represión y la falta de libertad.
Para mí ya no es más importante si esa planta o sustancia pueda ser ilegal o no… Si no el derecho a ser libre. Yo soy libre, aunque me encierren en una cárcel, porque dentro de una cárcel seguiré siendo libre.
–¿Cuál es la esclavitud del sistema?
-La esclavitud es hacerte creer que sin las comodidades extremas que el sistema te ofrece, no puedes ser feliz. Además, te inoculan el miedo a perder esas comodidades, lo que te retrae respecto a lo que tienes que hacer.
Este es un sistema diabólico, que nosotros hemos creado. ¿Cuántas personas acusan de “ladrones” a los de arriba, pero cuando tienen algunos ahorros, los llevan al banco para que los invierta en la bolsa, en droga, en petróleo?
El ser humano tiene que ser consecuente, transparente. Y eso nos cuesta. ¿Quién no tiene dentro algo de egoísmo y avaricia? Este es el sistema que nos ha atrapado… Y no es de ahora. Siempre ha existido. Pero, aunque Darwin haya dicho que la raza humana ha mejorado por la lucha por la supervivencia, si el mundo ha cambiado es por la cooperación entre los seres humanos, no por la competitividad. La raza humana ha mejorado porque ha ido compartiendo y ayudando.
–En otras palabras, sé el cambio que quieres ver en el mundo ¿no?
-Sí. Gandhi lo decía: “No me sigas tanto, cambia tú también. No quieras que yo haga el cambio por ti”.
Cuando tú cambias, el poder va contra ti, que es lo que me está pasando a mí. Yo he cambiado, estoy defendiendo mis ideas y el poder me ataca. Pero, cuando tú haces lo que crees que es lo correcto, cuando te ataca el poder, te da fuerza.
El lado oscuro de Facebook
–A propósito del poder. Recientemente cerraron tu página de Facebook. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?
-Me engañaron con la agricultura tradicional, me engañaron con que Facebook podía ser un foro de libertad donde nos podíamos expresar libremente, con tal de que no patrocines temas de violencia, narcotráfico o prostitución… ¿Yo que he defendido? Simplemente he compartido ideas de sanación, autosuficiencia alimentaria y he criticado el veneno que nos están vendiendo… ¿Y que te cierren el Facebook por eso? Pues significa que este es un sistema represor, que utiliza las redes para autorizar sólo lo que no molesta al sistema. Y, cuando molesta, te cierran.
Esto está haciendo que la gente abra sus ojos y muchas personas ya están pensando en alternativas de difusión encriptadas. Las sociedades libres tendremos que utilizar un sistema al margen del sistema.
–¿Crees que este tipo de censura, como el cierre de tu cuenta de Facebook, representa al “Gran Hermano” moderno?
-Sí, pero esto me enorgullece. Yo soy sólo un agricultor, no soy nadie, no soy político, no tengo título. Y que Facebook o el Diario El País, me persiga para combatirme, significa que tengo que tener mucho poder ¿no? Poder con qué ¿con la palabra? Imagina lo que puede hacer la palabra.
–¿Pero por qué les molesta tanto, al punto de llegar a cerrarte la cuenta de Facebook?
-Bueno, es debido a la credibilidad de lo que publico: Mi crítica a los transgénicos, a las vacunas extensivas, a la alimentación basura de los supermercados. Y también la difusión de mi postura respecto a que tenemos que ser autosuficientes.
Este es un sistema cínico, en donde los poderes políticos y económicos son los reyes del mambo y nosotros unos desgraciados. Pues no. Nosotros queremos ser también los reyes del mambo. Mis niños y mis nietos también quieren comer como las princesas de España. No quiero que enfermen por la basura que comíamos antes y que nunca han comido los reyes, ni los presidentes de gobierno, ni los ministros.
El futuro de las farmacias
–Si has circulado por Santiago, habrás visto que casi en cada esquina hay una farmacia. ¿Qué sensación te genera?
-Las farmacias en pocos años más van a ser expendedoras de lo que eran: de plantitas. Porque la farmacia ya es un fracaso. No sabe curar y la gente se ha dado cuenta. En el mejor de los casos, cronifican, pero provocan mucho dolor. Hay desconfianza en el sistema médico. Claro que tiene una parte extraordinaria: de urgencias, diagnóstico, cirugías… Eso es extraordinario. Pero la farmacolización con la medicina ha sido un fracaso, está cayendo, como está cayendo la agricultura industrial.
¿Quién va a comprar transgénicos? Los pobres no tienen información. Pero, la clase media ya está apartando los transgénicos y está abandonando la agricultura que contienen venenos de Monsanto, y Bayer y Novartis. Estas son farmacéuticas que saben producir tóxicos para contaminar los platos para, después, crear clientes y darles más medicamentos que los curen. Es el diablo total.
¿La gente visualiza esto? Quizás sí. Yo siempre digo: “Si no puedes comer ecológico, come menos porquería”.
–Y cuando aparece alguien con esa claridad, los medios de comunicación lo silencian.
-Sí, pero, los grandes medios están cayendo también. Nadie compra periódicos la gente está buscando en las redes otra información, porque sabe que nos están engañado.
–Incluso han empezado a decir que aquellos que se han atrevido a decir cosas más reales, son promotores de “fake news”, o noticias falsas…
-Sí. Claro, que lo hagan. La gente tiene el libre raciocinio y tiene que valorar. Al final, sabes distinguir una noticia falsa de una real. Pero para eso, tienes que conectarte contigo mismo.
La Dulce Revolución de Josep Pàmies
–¿Cuál es el sentido de hacer esta gira en el Cono Sur?
-Porque el idioma común nos permite compartir ideas con mayor facilidad. “Dulce Revolución Argentina” ya se ha constituido hace un par de años. Y de “Dulce Revolución Argentina” ya hemos visitado Argentina, Uruguay y Chile. Tenemos la intención, además, de ir a Colombia, México y Perú.
–¿Qué es la “Dulce Revolución”?
-Esta es una idea que nació en Cataluña, España, y busca incitar a las personas a ser autosuficientes en alimentación, salud, terapias naturales y energías. Es una idea fácil; todo el mundo lo puede hacer en casa o en su pequeña asociación o barrio. Y, aunque se llamen de otra manera, para nosotros también son “Dulce Revolución”.
La “Dulce Revolución” es una asociación que pretende no crecer en estructura, porque cuando crecen, por ejemplo las grandes ONGs, se venden al sistema. La estructura es lo que mata las ideas.
–Tú tienes un libro que se llama precisamente “Dulce Revolución”, pero está agotado. ¿Se va a volver a editar?
-Sí. Estamos preparando una edición especial para Argentina, Chile y Uruguay. Estamos creando las redes para su venta.
–¿Alguna última reflexión acerca de tu gira?
-He visto que hay una sociedad muy viva. Tanto en Argentina, como en Uruguay y Chile me he entrevistado con muchas organizaciones muy potentes. Veo con sorpresa que están mucho mejor que nosotros en España. Nosotros estamos pasando una época de persecución total en España respecto a las terapias naturales.
Revisa el video de la entrevista completa aquí: