La industria azucarera trabajó directamente con científicos en la década de los 50 y 60 para tratar de minimizar el papel del azúcar en las enfermedades cardíacas y trasladar el foco hacia la grasa y el colesterol. Así lo ha concluido una investigación publicada en septiembre pasado en JAMA Internal Medicine.
«Hoy en día, es casi imposible contar la cantidad de empresas de alimentos que patrocinan investigaciones que suelen dar resultados favorables a sus intereses», asegura un editorial de la publicación.
Los hallazgos provienen de varios documentos encontrados recientemente por una investigadora de la Universidad de San Francisco, la doctora Cristin Kearns, que muestran que la Fundación para la Investigación sobre el Azúcar (SRF, por sus siglas en inglés) financió un estudio con el claro interés de que se pasara por alto el papel del azúcar en las enfermedades cardíacas y que se señalara a las grasas.
Kearns examinó los archivos, entre los que figuraban varias cartas entre la SRF, el profesor del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, Marcos Hegsted, y el que fuera presidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Roger Adams. Todos ya fallecidos.
Curiosamente, el propio Hegsted había sido el autor de varios estudios que señalaban que el nivel de glucosa en sangre era mejor indicador de aterosclerosis que el de colesterol y que, por tanto, relacionaban de manera directa el azúcar con enfermedades cardíacas.
La maniobra de la SRF consistiría en contratar a Hegsted y al jefe de su departamento en Harvard, el profesor Fredrick Stare, para que formara parte del comité asesor científico de la Fundación y realizaran una revisión de todos los estudios realizados hasta la fecha sobre las posibles causas de las afecciones cardiacas.
La correspondencia no deja lugar a dudas sobre el «especial interés» de la SRF en «ahogar» la relación de los hidratos y la salud cardiovascular, ni sobre el conocimiento que Hegsted tenía de este interés: «Somos muy conscientes de su interés particular en los hidratos de carbono y abordaremos el asunto tan bien como podamos», afirmaba el investigador en una de sus misivas.
Finalmente, el estudio fue publicado a través dos artículos en la revista The New England Journal of Medicine, no sin antes haber recibido el visto bueno de la SRF. Sus conclusiones eran claras: solo había que tener cuidado con las grasas y el colesterol.