No es cierto que a más inversión, más salud y que la crisis sea sólo de índole económica. Es nuestra visión de la salud, de la enfermedad, de la vida y la muerte lo que está en cuestión.
Dr. Jorge Carvajal
Así como vemos el mundo nos vemos a nosotros. Nos moldeamos según nuestro modelo del mundo. Un cambio de visión es producto de un cambio de conciencia, por lo que es interesante conocer cuál es nuestra postura como observadores para comprender mejor nuestros puntos de vista. Si nos vemos como víctimas no podemos menos que construir un mundo de verdugos. Si vemos el mundo como un agregado de materia así nos veremos a nosotros, como complejos moleculares. Si nos vemos como enfermos, confundimos nuestro ser con la enfermedad y en esa falsa identidad la fortalecemos. Es interesante pues, más allá de dogmas y prejuicios, saber que no hay visiones correctas o incorrectas, todo depende de nuestro punto de vista. De nuestra postura como observadores.
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Esa posición del observador, que en términos de los físicos estaría determinando el mundo que observamos –para algunos también el mundo que creamos- establece nuestro modo de relación con el mundo, o el modo de interiorizar el mundo que observamos y recreamos.
Para ver nuestros sistemas de salud y pretender cambiarlos hemos de ser capaces, antes que nada, de cambiar nuestros propios puntos de vista. De salir de visiones estrechas puntuales o lineales, a una visión que abarque todas las dimensiones posibles de los procesos sociales en que nos desenvolvemos. Esto implica salir de dogmas y verdades a medias, renunciar al voluntarismo y al catastrofismo. Aceptar las cosas tal cual son es el primer paso hacia el cambio. Pretender cambiarlas sin aceptarlas genera resistencias y desgaste innecesario. No se trata ahora de la lucha entre los mejores y los menos buenos o entre el bien y el mal. Se trata de comprendernos, de aceptarnos, de darnos la mano y completarnos. Se trata de unirnos, no de revolvernos, más bien de afirmarnos en el grupo, dando la nota que, a cada individuo, sociedad o país, corresponde.
La crisis de los sistemas de salud
Los sistemas de salud del mundo están en crisis. Crisis económica es cierto, pues cada vez se incrementan los costos de medios diagnósticos y terapéuticos. Pero la crisis de la economía sanitaria, que dificulta una adecuada relación costo-beneficio en la prestación de sus servicios, es consecuencia de otro tipo de circunstancias críticas. Nuestros modelos de salud generan dependencia, están medicalizados y centralizados, hacen un énfasis desmedido en la atención de la enfermedad, no previenen, no educan, no crean salud. Más que sistemas de salud, son sistemas de enfermedad, concebidos para afrontar los síntomas más que las causas. Desintegran la dimensión humana, compartamentalizan el cuerpo, subdividen en especialidades múltiples, frecuentemente desconectadas entre sí, y abusan de los recursos farmacológicos. Desconocen la inteligencia de nuestros cuerpos, adquirida después de una experiencia evolutiva de miles de millones de años, y se superponen a nuestra naturaleza, imponiéndole pautas generadoras de daños colaterales, en ocasiones más graves que la misma enfermedad
No es cierto que a más inversión más salud y que la crisis sea sólo de índole económica. Es nuestra visión de la salud, de la enfermedad, de la vida y la muerte lo que está en cuestión. Hemos generado sistemas médicos jerarquizados, verticales, dependientes excesivamente de la figura de un médico que no se integra efectivamente al equipo de salud y que ejerce una autoridad que muchas veces no viene realmente de la ciencia, como casi siempre se pretende.
A nivel global no tenemos hoy mejor salud, no somos más íntegros, no se han reducido la tasa de suicidio, no tenemos menos enfermedades degenerativas. Emprendimos la guerra contra el cáncer sin que décadas después podamos mostrar resultados muy alentadores. A pesar de los innegables logros en el campo de la salud pública, no hemos logrado controlar muchas de las infecciones que desde siglos asolan la humanidad. Alrededor de un tercio de las muertes hospitalarias se deben a complicaciones de nuestros tratamientos médicos aceptados.
Los costos de la investigación, el poder de farma- industria y su posicionamiento como un sector de gran rentabilidad, las fallas en el modelo educativo y el enfoque reduccionista del ser humano en las facultades de medicina, convierten la prestación de servicios de salud en uno de los problemas de mayor envergadura para la sociedad actual.
Además de ser una crisis económica, la de los sistemas de salud es por sobre todo una crisis de visión. Requerimos hoy un enfoque diferente de la salud y de la enfermedad; de una forma distinta de ver al ser humano que buscamos sanar, y por tanto de su vida y de su muerte.
Replantearnos el sistema de salud
Además de ser una crisis económica, la de los sistemas de salud es por sobre todo una crisis de visión. Requerimos hoy un enfoque diferente de la salud y de la enfermedad; de una forma distinta de ver al ser humano que buscamos sanar, y por tanto de su vida y de su muerte.
Esto significa trascender, sin negarla, la biología molecular; asumir las implicaciones de los más recientes descubrimientos de la neuro cardiología, la plasticidad neuronal y la epigenética, y trascender la visión positivista que asimila el ser humano a una simple emergencia evolutiva del reino animal. Un cambio de visión representa saber que desde una postura en la que reducimos el ser humano a un complejo sistema molecular, no podremos ver jamás el campo de energía, ni el universo de información, de lenguaje y de sentido en el que también vivimos.
Este cambio de conciencia significa expandir nuestra visión más allá del estrecho margen de la física newtoniana, involucrar la visión cuántico relativista a nuestros códigos de lectura, e ingresar de lleno, más allá del dualismo mente cuerpo, en la dimensión de una medicina que involucre tanto el olvidado paradigma cuerpo- tierra como la visión emergente de la no localidad de la conciencia, concebida como la gran corriente de la vida en la que somos en relación con toda la naturaleza.
El cambio de conciencia nos lleva a un cambio de nuestra visión
Cambio de visión de la salud no ya no como un estado de bienestar físico emocional, mental y espiritual, sino como un proceso dinámico que tiende a la integridad, o restauración de la unidad relacional con uno mismo y con todo lo demás. Esta visión enfatiza el hecho de la relación en si como el común denominador de todas las formas de manifestación. Todo cuanto es, nosotros incluidos claro está, es en relación. La gran implicación en la relación terapéutica es que esta relación en si representa el primero y el más esencial de los medicamentos.
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Cambio de visión de la enfermedad que en esta visión no es lo contrario de la salud, y puede representar una crisis u oportunidad para emerger a un nivel superior de salud o de mayor integridad. Podemos ver la enfermedad como una estrategia adaptativa a veces fallida de nuestra naturaleza biológica y o personal. Así, más que atacar la enfermedad como una catástrofe, es necesario comprender su dinámica multicausal y sus lecciones implícitas. Así podemos afrontar los síntomas como respuestas adaptativas de nuestra naturaleza, la mejor que el organismo pudo expresar para compensar un desequilibrio.
Cambio de visión de la vida concebida más allá de la biología como gran corriente de conciencia que va entrelazando distintos niveles evolutivos, incluyendo aquellos que precedieron la química orgánica. La red entretejida de la vida se proyecta más allá del cuerpo, que en realidad es como la onda portadora del complejo patrón de información que cada vida comprende. Se enfoca la vida a la luz de una biología sistémica como un proceso de aprendizaje que se da por la interacción de un patrón de información auto-recreativa con la estructura permanentemente cambiante del cuerpo. Así, salud enfermedad, vida y muerte representan modos de aprendizaje evolutivo. Sanar tiene que ver enseñar, vivir con aprender, la enfermedad y la muerte representan procesos de aprendizaje. La resistencia al aprendizaje genera fricción, dolor que se convierte en sufrimiento, e inercia que nos lleva a la repetición de lecciones no aprendidas.
Esta concepción de la vida y la muerte, de la salud y la enfermedad, como procesos dinámicos de aprendizaje, implica una dimensión pedagógica de la terapéutica y una dimensión terapéutica de la pedagogía. La mejor manera de crear salud es educar y salir de la ignorancia de lo que somos en realidad. Educar acerca de lo que somos de verdad es una modalidad de terapia irreemplazable que despierta nuestro potencial para cambiar, dado que la mayoría de nuestras enfermedades crónicas se relacionan con estilos de vida malsanos enraizados en hábitos, condicionamientos y falsos sistemas de creencias.
Cambio de visión de la muerte. Se puede concebir la muerte, no como lo contrario de la vida sino como un evento necesario a todos los niveles para que la vida sea viable. Desde la biología de la apoptosis o muerte celular programada, hasta el desapego y la renuncia a lo que no es esencial en el plano de la personalidad, eso que llamamos muerte es en realidad la matriz desde la que se generan nuevos niveles de orden necesarios a la renovación de la vida.
El potencial del futuro
Estamos emergiendo hoy a un nuevo nivel de observación, en el que el observador, la humanidad misma, está observando un nuevo mundo, enraizado en el orden de las profundidades. Este mundo involucra la materia, la energía, la información y la conciencia en un gran campo unificado e indivisible del que somos parte.
Integrarnos a ese campo y aprender a utilizar su enorme potencial será el arte y la ciencia de una nueva forma de abordar la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. De un nuevo modo de vernos a nosotros mismos como humanidad. De crear salud.
Jorge Carvajal, es médico de la universidad de Antioquia, pionero de la medicina bioenergética en Hispanoamérica y creador de la sintergética. Es el creador de Via Vida, plataforma para la expansión mundial de esta nueva forma de ver la medicina. www.davida-red.org |