Iván Andrés Santandreu
Lo he probado todo y lejos la mejor opción para movilizarse es la bicicleta. Y no es solo por motivos ambientales y de salud, sino también porque es la forma más práctica y agradable de transitar por la ciudad.
Cada año, ingresan más de 300 mil autos al parque automotriz, lo que colapsa cada vez más nuestras calles. Es verdad que andar en auto es cómodo y todavía suele ser la alternativa más rápida de transporte. Pero, a la larga, se termina medio neurótico arriba del auto, con el tráfico paralizado casi a toda hora. Además, el uso del auto también contribuye a nuestros hábitos malsanos de sedentarismo, que derivan en una mala salud.
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El metro da esa sensación industrial de grandes masas anónimas, con estaciones y andenes de factura fea y poco amigable. Aun reconociendo su practicidad, creo que nadie podría decir que contribuye a fortalecer el lado más amable del ser humano. No hay plantas, sino aire viciado; no hay música agradable, sino televisores estridentes y poco gratos, omnipresentes en todos los andenes. El metro tiene es aire orwelliano, de grandes masas ciegas, dirigiéndose a destinos sin propósito alguno.
Por lo mismo, no tiene comparación con el contraste del aire fresco en la superficie, el sol, el verde de los árboles y de los jardines en las veredas, a medida que se pedalea en bicicleta a una velocidad amable y que permite observar el entorno. Aun cuando vivo a 12,7 km de mi lugar de trabajo, de todas las posibilidades, cada vez que puedo usar mi bicicleta, esta termina siendo la opción más placentera y saludable.
En algún momento, tuve una bicicleta eléctrica, por la distancia y sobre todo por la pendiente de casi 70° de los últimos 700 metros antes de llegar a casa. No recomiendo la bicicleta eléctrica, pues se trata de un mercado incipiente, con pocas alterativas, normalmente con modelos pesados y semiobsoletos y además con un servicio técnico deficiente. De alguna manera, también te da la sensación de ser una especie de loser, al tener un motor silencioso que te ayuda a no pedalear tanto. Da la impresión subjetiva de que no te la puedes con una bicicleta normal y que te tienen que ayudar. Loser total!
Ahora en verano, cómprate una bicicleta liviana – no una mountain bike-, un modelo para la ciudad y prueba la diferencia en movilidad urbana. ¡Tu salud, tu ánimo y el planeta notarán la diferencia!