La evidencia científica en relación con el timerosal es tan abrumadora, que no se entiende que aún se siga utilizando en nuestro país, a pesar de que existen alternativas, pues no se ocupa como preservante en ninguna parte de Europa, Rusia ni Japón.
Iván Andrés Santandreu. 2017-04-21
Es lo que repetía el doctor en el noticiario, una y otra vez. El mercurio en los pescados, el metilmercurio, sería malo para la salud. En cambio, el que se encuentra en las vacunas infantiles como preservante, el timerosal que se transforma en etilmercurio, sería inocuo para la salud. Este sería el mercurio bueno.
Escuché decir lo mismo a otro doctor, en otro noticiario, y agregaba que los estudios que señalan problemas en relación con el timerosal eran “malos” y los que señalaban lo contrario eran los “buenos”.
Ese es el tono paternalista que en general ocupan los doctores en los noticiarios y matinales, como si todos fuéramos tontos, que no pudiéramos entender, leer ni informarnos de verdad.
La realidad es que hay más de 240 estudios científicos que demuestran que el timerosal es altamente tóxico; un veneno en algunas vacunas, en concentraciones –al menos en Chile- decenas de veces sobre cualquier tipo de norma que se escoja, la de la EPA, de la FAO o la de la OMS, etc.
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Recientemente, se publicó un nuevo estudio, esta vez un metaanálisis, es decir, un estudio científico que agrupa a su vez a muchos estudios sobre el mismo tema. Y sus conclusiones son demoledoras: el etilmercurio (timerosal) es tan tóxico como el metilmercurio. Nada que ver lo del “mercurio bueno y el mercurio malo”: ambos son igualmente tóxicos.
En realidad, lo anterior no es ninguna novedad. Por años, se han ido acumulando estudio tras estudio que señalan aquello, solo que esta revisión ha sido realizada por dos científicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
La evidencia científica en relación con el timerosal es tan abrumadora, que no se entiende que aún se siga utilizando en nuestro país, a pesar de que existen alternativas, pues no se ocupa como preservante en ninguna parte de Europa, Rusia ni Japón.
Peor aún –y aunque usted no lo crea- no existe ningún estudio de bioseguridad que demuestre que el timerosal de las vacunas es seguro para ser administrado en embarazadas y lactantes. Si usted es capaz de encontrar uno solo, al menos un solo estudio que demuestre su seguridad, puede ganarse 100 mil dólares norteamericanos, algo así como 65 millones de pesos chilenos. ¡Encuéntrelo, vaya a www.worldmercuryproject.org en la web y envíelo!
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La evidencia científica en relación con el timerosal es tan abrumadora, que no se entiende que aún se siga utilizando en nuestro país, a pesar de que existen alternativas, pues no se ocupa como preservante en ninguna parte de Europa, Rusia ni Japón.
El uso de las vacunas con timerosal en Chile tiene un dejo de mentalidad medieval. Me recuerda cuando la gente creía en la generación espontánea, en la Tierra plana o en las estrellas como faroles. Tomó siglos sacarlos de ahí. ¿Cuánto tiempo nos tomará a nosotros eliminar el timerosal de las vacunas?
¿Somos tan pobres que no podemos financiar vacunas de mejor calidad para nuestros propios niños? ¿El principio de precaución no significa nada para nuestras autoridades? ¿Qué parte de todo esto no se entiende frente a algo tan evidente?
Revisa el completo reportaje de investigación sobre la toxicidad del timerosal y las vacunas que lo contienen en Chile aquí.