Ricardo Soto, médico general de la Universidad de Chile, Master en Gestión Pública de la Universidad Andrés Bello, discípulo del linaje de tradición iniciática Kunli y fundador de Medicina Consciente está convencido de que lo que estamos viviendo es la pandemia del miedo. Con él conversamos sobre la necesidad de enfrentar con una mirada más consciente el Covid-19.
Iván Andrés Santandreu conversa con el Dr. Ricardo Soto.
Una mirada holística
“Este es un tiempo de recogimiento”, explica el doctor Soto. “Esta enfermedad implica frenar la exposición al mundo y empezar a realizar un proceso de recogimiento en búsqueda del sentido”, agrega.
-Coronavirus: ¿Crisis sanitaria o crisis de pánico? ¿Qué es peor?
-En primer lugar es fundamental entender qué es un virus. En términos simples, un virus es un código genético que es capaz de invadir una célula, por ejemplo, y ocupar su energía para replicarse y generar un efecto, dependiendo del sistema inmunológico de ese huésped. Existen muchos virus, de distintas familias. Están los que afectan básicamente el sistema respiratorio, que se conocen como: virus respiratorios. Ahí se encuentra el virus de la familia de la influenza.
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-¿La influenza es lo que reconocíamos como “gripe”, cuando éramos niños?
-La influenza es el agente que produce el efecto físico llamado “gripe” o estado gripal, que, por cierto, es distinguible de un resfrío común, o de una neumonía.
La gripe es un cuadro autolimitado, como la mayoría de los virus. Es decir, el propio cuerpo vive la experiencia y, luego, se autosana –explicándolo en palabras simples-, pero debemos transitar por la crisis: el dolor físico, el decaimiento, etc. que nos paraliza la vida.
Lo que estamos vivimos actualmente es producido por virus de otra familia que se llama “coronavirus”. Sin embargo, este Covid-19 es distinto, porque es nuevo y proviene de una zoonosis. De ahí proviene la mutación del material genético de ese virus, que nos ha estado afectando a todos.
La familia de los coronavirus ha sido conocida por producir un efecto, distinto al virus de la influenza, pero no debería producir daños graves, como, por ejemplo, el síndrome respiratorio agudo.
Así mismo, sabemos que el coronavirus es muy contagioso, así como el resfrío común. Sin embargo, el Covid-19 se está distinguiendo tanto por su velocidad de contagio, como por sus efectos.
-¿Por qué este coronavirus, en particular, tiene otros efectos en la salud de las personas que los clásicos coronavirus?
-Eso es lo interesante. Viene a poner a prueba el estado vibracional de la humanidad. Y aquí me atrevo a empezar a hablar de temas distintos, desde una mirada más holística.
Hay que recordar que, a pesar de todo lo que los medios están difundiendo, el 84% de las personas que se infectan de este nuevo coronavirus lo viven como un resfrío leve, casi asintomático. El 14% va a vivir algo más moderado, quizás con dificultad en su capacidad pulmonar o ventilatoria. Y sólo el 5% de los infectados llegará a manifestar algo crítico, que requiere de una cama en la UCI.
Se sabe que, hasta ahora, menos del 2% de los infectados fallece. Entonces, hay que entender que mueren muchas menos personas de coronavirus que los que fuman tabaco. Incluso, hoy hay más femicidios que muertes por coronavirus.
-Esta es una crisis sanitaria, pero también estamos viviendo una crisis de pánico. ¿Hasta qué punto ambas dimensiones deben equilibrarse? Respecto a lo que mencionas, ¿medidas, como el cierre de aeropuertos, ciudades y colegios podrían tener un efecto peor? ¿No será más perjudicial el remedio que la enfermedad?
-Efectivamente. Pienso que hoy estamos viviendo la pandemia del miedo. No obstante hay situaciones que hay que contener, a nivel de salud pública, como la llamada curva de contagio y Chile puede aprender a enfrentarla con la experiencia de otros países
-¿Cuál es a tu juicio la mejor estrategia para enfrentar el coronavirus?
-La estrategia tiene que ser adecuada a las distintas localidades. Al huésped le va a afectar, sobre todo, si está vibrando en una frecuencia baja.
La densidad del virus no penetra en frecuencias altas, como son los niños y las personas jóvenes y vigorosas con un propósito trascendente claro.
Va a afectar a personas que están dejadas de lado, abandonadas por una sociedad occidental que sobrevalora el exitismo y que ha olvidado la sabiduría de los antiguos, de las “personas grandes”, como me gusta llamarlas a mí, que son los mayores.
Los adultos mayores están abandonados, hay miedo, etc. Ahí se presentan vibraciones más bajas y es así como este virus penetra.
-Qué interesante la explicación.
-Le llaman “coronavirus” porque tiene unas espículas externas muy llamativas. Esta corona nos hace recordar cómo se apreciaba la energía del eclipse solar total que vivimos no hace mucho tiempo. De hecho, estamos en periodo de intereclipse. Va a haber otro a fin de año. Esto no es casualidad, tampoco el que hayamos hablado en su momento de la corona del sol. Corona se le llama también al séptimo chakra, el que nos reconecta con el cosmos.
¿Cuándo se vibra en baja frecuencia? Cuando hemos olvidado lo que somos. Cuando importa poco lo que esté pasando con el cambio climático, cuando estamos desconectados de la naturaleza, de nuestra naturaleza, como seres humanos, no distintos a los animales; somos parte de un todo. Aquí es fundamental el sentido de pertenencia y cuán encausado estamos frente a nuestro propósito.
Yo hacía el símil de la corona, porque hay algo que se está coronando. Cuando el bebé nace, presenta su corona. Algo está naciendo, despertando. Esto está escrito hace milenios.
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El coronavirus y el ocaso del antiguo paradigma
“En los textos más hermosos y antiguos, como los de las vedas, por ejemplo, ya está escrito que estamos pasando de Era. Lo que estamos viviendo es el ocaso del antiguo paradigma y el nacimiento del nuevo”, destaca el doctor Soto.
“Aquello que encontrábamos en el cordón montañoso del Himalaya, por ejemplo, está aquí en Los Andes. Hoy no hay que viajar a Bután o al Tíbet. Lo que estaba custodiado antes por el pueblo tibetano, hoy está resguardado por un precioso pueblo andino llamado Quero”, añade.
– ¿De dónde proviene el pueblo Quero?
-Se localizan en lo que entendemos por el altiplano chileno-boliviano, sobre los 4.000 metros de altura.
El pueblo Quero se logró aislar de la invasión española. No los encontraron nunca, dado su alto nivel energético. Y hoy, luego de muchos años de estar herméticos, han decidido exponerse y presentarse ante el mundo.
Los Quero fueron perseguidos por algún Francisco, no sé si se trató de Francisco de Villagra u otro y, posteriormente, se lograron aislar de la corona española. Para aparecer nuevamente estaban esperando, como señal, que llegara otro Francisco a la cúpula: El Papa. Cuando el Papa fue nombrado, bajaron los sacerdotes a decir: Aquí estamos para custodiar la kundalini o energía que estaba en los Himalayas.
Ya estamos viendo los efectos a este lado del mundo. Es por eso que acá nos estamos orientalizando y, allá, está pasando lo contrario: se están occidentalizando.
Estamos cambiando todos en este lado del mundo. No es una moda, es una invitación universal. Mi maestra decía: “El universo capacita al autoescogido” Quien se autoescoge, se dispone a recibir esa energía y la recibe.
Hay tanto conocimiento ancestral de pueblos originarios: la cosmovisión mapuche, el pueblo aimara, etc. Hay tanto que volver a aprender de la experiencia de los ancestros. Hoy una persona mayor nos diría qué hacer.
China, que era una tremenda nación que, en su momento, invadió al Tíbet y se enriqueció con los conocimientos tibetanos, budistas e hindú, está perdiendo una energía que se está trasladando a América Latina. Y el país que resulta ser el símil es precisamente Chile. Y así como China tuvo el Tíbet, Chile tiene todos estos pueblos originarios andinos de los cuales aprender, que no es lo mismo que invadir.
Hay un despertar social también bullante. Estamos siendo modelos para el mundo de un despertar del pueblo, aunque estemos transitando por una crisis respecto a comprender el nivel de violencia con que se ha manifestado.
Nuestro país está llamado a ser un amplificador de la kundalini de la energía de Los Andes.
Para la Bioenergética Lemuriana, de la cual se nutre la Sintergética, en el mapamundi hay un holograma de un cuerpo humano, y lo que llamamos “Chile”, corresponde al ventrílocuo izquierdo del corazón. Desde lo médico, sabemos que el ventrílocuo izquierdo del músculo cardíaco es la fuente en donde se produce el bombeo hacia el universo. Es así que lo que se plasme en Chile va a ser difundido a todo el universo.
-Si China fue el depositario del conocimiento de los Himalayas, y hoy Chile es el depositario del de los pueblos originarios del cordón de los Andes, tiene todo el sentido lo que estás hablando.
-Sí. Chile tiene hoy tiene la responsabilidad de constituir este amplificador del cambio de paradigma.
-¿Cuál sería la razón por la cual Chile sería el encargado de esta tarea? ¿En qué te basas para sostener esto?
-Esta es una información que yo extraigo desde el linaje Kunli y que me fue trasmitido por mi maestra. De hecho, el mismo Dalai Lama ha venido a cerciorarse de que esté bien custodiada esa energía.
No es sólo Chile, por cierto, son todos los pueblos asociados a Los Andes. Pero, nuestro país es como un anfiteatro frente al océano. Somos la cara visible hacia la inmensidad del océano.
“Esta pandemia no dice relación con el virus, sino con el miedo”
-¿Y cómo se conecta esto con la pandemia que estamos viviendo?
Muchísimo. Estábamos hablando del ocaso del antiguo paradigma. Si la pandemia que estamos viviendo es la del miedo, hay que entender que el miedo nos recuerda una certeza que tenemos tan solo por estar vivos: La muerte. Este virus genera miedo por recordar la muerte a personas que quieren evitarla a toda costa, rehuyendo algo natural.
Cuando nuestra sociedad conciba la muerte como lo que es, cambiaría todo.
-Yo venía pensando eso mismo algunos días atrás. Si la gente entendiera lo que es la muerte y supiera que no es la muerte física, sería todo tan distinto.
-Claro. Lo importante es comprender que, si bien este virus es de baja letalidad, asusta por traer la muerte de nuevo a la palestra. Ese es el miedo inherente del humano que habita en una cultura que rehúye la muerte, que sufre por la muerte. Aquí es difícil ver una celebración de la muerte.
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-No como en Oriente.
Claro, no como en otras culturas. Yo siento que este es un recordatorio respecto a la dualidad que estamos viviendo, la ilusión, el maya.
Hace muchos años le preguntaron al maestro Rumi: “Maestro ¿Qué es el miedo? Y él respondió: “la no aceptación de la incertidumbre”.
-Casi la frase de un físico cuántico.
-Sí. Y es algo que está escrito hace milenios. Y, ante esa incertidumbre, tenemos siempre los dos caminos de la dualidad: O no la acepto y me lleno de miedo; o, por el contrario, acepto la incertidumbre y me abro a vivir rendido a la impermanencia de la vida y dejo de resistir.
–Si lo que estamos viviendo tiene relación con el miedo y el miedo es la no aceptación de la incertidumbre, ¿Cómo podemos ayudarnos para que este miedo no nos invada y debilite nuestro sistema inmune?
-La magnitud de una crisis está directamente relacionada con el miedo que genera. Esta pandemia no dice relación con el virus, per sé, sino con el miedo.
Primero, debemos comprender y recordar esa dualidad y enfrentarla. Mirarla desde un observador distinto.
Olvidarnos de la pertenencia al todo es la real cárcel. Ahí nos estamos privando de la libertad y de nuestro libre albedrío, que es la virtud divina.
-El miedo es la primera cárcel.
-Sí. Entonces, hay que recordar una capacidad que todos tenemos: la real inteligencia, que no proviene del intelecto, sino del discernimiento.
-Que es la verdadera inteligencia y tiene relación con la intuición y la captación de la realidad tal cual es.
Tal cual. Ver diferencias, por ejemplo entre el ego y el real Ser. El ego, como fuente del miedo, y el real Ser como fuente de amor, de los que somos. En la medida que haya un olvido de lo que somos, toma peso el miedo.
¿Qué cosas prácticas puede hacer la gente en estos momentos?
El sistema inmunológico, debiera funcionar con una claridad e incondicionalidad absoluta. ¿Cuándo cambia esto? Cuando hay patologías autoinmunes o un sistema inmunológico decaído. Y si hay una forma de hacer decaer el sistema inmunológico es el estrés. El estrés es la expresión física del miedo.
Pues entonces, tomando la situación respecto al coronavirus, esto nos recuerda un mensaje claro: la pureza.
Hoy está todo el mundo lleno alcohol gel, tapándose al toser, etc., pero más allá de lo físico, debemos partir desde una pureza mental, con calma, con paz. Buscar estar en la conciencia plena, estar presente.
También es importante volver a comer comida de verdad, comida original. No sólo cocinar con amor, sino que tenga, además, un origen correcto. Y aquí no solo estamos hablando de que sea un alimento orgánico y no procesado, sino que además de cultivos biodinámicos, por ejemplo. Porque no somos sólo lo que comemos o absorbemos, somos lo que resonamos.
Lo importante es volver a lo tradicional, a lo ancestral.