Publicada en abril de este año en Principes de Santé, esta entrevista muestra los largos tentáculos de la industria farmacéutica. En Chile, se venden todos los fármacos mencionados.
Entrevista de Jean-Baptiste Talmont y Camille Parinaud, 2015-01-26.
El Dr. Bernard Dalbergue es el autor de Omerta dans les labos pharmaceutiques (El silencio en los laboratorios farmacéuticos), editado por Flammarion. Por primera vez, un hombre del Sistema habla del arte de la manipulación, del dinero, del lavado de cerebro entre el personal. Pone al descubierto sus relaciones con los expertos, a menudo crédulos, otros sobornables.
[layerslider id=2]
Usted ha estado trabajando los últimos 20 años en los laboratorios como supervisor médico, tratando, entre otras cosas, de establecer puentes con los hospitales. Usted dice que las prácticas en el laboratorio son cuestionables, y que se ha producido una degradación en los últimos diez años. ¿Hasta qué punto se ha deteriorado la situación?
Todos los laboratorios están sujetos a los mismos problemas, que son de orden financiero: la aparición de los medicamentos genéricos, la finalización de las patentes, la dificultad para encontrar nuevas moléculas. Ciertos acontecimientos se han convertido posteriormente en casos paradigmáticos: el caso Vioxx en Estados Unidos, o el caso de Marcia Angel, que después de haber dirigido la revista New England Journal of Medicine, ha cerrado la puerta denunciando la manipulación de la investigación clínica y el control de la información médica por parte de la industria farmacéutica. Los artículos fueron dictados directamente por la industria.
¿Esto no ocurría antes?
Sí, la diferencia es que hoy en día hay una mayor presencia de la industria. Desarrollar nuevas moléculas es mucho más costoso que hace 30 años. Las normas de regulación en los países occidentales se han endurecido tanto que la industria ha preferido desarrollar sus productos en los países emergentes, donde la reglamentación no es tan restrictiva.
¿Cómo resumiría de forma breve este cambio?
Durante muchas décadas, la industria farmacéutica ha tenido una libertad absoluta, marcada por los procesos tecnológicos y el desarrollo de nuevos medicamentos. Pero no hay que olvidar la mortalidad iatrogénica, relacionada con la administración de los medicamentos. Este factor de mortalidad fue el que hizo caer la mortalidad por accidentes de automóvil. Este factor sitúa entre 18.000 y 30.000 las muertes relacionadas con la ingesta de medicamentos en Francia y en unas 200.000 las muertes reconocidas por la Comisión Europea. Todo esto es muy preocupante.
[layerslider id=3]
La muerte como probabilidad farmacéutica
Según usted, ¿hasta dónde puede llegar esta situación?
Espero que los pacientes se rebelen, con razón, a través de los grupos de presión. Se me dirá que hay miles de fármacos en el listado de medicamentos Vidal, mientras que en el listado Prescrire figuran solo unos 60 como peligrosos. A lo anterior, se agrega que en la práctica un médico no llega a utilizar 1.000 medicamentos; cuando se trata de un buen médico, puede utilizar unos 300 como máximo. Por lo mismo, retirar 60 del mercado de entre 300 no es algo muy halagüeño. Además, no hay que engañarse: no son los estudios clínicos los que nos permitirán evaluar adecuadamente el equilibrio riesgo/beneficio y saber si un medicamento es peligroso.
Para determinar si un fármaco es peligroso, se requiere administrarlo muchas veces. Esto ha ocurrido en la medicina privada, durante años y años. El caso de Motilium (Domperidona en Chile) es un ejemplo típico. Se produjeron varios casos de muerte súbita, pero ya se habían extendido tres millones de recetas en muchos países antes de que se diesen cuenta de que este medicamento contra las náuseas podría ser la causa de arritmias fatales.
¿Entonces, actuamos como conejillos de indias durante mucho tiempo?
No, yo no diría eso. Es más bien una cuestión de probabilidades. Si usted se compra un auto, no necesariamente tiene que morir en un accidente automovilístico. Tiene la probabilidad de 1 entre 100.000 o 200.000 de morir en la carretera. Con los fármacos ocurre lo mismo.
Se dice que salen pocos antibióticos al mercado, porque la inversión en tratamientos de corta duración constituye un suicidio comercial para los laboratorios. ¿Usted lo confirma?
Es cierto. En esa ecuación, no se trata del precio del medicamento, sino de la duración del tratamiento, y son las enfermedades crónicas, como el SIDA o el Alzheimer, las que suponen un mayor beneficio para los laboratorios. Desde un punto de vista financiero, son más ventajosas para los laboratorios las novedades falsas; es decir, una molécula ya conocida, remodelada. Se trata de efectuar ligeras modificaciones a una molécula ya conocida y presentarla como una novedad falsa. Esto aumenta el período de comercialización del medicamento antes de que pase al dominio público.
¿En qué se diferencian las prácticas dudosas de su tiempo con las que usted condena y divulga ahora?
Hoy es muy difícil encontrar una nueva molécula, desarrollarla, ponerla en el mercado, comercializarla; por lo mismo, todo el mundo hace la vista gorda, todo el mundo trafica.
¿Cómo?
Consideremos el caso de Gardasil para medir la magnitud de este escándalo: todo el mundo sabía que esta vacuna no aportaba absolutamente nada en el momento en que se tramitaba la autorización en Estados Unidos para su comercialización. Diane Harper, líder de opinión en Estados Unidos, dio la alerta desde un principio, señalando que aquello era un engaño y una estafa. Analicemos otro caso, el de Vioxx, un antiinflamatorio responsable de miles de muertes por accidente cerebrovascular y paro cardíaco, un caso de corrupción que ha implicado la pérdida de al menos unas 30.000 vidas. Sin embargo, Merck lanzó una novedad falsa del medicamento Vioxx: Arcoxia. Rechazada al otro lado del Atlántico, fue aceptada para su comercialización en Europa; es decir, los médicos prescriben Arcoxia, que es el mismo medicamento que Vioxx.
Antes de descubrir sus efectos adversos, antes de obtener los permisos para su comercialización, se sabe que tal o cual medicamento es inútil o incluso peligroso.
Sí, esa es la diferencia: Arcoxia se encuentra en las farmacias, se prescribe, forma parte del sistema de pago de la Seguridad Social y, sin embargo, es extremadamente peligrosa. Gardasil es una vacuna inútil y se está pagando una verdadera fortuna por ella. Y en todos los niveles de decisión, esto se sabe.
Por no citar los costos humanos de los efectos adversos…
“Mi predicción es que Gardasil será el mayor escándalo médico de todos los tiempos.”
Se pueden encontrar casos del síndrome de Guillain-Barré, parálisis de los miembros inferiores, esclerosis en placas inducida, encefalopatía inducida. Pero cuando se trata de proteger a millones de personas contra la viruela o la poliomielitis, no es posible generar cambios sin hacer sacrificios ni correr riegos. Así es… Mi predicción es que Gardasil será el mayor escándalo médico de todos los tiempos. Más que probar las proezas técnicas y científicas de esta vacuna, lo cierto es que no tiene ningún efecto sobre el cáncer de cuello uterino y sí muchos efectos secundarios, incluida la muerte. Lo que sí está claro es que existe para beneficio exclusivo de los laboratorios.
[metaslider id=7447]
Finanzas versus salud
Y usted, que conoce el tema desde adentro, ¿por qué no se retira el Gardasil y otros medicamentos?
Los intereses financieros son mucho más importantes que el retiro de un medicamento.
¿Cómo se vive todo esto al interior de un laboratorio?
Habría que rehacer el sistema de farmacovigilancia. Cuando se descubrió el problema con el lápiz inyector contra la hepatitis C, acudí a los responsables de la compañía para informarles del problema con nuestro producto. Les señalé que podía matar por ineficacia y que era necesario informar a las autoridades sanitarias sobre los efectos adversos de los productos, la famosa farmacovigilancia. Esto me valió mi destitución inmediata. Nunca había visto algo parecido en mi vida: la industria pasaba por alto todos los datos de la farmacovigilancia, poniendo en peligro la salud, al margen de la legislación y violando todas las normas éticas.
¿Y qué papel desempeñan los pacientes en todo esto?
Veámoslo con una analogía. En China, se ejecuta a los disidentes con una bala en el cuello. Las ejecuciones son transmitidas por la televisión, y aún peor, se exige a la familia el pago de la ejecución. Para mí, estas 18.000 a 30.000 muertes en Francia por efectos adversos de los medicamentos corresponden a lo mismo: hacer pagar a los pacientes la bala que los mata.
¿En qué lugar quedaría su libro? ¿Como la primera etapa de una lucha para que sean retirados los medicamentos de los que usted habla?
Su retiro ya es demasiado tarde. Y aunque se retiren, vuelven a aparecer, como es el caso de Vioxx. Seamos ambiciosos: es necesario que todos los medicamentos innecesarios y peligrosos no vuelvan al mercado.
¿Cómo?
Se requiere una transparencia total. En Estados Unidos, después del asunto Vioxx, existe transparencia absoluta entre los vínculos de la industria y los políticos. En el sitio web de la FDA (Food and Drug Administration) aparece una lista con los miembros del Comité que deciden la aprobación de un nuevo medicamento, con su curriculum vitae, su trayectoria, sus conflictos de interés con la industria. En Francia, hay políticos que expresan abiertamente su oposición a la transparencia.
Sin embargo, ya se han aprobado leyes en favor de esa transparencia…
Con las leyes actuales, todos sabrán del almuerzo por 50 euros o de los libros que habrá recibido de regalo un líder de opinión, mientras que el contrato de asesoría o, peor aún, el contrato comercial por 100.000 euros firmado por ese mismo líder de opinión con la industria permanecerá en las sombras. ¿Quién puede llegar a pensar que por un menú de 50 euros un líder de opinión pueda mostrarse a favor de un medicamento en particular? La industria distribuye dinero entre los líderes de opinión, para que sean benévolos en sus dictámenes críticos, para que cierren los ojos, para que no vean nada, simplemente porque ellos han sido comprados, acumulando 200.000 o 300.000 euros en cinco años. ¿Cómo puede existir transparencia entonces? A pesar del caso Mediator, no ha sucedido nada en Francia. No ha servido de nada. ¡Es necesario que esto cambie!
Fuente: Principes de Santé
Bernard Dalbergue, médico de profesión, ha trabajado 20 años en la industria farmacéutica. Fue despedido después de la fusión de su laboratorio con el gigante farmacéutico Merck. Supervisor médico y encargado de las relaciones con los hospitales, descubre la corrupción en el centro del Sistema, que sacrifica a los pacientes en pos de la rentabilidad. Es autor de Omerta dans les labos pharmaceutiques (El silencio en los laboratorios farmacéuticos), Flammarion. |