“Han pasado cuatro años y estoy libre de enfermedad contra todo pronóstico de la medicina oficial. He conseguido ser madre de nuevo y reboso energía y vitalidad. He cambiado por fuera y por dentro.”
Dra. Odile Fernández
Me llamo Odile Fernández, soy médico de familia, tengo 36 años y dos niños (siete y un año).
En 2010 cuando tenía 32 años y un niño de tres años me diagnosticaron cáncer de ovario con múltiples metástasis (pulmón, sacro y vagina). El pronóstico no era muy alentador. Mis posibilidades de sobrevivir, según las estadísticas, no eran muchas. En aquellos momentos sentí la muerte cerca. Cuando te dicen tienes cáncer y además metástasis tu mundo se derrumba. Tuve miedo, mucho miedo. Entré en shock y no podía dejar de llorar, me sentí muy deprimida y angustiada.
Te vienen a la mente pensamientos del tipo: ¿qué ha pasado?, ¿por qué a mí? Te sientes culpable ¿qué he hecho yo para merecer esto? Y un montón de dudas te acechan ¿Moriré? ¿Voy a sufrir? ¿Qué será de mi familia? En aquellos momentos no podía dejar de pensar, mi cabeza era un hervidero y me sentí abatida por el miedo.
“¡El 70% de los cánceres se pueden prevenir con una buena alimentación y un estilo de vida saludable!”
Cáncer no es igual a muerte
De repente, un día, algo cambió en mí. Dejé de llorar y resurgí de un estado de profunda desesperación. Decidí que no iba a morir, no quería morir, no podía morir. Aún me quedaban muchas cosas por hacer, quería ver a mi hijo crecer y conocer a mis nietos. Quería vivir, quería aferrarme a la vida. Para cada persona la enfermedad tiene un significado íntimo y diferente, cada uno la acepta y vive de forma diferente. Este fue mi proceso, y deseo compartirlo contigo.
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Me di cuenta de que el pánico y el miedo son fenómenos mentales, una respuesta a nuestras creencias sobre el cáncer. Vemos al cáncer como algo espantoso y doloroso. Con solo oír su nombre nos sentimos horrorizados. Su palabra aviva el miedo a lo desconocido. Al oírla nuestro cerebro crea una sensación de pánico, pero no es más que una sensación. No hay ningún peligro real e inminente acechando. Así que decidí respirar hondo y repetirme:
“Cáncer no es igual a muerte, dejo atrás el miedo y doy paso a la esperanza. Voy a sanar”.
Desde ese momento, en el que fui consciente de que somos nosotros los que creamos nuestros sentimientos, empezó una nueva vida en la que no tiene cabida el miedo y donde reina la esperanza, el amor y la felicidad. Desde ese momento no vi al cáncer como algo horrible sino como una posibilidad de cambiar y crecer.
Aquí empezó una nueva vida. Cuando sabes que vas a morir es cuando empiezas a vivir. Empecé a valorar lo que tenía y a dar gracias. Tenía claro que iba a sanar y el cáncer iba a desaparecer de mi vida.
Quiero sanar. ¿Es suficiente con el tratamiento convencional?
Quería sanar, pero la medicina convencional me daba pocas esperanzas. La quimio se proponía como paliativa para intentar frenar la cuenta atrás y alargar la vida lo máximo posible. Pero eso no era lo que yo quería. Yo quería ver desaparecer el cáncer de mi vida, vivir libre de enfermedad y gozar de una salud plena. ¿Qué podía hacer?
Mi formación como médico era la formación oficial que recibe todo especialista médico en España. Durante la universidad dediqué mucho tiempo y esfuerzo al estudio de las enfermedades, de las pruebas diagnósticas y las diferentes opciones terapéuticas, pero en mi currículo no tuve ninguna asignatura en la que me hablasen del poder de la alimentación y las emociones en el origen y desarrollo de las enfermedades. En la universidad apenas me hablaron de medicina preventiva.
“El desarrollo del cáncer depende mucho de lo que comemos, pero también depende de nuestras emociones, de nuestra manera de afrontar los conflictos y relacionarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes.”
Si tenemos en cuenta que mi formación era la convencional y ya sabía que la medicina convencional no podía garantizarme la curación. ¿Qué podía hacer yo para sanar?
Empecé a reflexionar basándome en mis enfermos. Observé como a los diabéticos les influye la alimentación sobre los niveles de glucemia, como al hipertenso le influyen las emociones sobre las cifras de presión arterial, al infartado le influye la alimentación, los estilos de vida y las emociones, etc. Y pensé, ¿y por qué no al oncológico? Quizás la alimentación, las emociones y los estilos de vida también influyen en el desarrollo del cáncer.
Buscando evidencia: El cáncer se relaciona con nuestra alimentación
Ansiosa por sanar empecé mi búsqueda de información científica que relacionara al cáncer con la alimentación y los estilos de vida. Mi búsqueda empezó en Pubmed, la mayor base de publicaciones médicas que existe. Aquí descubrí que existen miles de publicaciones médicas que relacionan cómo comemos y vivimos con cómo enfermamos.
Conforme voy investigando no podía creer que hubiera una relación tan clara entre la forma de alimentarnos y la forma de enfermar y que no se hable de esto en la universidad. En aquellos momentos sentí mucha rabia e indignación. ¿Por qué no me lo habían contado? Quizás si hubiese sido consciente de que la comida que elegía cada día podía influir en el riesgo de desarrollar cáncer podría haber evitado tener un cáncer con metástasis.
¡El 70% de los cánceres se pueden prevenir con una buena alimentación y un estilo de vida saludable!
Te parecerá Increíble, pero así es. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cáncer es una enfermedad que se puede prevenir. En nuestras manos está prevenir dos de cada tres cánceres si poseemos suficiente información.
Diseñando un plan de sanación
Presa de la indignación y con una amplia bibliografía científica en mis manos comencé a diseñar un plan de actuación para sanar. Los pilares de este plan de sanación son la alimentación, el ejercicio físico y en el plano espiritual, la gestión de las emociones.
La alimentación anti-cáncer: Un viaje hacía una alimentación cruda
Durante mi enfermedad comencé a cambiar mi alimentación en base a la bibliografía científica que avala el poder de la alimentación en el inicio y desarrollo del cáncer. Introduje aquellos alimentos ricos en fitoquímicos que bloquean el proceso de carcinogénesis y eliminé los alimentos ricos en carcinógenos y/o pobres en nutrientes.
Alimentos que introduje
• Vegetales crudos, en especial vegetales de hoja verde, crucíferas, cebolla, ajo y tomate o jitomate. • Fruta fresca, sobre todo manzana, frutos rojos, cítricos, uvas, melocotón, ciruela y nectarinas. • Frutos secos crudos: nueces, avellanas, almendras. • Semillas como lino, chía, sésamo y calabaza. • Germinados: alfalfa, brócoli y poroto mung. • Especias y aromáticas: cúrcuma, curry, pimienta negra, cayena, orégano, perejil, cilantro, canela, clavo, cardamomo. • Té verde, cacao, kéfir de agua. • Pescado principalmente pescado azul pequeño: caballa, sardina y boquerón.
Alimentos que eliminé
• Alimentos procesados y empaquetados. • Alimentos ricos en azucares y grasas trans como confitería y pastelería. • Alimentos con harinas refinadas como pan blanco, pasta blanca, arroz blanco. • Alimentos de origen animal como leche, lácteos, embutidos y carne roja. • Frituras, asados, cecinas y ahumados.
Para aprovechar al máximo los beneficios de los alimentos conviene que estos no estén muy procesados y hayan sido mínimamente expuestos a los efectos del calor, por lo que en esa época de mi vida introduje abundantes alimentos crudos en forma de ensaladas, jugos, batidos y gazpachos. Cuando comía alimentos cocinados utilizaba como técnicas culinarias las menos agresivas: vapor y hervido a baja temperatura.
Este tipo de alimentación me permitió gozar de energía y vitalidad, y me ayudó a mantener al sistema inmune fuerte y activo.
“El ejercicio físico regular se relaciona con una menor posibilidad de sufrir cáncer, por el contrario el sedentarismo se asocia con mayor riesgo de cáncer de mama, próstata, piel, páncreas y colon.”
El ejercicio: Pilar fundamental para estimular al sistema inmune y prevenir la fatiga
El ejercicio físico es muy beneficioso pues nos va a permitir prevenir la fatiga asociada a los tratamientos, nos permite estimular a nuestro sistema inmune y liberar las endorfinas u hormonas del placer. Al movernos nuestra actitud frente a la enfermedad y frente a la vida cambia pues gracias a las endorfinas nos vamos a sentir más felices.
El ejercicio físico regular se relaciona con una menor posibilidad de sufrir cáncer, por el contrario el sedentarismo se asocia con mayor riesgo de cáncer de mama, próstata, piel, páncreas y colon.
¿Qué tipo de ejercicio es mejor? Cada uno debe practicar aquel tipo de actividad física que más le guste y se adapte a sus circunstancias. Yoga, Qi gong, Taichi o Pilates suelen ser ejercicios que se adaptan bien a los enfermos oncológicos y que nos aportan además del movimiento físico bienestar emocional.
Caminar también es una buena opción y nos permite adaptarnos a nuestra forma física. Comienza a realizar actividad física regular al menos 30 minutos tres días a la semana.
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La mente anti-cáncer
El desarrollo del cáncer depende mucho de lo que comemos, pero también depende de nuestras emociones, de nuestra manera de afrontar los conflictos y relacionarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes.
Por eso nuestra prioridad debe enfocarse en procurar que seamos felices, que vivamos la vida desde la alegría y una mente positiva. Que busquemos una motivación para sanar y vivir. En mi caso mi motivación era mi hijo de tres años.
Enfócate en lo que te hace feliz y te hace disfrutar. Cree en tus sueños, pues si crees en los sueños, los sueños se crearán.
Aprovecha el momento presente, solemos vivir pensando que la vida es infinita. Pensamos que siempre hay un mañana para cumplir nuestros sueños, para decir te quiero o dar un abrazo a un ser querido. No hay mil mañanas, no sabemos cuándo acabará nuestra vida, así que disfruta del momento y persigue tus sueños.
Mis recetas anticáncer, un libro y una historia llena de esperanza
Han pasado cuatro años y estoy libre de enfermedad contra todo pronóstico de la medicina oficial. He conseguido ser madre de nuevo y reboso energía y vitalidad. He cambiado por fuera y por dentro. Ahora soy más feliz, más alegre, más positiva y me siento rejuvenecida y más guapa que nunca. Vivo enfocada en el presente, en el ahora. Disfruto de cada momento, de cada nuevo día que me regala la vida y doy gracias infinitas por este regalo.
Mi relación con el cáncer fue especial. Conseguí aprender de la enfermedad y vivir una nueva vida. La experiencia fue maravillosa y he decidido contar mi experiencia personal y toda la información médica que he ido recopilando a lo largo de estos años en forma de un blog: www.misrecetasanticancer.com y dos libros, Mis recetas anticáncer y Mis recetas de cocina anticáncer.
Mi deseo es ayudar a otras personas con cáncer a sembrar luz y esperanza en su proceso de sanación. Dicen que lo que no se da se pierde y yo no quiero que mi experiencia y conocimiento se pierda si puedo ayudar a otras personas. Lo ideal sería leer este libro cuando estamos sanos, pues como ya hemos visto el cáncer se puede prevenir en más del 70% de los casos.
En Mis recetas anticáncer encontrarás información sobre alimentación y cáncer, pero también sobre tóxicos presentes en el hogar y en la cosmética, sobre emociones y cáncer así como terapias naturales que pueden ayudar al enfermo de cáncer en su proceso hacía la sanación. En Mis recetas de cocina anticáncer encontrarás la parte práctica para llevar a tu cocina los alimentos anti-cáncer en forma de deliciosos platos. Con desayunos, tentempiés, almuerzos y cenas saludables para toda la familia.
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Artículo original publicado en la web del Dr Mercola