“Esto lo sabemos.
Todo está conectado, como la sangre que unifica una familia… Lo que sea que le ocurre a la tierra, le ocurre a los hijos e hijas de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; solo es una hebra en ella.
Lo que sea que le hace a la trama, se lo hace a sí mismo.” -Ted Perry
Entrevista de Ronald Sistek, 2018-03-02
Así comienza uno de los libros más populares de Fritjof Capra y uno de esos libros que no se pueden leer solo una vez: La trama de la vida, uno de los eslabones a través de los cuales ha ido tejiendo su mirada sistémica de la vida.
El Doctor en Física teórica de la Universidad de Viena, Fritjof Capra, ha sido una pieza clave para quienes intentan comprender cómo pasamos desde una visión del mundo mecanicista a una visión del mundo holística, camino que construye sumergiéndose no solo en la física, sino también en la biología, la salud, la psicología y la economía, en un intento por comprender la sustentabilidad y la teoría de sistemas vivos, uniendo ciencia y espiritualidad.
El año 2018 partió en Santiago de Chile con una de las charlas más esperadas a nivel nacional, ya que por sus libros, teorías y propuestas, el físico austriaco se ha hecho conocido a nivel mundial, incluso en lugares tan lejanos como nuestro país.
En el encuentro, organizado por Congreso Futuro, Capra realizó una conferencia en donde explicó que uno de los grandes problemas a nivel global es la ilusión que tienen los políticos y economistas respecto de un crecimiento económico ilimitado que se mide solo cuantitativamente.
En relación con esto, Capra expuso que para él la clave estaría en encontrar una nueva concepción que permita pasar de un crecimiento cuantitativo a uno cualitativo, en el que se respeten los procesos naturales, dejando de lado el consumo excesivo y el desecho, para comenzar a tener un crecimiento económico que sea ecológicamente sostenible y socialmente justo.
“Nuestro desafío es construir y nutrir comunidades sustentables, diseñadas de forma que sus estilos de vida, sus negocios, su economía y su tecnología no interfieran con la habilidad inherente de la naturaleza de sostener la vida”, explicó Capra.
Tal como señalara también en la charla, en su libro The systems view of life plantea que el mundo debe pensarse como una red que solo puede funcionar correctamente cuando se respetan sus procesos.
Sobre la base de un estudio realizado en bacterias, explica que los organismos son redes de células, y que estas a su vez son redes de moléculas, lo que deja entrever que incluso en las formas más básicas de vida el sustento está dado por las relaciones, frente a lo cual el ser humano debe aprender a pensar en términos de conjunto y a mantener un pensamiento sistémico.
La charla completa puede verse en: https://goo.gl/jee2n5
En conversación con Revista Mundo Nuevo, Fritjof Capra se refirió a sus propios procesos de crecimiento, al pensamiento sistémico y cómo llegó a estudiar el trabajo de Leonardo Da Vinci, entre otros temas.
En tu viaje personal, ¿cuáles han sido tus propios puntos de quiebre, momentos de cambio o movimientos paradigmáticos?
He tenido varios puntos de quiebre. Crecí en un campo ubicado al sureste de Austria, inmediatamente al norte de Eslovenia, en 1939. El campo estaba alejado y a salvo de la guerra. Viví mis primeros 12 años en el campo y eso fue importante, porque todo este trabajo ecológico y de ecoalfabetización recurre permanentemente a esa experiencia visceral de la infancia. A mis 13 años, la familia se mudó a Innsbruck, en la mitad de los Alpes. Estudié física en la Universidad de Innsbruck y luego física cuántica en la Universidad de Viena. Durante mis años de estudiante, leí el libro Física y filosofía, de Werner Heisenberg, uno de los fundadores de la física atómica. Ese libro se transformó en mi primer punto de quiebre. En el libro, Heisenberg describe la pugna entre los físicos atómicos Schrodinger, Bohr, Pauli, un grupo pequeño y él, en el entendimiento de la realidad atómica al explorar con experimentos, el tener que encontrar un nuevo lenguaje para describir esta nueva realidad. Básicamente esto fue un cambio profundo desde mirar el mundo en términos de objetos a mirarlo en términos de relaciones, de patrones de relaciones. Estamos hablando del mundo subatómico en este caso; sin embargo, lo mismo se aplica para comprender la vida, la ecología y los sistemas vivos. Ese libro me influenció mucho.
En 1965 o 1966, me gradué y en ese momento me vi influenciado por la contracultura de fines de los sesenta. Estuve dos años en París, donde me mudé porque me enamoré de una francesa con quien me casé. Ahí pasé el 68, por lo que estuve políticamente radicado en París, y ese fue un nuevo momento de quiebre. Luego de eso, me mudé para trabajar en la Universidad de California, donde me vi muy atraído por el hinduismo y el taoísmo. Comencé prácticas de meditación y leí muchos libros de filosofía oriental. Experimenté con sustancias psicodélicas, y noté en esos años una similitud entre la visión del mundo de la física moderna y la visión del mundo de la filosofía oriental. En el otoño de 1970, me mudé a Londres. Durante los siguientes cuatro años, escribí El Tao de la física, libro que fue muy exitoso y que superó mis expectativas. Recibí una gran diversidad de invitaciones para dar charlas, provenientes en principio de artistas, luego de antropólogos, psicólogos, hospitales, colegios médicos y desde otras miradas del tema. Varias de las personas con las que conversé en esa época me comentaban que en sus ámbitos también observaban un cambio paradigmático en las visiones del mundo desde una mirada mecanicista a una mirada holística. Entonces comencé a estudiar esos ámbitos, particularmente la biología, la medicina, la psicología y la economía. Y sobre eso escribí en mi segundo libro El punto crucial. Mientras escribía el libro, me di cuenta de que los problemas que estaba observando, como la salud o la administración de las organizaciones, los derechos humanos, la mente y la conciencia, todos se relacionaban con la vida, con organismos vivos individuales o con sistemas sociales o ecosistemas. Y la física no tiene nada que decir respecto de la vida.
Me alejé del mundo de la física hacia las ciencias de la vida a comienzos de los ochenta. En ese momento, conocí a Francisco Varela, con quien sostuve largas conversaciones y, a través de Varela, conocí a Maturana. Conocí también en esa época a Gregory Bateson, quien me influenció mucho. En aquel entonces, para hablar de vida, buscaba un marco conceptual que me permitiera describir los variados sistemas vivos, y fue así como llegué al pensamiento sistémico y a la teoría de sistemas, a las teorías de la complejidad, etc. En El punto crucial, que fue publicado en 1982, intenté articular un marco conceptual, sin embargo era muy temprano aún para hacerlo de buena manera. A pesar de ello, hay un capítulo que se llama La mirada sistémica de la vida que es el nombre de mi último libro. Los siguientes 20 a 25 años desarrollé las síntesis de varias teorías de los sistemas vivos que habían aparecido y las publiqué en varias etapas, en La trama de la vida, en Las conexiones ocultas y la síntesis final está en The systems view of life (La mirada sistémica de la Vida). Ese ha sido básicamente el viaje.
¿Qué ha ocurrido con la toma de conciencia desde los años 80 en adelante?
Mucho ha ocurrido. En los ochenta, había muchas organizaciones que promovían estas ideas, incluso antes, desde los setenta, con el movimiento New Age o Nueva Era, que era muy popular. Y en los ochenta, emergieron grupos de economías verdes. En esa época, se estaba impulsando esta visión del mundo y creo que a fines de los ochenta, digamos 1989, ya estábamos preparados para un nuevo sistema social, nuevas ideas, distinta educación, etc. Lo que ocurrió después, desde mi perspectiva, fue algo que no se esperaba, que nadie forzó, que fue el internet y la globalización. La tecnología de la información promovió la globalización. Eso por un lado permitió la creación del trabajo en red, pero al mismo tiempo la globalización del capitalismo. Durante la década de los 90, se desarrolló un materialismo: la gente se enloqueció con los computadores y los múltiples dispositivos. Y los valores de los ochenta se eclipsaron con ese fenómeno. Luego, en 1999, se realizó la Cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Seattle, con fuertes protestas contra la globalización. Y desde entonces, se comenzó a desarrollar la sociedad civil global y los medios sociales. Tenemos una situación donde el capitalismo global es enorme, pero tiene mucha oposición y la sociedad civil está fortaleciéndose. Con los medios sociales, tenemos una comunicación intensa, que lo vuelve cada vez más poderoso.
En el libro La ciencia de Leonardo, explicas que la aproximación de Leonardo al conocimiento científico fue con la “mirada de un artista”. ¿Piensas que la ciencia es una expresión del arte?
La síntesis de Leonardo de ciencia y de arte era muy única y pienso que es algo que requerimos en estos tiempos. El arte tiene un papel fundamental por dos razones: cuando pensamos qué es el pensamiento sistémico en sí, nos damos cuenta de que tiene que ver con pensar en patrones, en términos de relaciones. ¿Y qué es el arte? Es expresar patrones, ya sea en una pintura, en una escultura, en una composición, en las artes visuales. La teoría musical se relaciona con patrones, la experiencia de la música es la experiencia de las melodías y todo tipo de patrones musicales. El teatro, la danza son todas manifestaciones de patrones corporeizados físicamente. Los artistas y los estudiantes de arte están muy calificados y logran percibir patrones; por lo tanto, el arte le enseña a los niños a percibir patrones. Por otro lado, el arte nos aborda emocionalmente, tenemos una reacción emocional frente al arte y eso es relevante también, porque cuando intentamos construir un mundo sustentable y terminar con las fuerzas del capitalismo en términos de explotación, estos son temas no solo racionales sino emocionales. Esta es la razón por la cual casi en todas las revoluciones hay componentes artísticos y emocionales.
Da Vinci era un genio extraordinario y su síntesis es de tres aspectos o aproximaciones: una es la ciencia, la otra es el arte y la tercera es el diseño.
Leonardo era un genio extraordinario y su síntesis es de tres aspectos o aproximaciones: una es la ciencia, la otra es el arte y la tercera es el diseño. Podríamos considerarlo como el padre del diseño. En el Renacimiento, el concepto de diseño no existía, no estaba separado de las manufacturas o de los componentes artísticos. En el taller donde trabajaba Leonardo con Verrocchio en Florencia, producían pinturas, esculturas, y también banderas, muebles, lámparas y más. Eran artes y oficios entremezclados. Si pensamos desde nuestra perspectiva moderna y revisamos el trabajo de Leonardo, podemos ver que era activo en todos los campos del diseño que existen hoy. Si tomamos la arquitectura por ejemplo, Leonardo fue un famoso arquitecto durante su vida y también fue identificado como el pintor y arquitecto Leonardo da Vinci. Sin embargo, no hay un solo edificio en Florencia atribuido a Leonardo. Miguel Ángel está en todos lados: en Roma, en Florencia, con castillos, palacios, plazas, etc. Leonardo era el arquitecto de los arquitectos, entonces los arquitectos iban donde él a consultarlo, pues tenía la teoría de la arquitectura.
¿Cómo llegaste a escribir y a sumergirte en el trabajo de Leonardo? ¿Cuál fue el viaje en ese sentido?
Si recuerdas en El Tao de la física, el primer capítulo es una historia corta de la ciencia de occidente, comenzando con los griegos, luego Newton, etc., y al armar este capítulo, me topé con una cita de Leonardo donde describía su método científico, lo que me llamó mucho la atención, pues esto sucedía cien años antes de Galileo Galilei, a quien normalmente se le atribuye ser el padre de la ciencia moderna. Entonces pensé que debería estudiar a Leonardo; esto fue en 1972. Veinte años más tarde, vi una exhibición de sus dibujos en Londres y quedé muy impresionado por el hecho de que también comparaba patrones en sus dibujos. Por ejemplo, una turbulencia en el agua la comparaba con el crecimiento de una planta y con un rizo de cabello humano; algunos diseños se ven en el libro. Mi reflexión fue que Leonardo estaba atento a los patrones, era un pensador sistémico y eso me quedó dando vueltas. Diez años después, y sin saber mucho sobre el material que había del trabajo de Leonardo, decidí escribir algo, quizás un artículo o un pequeño libro. Pensé en un agente literario que tengo en Nueva York y le escribí una carta diciéndole que tenía la idea de estudiar y escribir acerca de Leonardo y me respondió que conocía un editor que estaría encantado de financiar el proyecto y que tenía mucho dinero que ofrecerme. Era el editor del Código da Vinci y pensaron que como había sido tan rentable, querían probar con esta idea. Así es que escribí detrás del éxito de Dan Brown. Terminé leyendo las notas de Leonardo en su idioma original, que era el toscano, ya que en el Renacimiento aún no existía Italia, y como leo en italiano, comprendí cerca del ochenta por ciento de los manuscritos originales. De esta historia nace este libro.