“La antroposofía es madre de la medicina antroposófica y es una forma de entender el mundo. Es un paradigma distinto. Es un modelo de pensamiento, es una manera de hacer ciencia, es una forma de investigar al ser humano y al mundo”, explica Carina, médica de la Universidad Nacional de Córdoba y Pediatra de la Universidad Católica, que se ha especializado en medicina antroposófica. De hecho, en 2009, recibió la certificación internacional de la Sección Médica del Goetheanum, en Suiza, como médica antroposófica.
Iván Andrés Santandreu conversa con Carina Vaca Zeller. Fotos de José Miguel Rojas.
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Apasionada por la mirada antroposófica de ver el mundo, Carina ha contribuido en Chile a la formación de un sinnúmero de médicos antroposóficos, mediante seminarios en distintas ciudades y universidades.
Permanentemente, realiza conferencias, seminarios y participa en congresos en Argentina, Colombia, Ecuador, México y Suiza. Quisimos conversar con ella para profundizar en las claves de la medicina antroposófica.
La Medicina antroposófica no es una medicina complementaria
¿Qué es la medicina antroposófica? ¿Qué es un médico antroposófico?
La medicina antroposófica no es una medicina alternativa; tampoco es una medicina complementaria, porque no complementa, sino que integra.
Es una medicina integrativa por excelencia, porque todos los médicos antroposóficos contamos previamente con estudios universitarios. En ese sentido, conocemos todo lo que sucede con el cuerpo físico, igual que cualquier médico, pero consideramos que el ser humano no es solo un cuerpo físico, sino que también posee un alma y un espíritu, que interactúan entre sí de manera compleja.
¿Cómo integra la Medicina antroposófica una visión espiritual con una medicina que es más materialista, que se basa en el cuerpo físico y que no considera la existencia del alma?
Esa pregunta es muy importante. De hecho, es la que a mí me llevó a la medicina antroposófica. Mi pregunta era: “¿cómo puedo integrar el conocimiento científico con el conocimiento de lo espiritual? Yo no encontraba el puente, hasta que descubrí la medicina antroposófica.
Por ejemplo, hoy se habla de neuropsicoinmunoendocrinología, pero en verdad eso solo es un nombre. Se sabe, por un lado, que los estados anímicos, que son un tipo de fenómeno, actúan por ejemplo sobre el bienestar físico, que es otro ámbito de fenómeno, pero no hay un verdadero puente. Es como un paralelismo psicofísico, pero eso no me satisfacía. Yo quería encontrar realmente el puente. Y lo pude hallar en la antroposofía.
Cuando estudié medicina, ya sabía que quería estudiar medicina antroposófica. La ventaja estuvo en que fui estudiando todo lo de la medicina tradicional y paralelamente fui encontrando el significado en la antroposofía, porque los fenómenos físicos son solo una manifestación.
Así es.
La medicina antroposófica considera que el ser humano tiene un alma y un espíritu.
¿Quién fundó y cuáles son los orígenes de la medicina antroposófica?
Rudolf Steiner (1861-1925), el fundador de la antroposofía, nació en el Imperio austro-húngaro y la desarrolló como una respuesta a su experiencia de percepción suprasensible. Él realizó estudios tradicionales y llegó a ser Doctor en Filosofía, y su misión –que fue la tarea que le encomendó su maestro- consistió en poner sus experiencias espirituales en el lenguaje científico de su época.
Si Rudolf Steiner, fundador de la Antroposofía, desarrolló su pensamiento hace más de 100 años, ¿De qué forma la Antroposofía sigue vigente? ¿Hasta qué punto ha ido evolucionando?
La medicina antroposófica y la antroposofía no son dogmas. Cuando me preguntan: “¿Qué dice la medicina antroposófica de tal cosa?”, yo les digo: “No dice nada”, porque la antroposofía y la medicina antroposófica son formas de entender al ser humano y al mundo. No son algo fijo. No hay un dogma. Por eso es tan maravillosa, porque uno puede seguir investigando y nutriéndola.
Las alergias y el peligro de las pantallas
¿Cuál es la mirada antroposófica de las alergias de los niños?
En la medicina tradicional, se dice, por ejemplo, que la rinitis alérgica es causada por el polen, los ácaros, el polvo, los pastos, etc. Es importante darse cuenta de que donde hay menos alergia es en los niveles socioeconómicos bajos, en niños que tienen muchos hermanos, que viven en el campo. Está la teoría de la higiene que afirma que, como los niños que viven en la ciudad, hijos únicos, de niveles socioeconómicos altos, no tienen mucho contacto con alérgenos, se vuelven más alérgicos por esa razón. Sin embargo, es interesante notar que todo el sistema de vida actual está llevando a que nos volvamos alérgicos, porque, por un lado, nos debilitamos y, por el otro, estamos dañando la naturaleza, haciendo que ella se desnaturalice. Entonces, cuando nos contactamos con ella, reacciona porque no podemos “digerirla”, ya que ella se ha vuelto extraña.
Respecto a los niños que tienen poca tolerancia a la frustración, ¿qué puedes decir al respecto, como médica antroposófica?
Es muy importante ponerles límites a los niños y una manera de hacerlo, en forma amable, es poniendo ritmos. Todo en la naturaleza tiene ritmos. Lo que tiene ritmo es algo saludable, armónico. Lo que es arrítmico es caótico y enferma.
¿Por qué hoy en día estamos llenos de niños intolerantes a la frustración? Porque están acostumbrados a que no se les pongan límites, no tienen orden. Entonces, se enfrentan con un obstáculo y no lo toleran. Yo pienso que no hay nada mejor que se le pueda entregar a un niño, como padre o educador, que el ser tolerante a la frustración. Hoy sabemos que uno tiene más fracasos que éxitos en la vida. Y si una persona no es capaz de soportar un fracaso, no es capaz de vivir en este mundo.
Todo lo que mencionas respecto al ritmo, al orden, creo que se conecta bien con el ritmo circadiano día-noche que, generalmente, hoy está fuera de control en los niños, el uso de pantallas, etc. Háblanos de la relación entre el sueño y la pantalla, que es parte del problema.
Bueno, el día-noche es uno de los ritmos, pero hay muchos otros y, si uno no los cuida todos, también se altera el ritmo sueño-vigilia.
Está demostrado que las pantallas inhiben la secreción de la melatonina y, por otro lado, se les da melatonina a los niños para que duerman… Entonces, es un caos.
Es fundamental que a los niños se les limiten las pantallas y nunca se les permitan antes de dormir, al despertarse y para comer. Eso es muy importante. Los niños que ven pantallas en exceso no solo no pueden dormir bien, sino que no pueden pensar; se les altera su capacidad de sentir, se les altera su voluntad. Es decir, las tres facultades del alma humana son atacadas por las pantallas.
Ahí tenemos una visión antroposófica a la mirada tradicional. Se afectan las tres esferas del alma humana, cosa que la medicina tradicional no considera.
Sí.
Algunos grupos que tienen ciertas aprehensiones con algunas o con todas las vacunas, tienden a pensar que los médicos antroposóficos les van a encontrar la razón. ¿Hay un acuerdo general con respecto a las vacunas o es una decisión individual de cada médico antroposófico?
Eso es interesante y ha sido un punto de discusión este año en el Goetheanum, el centro mundial del movimiento antroposófico. Es muy importante para los médicos antroposóficos, especialmente para los pediatras, estudiar cada vacuna en forma exacta y clarificar los pros y los contras de cada una de ellas.
¿Qué opinas con respecto a la vacuna del tétano (Tdap), que es una vacuna polivalente?
La vacuna del tétano que se pone a los lactantes menores está contenida en la hexavalente, que no tiene timerosal. Pero el problema no es solo el timerosal, sino también el aluminio. La gente está muy asustada con el timerosal y no sabe que incluso la hexavalente tiene aluminio y el aluminio puede producir alergias, entre otros problemas.
La medicina antroposófica es una medicina personalizada…
Es una medicina totalmente individual. Yo estudio una enfermedad y luego veo cómo esta se presenta en mi paciente. Para eso, tengo que considerar su constitución, su entorno, cómo se alimenta, cuál es su biografía, etc. Tengo que tomar en cuenta todas esas variables para ver cómo la enfermedad se encarna en ese paciente individual. Incluso, a veces, una enfermedad puede ser un favor para un niño, puede ser algo bueno, o puede tener un significado especial. A veces, una enfermedad puede darle sentido a tu vida.
“Una medicina para gente aperrada”
¿Lo que se espera de un médico antroposófico es un análisis más crítico?
Sí. Es más crítico, porque debemos abarcar muchos aspectos y, después, hacerlos confluir en un diagnóstico y en una decisión terapéutica. Realmente, es algo mucho más complejo y que implica más trabajo del médico y del paciente, o de los papás del paciente.
Yo siempre les digo a las mamás: “Esta es una medicina para gente aperrada”. Si uno no está dispuesto a hacer cambios de hábitos, a llevar una vida más saludable, no puede hacer medicina antroposófica.
Hasta qué punto el trabajo que hace el médico antroposófico es más bien intelectual y hasta qué punto logra una integración más profunda?
Uno percibe cuando un conocimiento es algo vivo, internalizado, porque la palabra tiene una fuerza especial. Cuando uno dice algo, lo siente y lo hace, eso llega de otra manera; tiene fuerza. Eso despierta en los pacientes sus propias fuerzas y sus propios impulsos para querer transitar en el camino hacia la sanación.
Sin embargo, si uno dice algo desde la cabeza, algo que ha estudiado, y hace otra cosa, no va a despertar nada en el paciente.
Esta es una medicina con conciencia, entonces.
Esta es una medicina con autoconciencia; porque cada vez que uno dice algo al paciente es como si uno se echara una mochila encima, porque es una responsabilidad. Cada vez que uno afirma algo, uno se pregunta: “¿Qué puedo hacer yo en mi vida para, de verdad, llenar de contenido espiritual esto que estoy diciendo?”. Por eso, los pacientes nos hacen crecer.
Yo estoy muy agradecida de los pacientes, porque sin ellos, no podría avanzar. Los pacientes son nuestros maestros.
Cuéntanos, ¿en qué consiste el programa IPMT (International Postgraduate Medical Training); es decir, el seminario internacional de medicina antroposófica de la Sección Médica del Goetheanum, Suiza, que organizas en Chile?
Es una formación que inicialmente se efectuaba en Suiza, pero más tarde, decidieron realizarla en distintas partes del mundo. En Chile, lo organizamos desde el año 2008. Desarrollamos dos ciclos de IPMT, que son cursos de 5 años, una semana por año. Pero esta formación se lleva a cabo en un lugar hasta que se logra implementar una formación de este tipo en el propio país.
Nosotros comenzaremos a desarrollar una formación en enero de 2020 para médicos y profesionales de la salud, que dura 4 años y que cuenta con la participación de nueve médicos de primer nivel, que vienen del extranjero.
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