El caos ambiental y el cambio climático, en particular, no son condiciones posibles de circunscribir a unos pocos factores por controlar, tales como las emisiones de CO2.
Iván Andrés Santandreu, 2019-08-27
Más allá de las apariencias, de lo evidente a nuestros ojos, y de lo que es posible percibir con nuestros sentidos, existe la realidad subyacente, que es un mundo de relaciones.
Todos los problemas personales, familiares, sociales y mundiales obedecen a la falta de comprensión de que todos los seres y todas las cosas están unidas entre sí por enlaces o conexiones no siempre evidentes. Es lo que en física cuántica se llama entrelazamiento cuántico y que nuestro actual paradigma científico y social prefiere no tomar en cuenta.
Así, la antigua ley física newtoniana de causa y efecto, que a nivel personal y social se describe en Oriente como karma, toma una dimensión más amplia y holística para nuestra civilización.
El caos ambiental y el cambio climático, en particular, no son condiciones posibles de circunscribir a unos pocos factores por controlar, tales como las emisiones de CO2, por ejemplo. Son muchas las variables en juego y, con toda probabilidad, no sabemos la jerarquía ni el orden de los mismos. No importa con cuánta “ciencia” se revista el problema, lo cierto es que no sabemos lo que sucede con el cambio climático.
El problema no es el clima ni el medioambiente, somos nosotros y la forma en que nos relacionamos entre nosotros y con el medioambiente, al cual tratamos como si todavía estuviéramos en el siglo XIX.
El cambio climático obedece a causas naturales y a causas humanas y desconocemos el peso de ambas variables, que ni siquiera se han medido. Parafraseando a Epicteto, hay que preocuparse de las cosas que dependen de nosotros, y no de las que no tienen relación con nuestros actos.
Todo cambio exterior parte de un cambio interior, y ese es el verdadero activismo que permite poner orden en los elementos de nuestra casa mundial, el oikos de los griegos, raíz etimológica de la ecología y la economía, ambas fuertemente entrelazadas, aunque para nuestra sociedad, aparentan no tener relación entre sí.
Si queremos un mundo más amable, más armónico y más limpio, el cambio necesariamente debe partir por nosotros mismos y por nuestra relación con el entorno. Las medidas externas no solucionarán nada, pues no apuntan a la causa del problema, sino que solo se centran en sus efectos.