En una visión que va más allá de las predicciones, la astrología esotérica profundiza en la unión entre los movimientos planetarios y nuestro desarrollo espiritual, conectando nuestra alma a la danza cósmica y sus significados. En este contexto, presentamos algunos apuntes de las enseñanzas de Alice Bailey y Phillip Lindsay, quienes presentan dos visiones complementarias, pero con enfoques y perspectivas propias, que enriquecen la comprensión de esta disciplina.
Observar los astros es una forma de comprendernos a nosotros mismos, ya que también somos parte de esa danza celestial, entendiendo que hasta lo más pequeño es parte de un gran todo conectado. La astrología esotérica es una rama de este saber arcano, que ofrece un enfoque que no está enfocado en entender el futuro, sino guiar a las personas hacia un despertar espiritual. La escritora y esotérica inglesa Alice Bailey ofreció a principios del siglo XX las bases filosóficas para estos estudios entregado una rica comprensión de cómo las fuerzas cósmicas se relacionan con nuestra evolución, no solo como individuos, sino como parte de un colectivo humano en constante cambio.
Según la mirada de Alice Bailey, plasmada en libros como “Astrología Esotérica” (1936), la astrología es mucho más que una herramienta predictiva, sino que un medio para entender el propósito espiritual del ser humano. “La astrología no ha demostrado todavía realmente su valor al mundo del pensamiento y de la ciencia, a pesar de los muchos éxitos definidamente demostrables”, explica Alice Bailey y detalla que, eventualmente, la astrología intuitiva reemplazará a lo que hoy se llama astrología, “retornando de este modo al conocimiento de esa antigua ciencia que relacionó las constelaciones y nuestro sistema solar, que atrajo la atención sobre la naturaleza del zodíaco e informó a la humanidad sobre las interrelaciones básicas que rigen y controlan los mundos fenoménico y subjetivo”. Dentro de esta mirada, los signos del zodiaco son representaciones simbólicas de cualidades y fuerzas espirituales que el ser humano debe aprender a dominar, ofreciendo un mapa cósmico para guiarnos en un camino hacia un entendimiento superior de nuestro ser y nuestra conformación espiritual. En este contexto, la relación con los planetas se asocia con el trabajo de transformación interna que cada uno de nosotros debe realizar para trascender las influencias externas y aprender a dirigir la energía propia hacia un propósito superior.
En su libro “Astrología Esotérica”, Alice Bailey presenta tres afirmaciones que considera básicas para esta perspectiva. La primera es que si bien la astrología se presenta como una ciencia exacta, a pesar de los cómputos y cálculos matemáticos que se usan en ella, está lejos de serlo: “Lo curioso es que está basada en la ilusión, y como bien es sabido en el ámbito científico, el zodíaco sólo es el recorrido imaginario del sol a través de los cielos, desde el punto de vista de nuestro insignificante planeta. El sol no está en ningún signo del zodíaco, sino simplemente parece estarlo al pasar entre nuestra pequeña esfera -la Tierra- y las constelaciones, en cualquier estación o tiempo determinado”.
La segunda afirmación tiene relación con que la astrología es esencialmente la más pura presentación de la verdad esotérica en el mundo, porque es la ciencia que trata de las fuerzas y energías que condicionan, rigen y actúan a través del espacio, sobre él y todo lo que en éste se encuentra. “Cuando sea captado este hecho, cuando el origen de esas energías sea mejor comprendido y la naturaleza del espacio correctamente captada, tendremos un horizonte más amplio y más íntimamente relacionado”, explica, porque a medida que esto sucede, el ego o personalidad, que es individualista, separatista y auto centrada, retrocederá rápidamente a segundo término, y el alma que posee conciencia grupal, que es incluyente y no separatista, irá destacándose cada vez más.
El tercer punto tiene relación con que el espacio es una entidad. Lo que llamamos “bóveda celeste” es la apariencia fenoménica de esa entidad. “Observarán que no digo apariencia material, sino fenoménica. Conjeturar sobre la naturaleza, la historia y la identidad de esa entidad, sería inútil y de ningún valor. Tendremos una idea vaga, que proporcionará una analogía, aunque eluda las especificaciones, si nos esforzamos por considerar a la familia humana, el cuarto reino de la naturaleza, como una entidad que forma una sola unidad y se expresa a través de las innumerables y diversificadas formas de la humanidad”. De esta forma, cada uno de nosotros, como individuos, somos parte integrante de la humanidad; sin embargo, cada uno lleva su propia vida, reacciona a sus propias impresiones, responde a las influencias e impactos externos, y a su vez emana influencias, envía irradiaciones temperamentales y expresa alguna cualidad o cualidades, afectando así, en cierta medida, a su medio ambiente y a aquellos con quienes entramos en contacto.
Si ampliamos esta idea al sistema solar, de ahí a los siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno, podemos captar una vaga imagen de una gran verdad esotérica subyacente: las influencias, las radiaciones y emanaciones de esta entidad y el efecto unido que producen sobre nuestra vida planetaria, en los reinos de la naturaleza y en las civilizaciones humanas en desarrollo. “Por lo tanto, la astrología esotérica trata de la Vida y las Vidas, que animan los ‘puntos de luz’ dentro de la Vida universal. Constelaciones, sistemas solares, planetas, reinos de la naturaleza y el ser humano, como ente microscópico, son el resultado de la actividad y la manifestación de la energía de ciertas Vidas, cuyos ciclos de expresión y sus infinitos propósitos, están fuera de la comprensión de las mentes más avanzadas e iluminadas de nuestro planeta.”
Phillip Lindsay y el camino hacia la transformación
En la actualidad, el astrólogo norteamericano y escritor Phillip Lindsay, se ha enfocado hace más de 20 años en expandir y estudiar las ideas planteadas por Alice Bailey, utilizando herramientas astrológicas actuales y un enfoque psicológico hacia la evolución humana, gracias a un camino de transformación interna. En esa línea, una de sus contribuciones más interesantes es el estudio de cómo los planetas y signos afectan tanto al ser consciente como al inconsciente. También incorpora la importancia de la energía y las vibraciones cósmicas, no solo en el nivel personal, sino también en la manera en que influyen en la humanidad a nivel colectivo.
Para Phillip Lindsay, la Astrología Esotérica debiese ser llamada “la ciencia de todas las ciencias”, porque se trata de un sistema que une a toda entidad viviente, desde un planeta hasta un ser humano.
“Describe las cualidades y energías de estos seres vivos, pero también permite la comprensión y el entendimiento de la forma en la que interactúan entre ellos: Por lo tanto es realmente una Ciencia de Relaciones: humanas, planetaria, zodiacales y estelares”, comenta el astrólogo norteamericano.
Explica que, además de una serie de conocimientos tangibles pertenecientes a otras ciencias, la astrología esotérica suma un elemento intangible: la intuición.
“Aquellos que han realizado el trabajo necesario, se han sometido a diversas disciplinas (como la meditación) y han desarrollado estos sentidos «sutiles», están preparados para recibir el conocimiento esotérico. Los que no están preparados, no tendrían una base sólida sobre la cual construir esos conocimientos, aunque todos somos capaces de desarrollar estas facultades, haciendo el trabajo adecuado”, invita.
Ahora bien, para Lindsay el alma es esa existencia imperecedera y perpetua que toma repetidas encarnaciones cíclicas, en cuerpos masculinos o femeninos y en diversas culturas, siendo parte de su propósito el expandir la conciencia y resolver el karma. Si bien ese debiese ser el foco, la mayor parte de la astrología que se practica hoy en día se centra en la “personalidad” que abarca desde lo mundano hasta perspectivas más espirituales. “Ya sea que estemos considerando la astrología adivinatoria o la astrología psicológica más seria que se esfuerza por ayudar a lograr la integración y la plenitud, todavía estamos limitados por las herramientas con las que trabajamos”, comenta.
Es aquí donde ingresa la importancia de la Ciencia de los Siete Rayos como herramienta. Estas siete corrientes de energía ingresan a este sistema solar desde fuentes cósmicas y condicionan cada forma de vida dentro de él. Este punto, señala, sería el “eslabón perdido” en astrología, puesto que los planetas son simplemente “vehículos” de estas energías, transmitiéndolas a la Tierra a través del zodíaco, cuyos signos tienen resonancias específicas con los rayos.
“La astrología esotérica ofrece una perspectiva más amplia de la vida; que no estamos simplemente habitando un pequeño planeta en sí mismo en el sistema solar, sino participando como un centro de energía dentro de una vida solar mayor”, recalca.
Este camino lo ha llevado también a indagar en la historia de la humanidad y la forma en que las energías se han manifestado en sus ciclos y civilizaciones. “Desde el nacimiento del Sistema Solar, del cual la Tierra no es más que un planeta más, hasta la ciencia actual se nos habla de la teoría de la evolución. ¿Pero qué sabemos de la semilla que predetermina el programa de la transformación de un ser humano, un animal o una rosa? ¿Qué sabemos de las fuerzas invisibles, y por lo tanto espirituales, que gradualmente desarrollan la forma, el color, el perfume? El origen de la presente humanidad preexiste en su raza madre como una semilla, en la cual yace escondida la flor de la siguiente raza”, manifiesta en el documental “El Origen Oculto de la Humanidad”.
Profunda y significativamente, la astrología esotérica es sin duda un camino de comprensión y de profundización en nuestras raíces, conexiones y elementos que nos hacen lo que somos individual y colectivamente, como parte de la gran danza cósmica, que ha estado, está y estará después de nosotros. Una invitación a conectarnos desde la intuición a un conocimiento que yace dentro de nosotros y en el universo.
Fuentes:
https://esotericastrologer.org/
“Astrología Esotérica. Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul”; Alice Bailey; 1936.