Desde el año pasado se dicta en Medicina un curso de posgrado sobre terapias florales y salud. Opina la directora Carolina Campra.
2019-01-03
Desde marzo pasado se dicta en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) un curso de posgrado sobre las esencias florales y el cuidado de la salud. Es el primero en su tipo en el ámbito de la educación pública universitaria. Despertó tantas expectativas que el cupo para sus clases se completó rápidamente, con una buena lista de espera para una próxima oportunidad. «Estamos ante el principio de un cambio de conciencia», analiza la directora de esta formación, Carolina Campra, sobre estas terapias avaladas por la Organización Mundial de la Salud.
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Campra es fonoaudióloga y terapeuta floral. «Sigo investigando y estudiando, porque todavía es un campo nuevo», dice respecto de las terapias florales, más conocidas como Flores de Bach, en alusión al doctor Edward Bach (1886-1936), impulsor de estos cuidados.
También es la directora del curso de posgrado «Las esencias florales en el cuidado de la salud» que empezó a dictarse en marzo pasado en Ciencias Médicas (UNR). El recorrido para que esta facultad aprobara su dictado tiene su larga trayectoria. La especialista atribuye el visto bueno a una apertura, a una amplitud de miradas sobre el campo del cuidado. «Es importante que, de alguna manera y aunque sea desde un lugar muy pequeño, se reconozca a estas terapias que pueden ayudar a la salud y tienen una explicación científica», aprecia Campra y agrega que actualmente «la física cuántica va explicando los procesos a través de los cuales las esencias florales pueden armonizar, equilibrar y restablecer la salud».
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Un remedio natural
Al curso sobre esencias florales que se dicta en la UNR asisten graduados en diferentes disciplinas, desde médicos y docentes hasta contadores y arquitectos. Está el requisito de poseer un título de nivel superior ya que la formación depende de la Escuela de Graduados de Medicina. Las clases son un sábado por mes y el programa de formación es de un año (de marzo a marzo).
El recorrido del sistema floral es relativamente nuevo y es atribuido al doctor Edward Bach, hacia 1900. De manera muy general, las esencias son aguas impregnadas por la energía de una flor, que se toman en gotas y funcionan como una terapia o remedio natural.
¿Qué importancia tiene que la Facultad de Medicina habilite en su ámbito el dictado de las terapias florales?
Por un lado es muy lindo y si Bach estuviese vivo creo que estaría alentándonos, ya que tuvo que renunciar a su titulo médico porque fue muy perseguido. Pero también es real que al no haber una ley nacional que enmarque nuestra práctica, genera un movimiento de pensar que «ahora al estar en la Facultad de Medicina, todo lo demás no va a valer nada». Esto no es así. Lo que hace Medicina es ofrecer una certificación de curso de posgrado, que no es un título habilitante. Es una formación. Por tanto no vale más o menos que otra, porque todavía no hay una ley que defina cómo debe ser la misma.
¿Y cómo es hasta ahora la formación en terapias florales?
Ya hay una escuela a nivel nacional que surge a partir de los discípulos de Bach. Esta escuela va marcando pautas. Sí, las terapias florales están respaldadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS contempla las terapias naturales y tradiciones alternativas que existen en los distintos países, ya sea la medicina china, taoísta, ayurveda o el reiki, entre otras. Es importante marcar que no hay que ser profesional graduado para trabajar con esencias florales. Un buen curso de terapia floral puede hacerlo cualquier persona mayor de edad y trabajar de manera excelente con las flores. No hay que tener otros conocimientos, hay que poder conectarse con la emoción del otro. Siempre resalto, porque ha habido muchas confusiones, que esto no es psicoanálisis. No estamos haciendo la tarea de un psicólogo, ni de un fonoaudiólogo, ni de un médico. Es un trabajo complementario. Yo trabajo con psiquiatras, psicólogos, médicos, pediatras que piden mi intervención en problemáticas puntuales.
A veces ocurren ciertas tendencias a mirar estas terapias con cierto fundamentalismo: «No me vacuno», «No voy más al médico»…
—Esto es complementario. Nosotros trabajamos con psicólogos, con médicos, con todas las especialidades… Esto no intenta ser las flores o nada. Justamente el hecho de que la Facultad de Ciencias Médicas esté propiciando a las disciplinas holísticas, que nos esté permitiendo espacios para esto, implica que haya un trabajo en equipo. Si fuera una cosa o la otra, nosotros no podríamos estar participando nunca de un espacio que está formando médicos del futuro. Lo que se intenta es que esto no sea una lucha, una cosa o la otra, sino que sea complementario y que podamos entender que el ser humano es una integridad. Y que muchas veces trabajando con terapias complementarias en el origen de un desequilibrio, evitamos un tratamiento de mayor gravedad.
¿A qué atribuyes tanta demanda para participar del curso abierto en Medicina?
Creo que estamos en el principio de un cambio de conciencia. Creo que hay muchas sombras y cosas que pasan que son dolorosas, pero por la misma cantidad de sombras que hay, hay luz. Y creo que cuando las personas empezamos a tomar conciencia y nos empezamos a cuidar y a descubrir que no nos queremos intoxicar, que queremos trabajar antes de que nos enfermemos, eso empieza a contagiar como una masa de energía -porque todos estamos unidos en una red de energía a través de nuestros cuerpos. Es decir, cuando una persona toma conciencia empieza a conectarse con otra persona que está en la misma vibración y esa información se traspasa a otras personas, aunque no seamos conscientes. Si bien muchos opinan que esto «se puso de moda», eso es por algo. También están quienes se quedan con lo negativo y te dicen que en esto «hay mucho chanta» o que «al final es todo lo mismo». Yo me quedo con lo positivo, con que hay una apertura, que hay una energía que empieza a funcionar y que está habiendo un cambio de conciencia. Eso es lo más emocionante.
Para mejorar la calidad de vida
Carolina Campra valora que se abran posibilidades en el campo de la salud para mejorar la calidad de vida, y que esta apertura considere a las terapias florales. «La idea es que sea un abanico de posibilidades, porque los seres humanos somos únicos e irrepetibles; un abanico desde el cual cada persona pueda proyectarse y elegir lo que le hace falta en ese momento. Hay quienes vienen a la terapia floral, pero me doy cuenta que no se terminan de conectar. Es ahí cuando les explico que no es su momento y les sugiero otra alternativa, que quizás les resulte mejor».
Las terapias florales se trabajan con niños, adolescentes y adultos. En cada etapa hay consultas que son más comunes que otras. Por ejemplo, en la primera infancia las derivaciones rondan sobre todo alrededor de los miedos nocturnos, los celos ante el nacimiento de un hermano. Sin embargo, Campra apunta que en estos casos se trabaja primero sobre el ambiente familiar, y si hay buena disposición de las familias, en general no se llega a los niños. Desde la adolescencia y en adelante, son muchas las consultas por la ansiedad. «Nosotros tenemos el trabajo de desandar esa palabra, porque debajo de la ansiedad hay emociones», dice y menciona a las preocupaciones, los miedos o la inseguridad, que hacen de esa persona alguien vulnerable.
Texto original: La Capital