En un escenario político incierto, en donde la ciudadanía rema para un lado, mientras que la clase política rema para el otro, Alfredo Sfeir, ex candidato presidencial, analiza el porqué de esta falta de credibilidad y de cohesión hacia los dirigentes políticos, y apunta a una nueva forma de construir sociedad.
Alejandra Vidal De la Cerda. Fotografías: José Miguel Rojas. 2017-04-11.
Recién llegado de Nepal, nos encontramos con Alfredo Sfeir Younis, excandidato presidencial del Partido Ecologista Verde durante las elecciones de 2013, quien en aquella ocasión obtuvo el sexto lugar y que, al igual que la mayoría de todos los candidatos apoyados por conglomerados más pequeños, mantiene una idea distinta de la política, sobre cómo debe ser el liderazgo de un presidente y, en definitiva, cómo debe ser un Gobierno.
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¿A qué crees que se debe la incertidumbre que reina hoy en día y el sentimiento de sin sentido que tiene la gente, sobre todo en política?
Yo creo que la incertidumbre fundamentalmente tiene que ver con la falta de liderazgo que existe; de tener la capacidad de reconocer este ciclo que está viviendo la humanidad, la región latinoamericana y Chile. Son diferentes, pero más o menos van por el mismo camino. Entonces hay una demora, y ese silencio en donde nadie dice lo que está pasando, por ejemplo, con el sistema económico y con las pensiones, de repente lo descubre la ciudadanía, que se empieza a agitar. Hay una serie de variables estructurales que tarde o temprano tienen que cambiar. Es como decir: “El imperio ya no existe”, y si yo hubiese estado en esa época, podría haberlo visto o no, podría haber rechazado el cambio, podría haber sido víctima del cambio, o cualquiera de las posibilidades existentes. Entonces, mucha gente se está sintiendo víctima de cambios que el liderazgo no ha sistematizado, no ha informado, no ha resuelto. Hay muchas variables que están en el aire para mucha gente.
¿Esto es parte de un sistema neoliberal que está agotado?
Claro que está agotado, y hay que cambiarlo. Necesitamos líderes que tengan la firmeza, la templanza para caminar hacia esta nueva etapa en la cual el ser humano, la ciudadanía es lo central. Los presidentes no deben ser súper ministros, sino que deben ser verdaderamente presidentes y estar con el pueblo. Tiene que haber más sabiduría, templanza, servicio, humildad, información y gestión. O sea, hoy un presidente debe tener una serie de atributos que antes no necesariamente eran importantes, o eran menos importantes.
¿Y de dónde van a salir esos líderes, Alfredo? Porque la gente más joven no está interesada en política
Tenemos que producirlos, tenemos que crearlos. Tenemos que pensar en la educación, por ejemplo, no sólo en el contexto de la ideología, sino también en el contenido. El contenido del para qué, y ahí volvemos atrás. Hay que preguntarse cuál es tu visión del tema: si tu visión es productividad –porque estamos en el modelo neoliberal- entonces se producen profesionales que tienen un título, que saben muy poco; por ejemplo, los ingenieros comerciales ganan 500 mil pesos. Queremos aumentar la productividad de la gente, para que aumente el crecimiento económico, pero no vemos a las personas, que es uno de los desafíos que tenemos en Chile.
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Tú has señalado que el único cambio real externo es el que primero viene de manera interna. ¿Cómo surge este liderazgo interior que permite que los cambios se manifiesten en la sociedad?
Primero, no hay nada que reemplace a una educación integral, de cuerpo, mente y alma. Tenemos una educación solo de la mente para el saber, que nos lleva a mantener un manejo de nuestros sentidos relativamente poderosos, pero no va más allá. Segundo, la educación tiene que ser una educación que expanda la conciencia; es decir, que tanto la experiencia del ser humano (la educación), como la intensidad de esa experiencia, sean extraordinariamente ricas. Debemos hacerlos trabajar en eso, sacar la sala de clases al exterior. Tercero, tiene que haber una institucionalidad nueva. No podemos seguir con instituciones en que no hay educación cívica, en que se cortan los presupuestos a la música, en que nadie puede ser disidente en el sistema, porque el sistema lo persigue. O sea, hay que realmente tener una institucionalidad que permita el cultivo de quién es Chile, de lo que queremos como chilenos y de lo que pensamos. Y esto se logra junto a una ciudadanía empoderada y consciente. Cuarto, hay que crear mecanismos de base, es decir, que los ciudadanos tengan formas de ser consultados de manera seria. La cantidad de veces que un joven es consultado en Suiza, en relación con cuánto es consultado en Chile, es francamente cero. Viví en Suiza y el día domingo siempre aparece una persona en la plaza que está haciendo un plebiscito, y en donde la gente puede participar. Es una ciudadanía a la que se consulta, y no es la excepción sino la regla. Tienes que crear un sistema de derechos. Veamos el derecho de la mujer, por ejemplo, que permita la igualdad de género y, por lo tanto, que posibilite la expresión de esta energía femenina tan importante para el futuro de la humanidad. Hay muchas maneras de hacerlo y bastante prácticas. Todas las revoluciones, todos los cambios fundamentales los hace un líder, no una persona, sino que el liderazgo como grupo, el liderazgo de personas, y acá se ha tratado de mutilar el crecimiento del liderazgo. Y una manera para mutilar los liderazgos es disminuyendo, es tildando de populista. Hay una cantidad de maneras de mutilar liderazgos nuevos y ese es un tema, o sea, veamos las mallas curriculares de las carreras de negocios, de ingeniería comercial, de abogacía. Sucede que hay otros países a los cuales nosotros “les sacamos el sombrero”, como por ejemplo, los países nórdicos, Estados Unidos, Inglaterra, etc., que han avanzado muchísimo. Si tú lees hoy en día el Financial Times, siempre hay artículos sobre meditación, contemplación, yoga. Es lo mismo que está haciendo la escuela de manejo de negocios en la India, o lo que están haciendo en Harvard, MIP, Chicago, Berkley; ellos están evolucionando y nosotros estamos como estancados todavía en eso por un tema valórico que no sabemos resolver.
Mucha gente se está sintiendo víctima de cambios que el liderazgo no ha sistematizado, no ha informado, no ha resuelto. Hay muchas variables que están en el aire para mucha gente.
¿Y ellos cuánto se habrán demorado en llegar a eso? Porque pareciera que en Chile queda mucho aún.
Ahí tengo sentimientos encontrados, porque yo creo que el pueblo chileno es extraordinariamente espiritual, educado y desarrollado.
¿Lo dices por comparación frente a la realidad en otros países?
Por comparación, por experiencia, por tomarme un mate y escuchar lo que ellos hablan, cómo lo hablan, cuáles son los temas que a ellos les interesan. No es solamente dinero. Ellos están preocupados de la cohesión social, están preocupados de la mantención de una familia, están preocupados de una unidad familiar que les permita sobrevivir en el largo plazo, están preocupados de proteger la naturaleza, porque el acervo de capital de ellos, digamos su patrimonio, es la noria, son los árboles frutales, es la hortaliza. Cuando uno habla de temas que para otros parecen como demasiado radicales, demasiado esotéricos, como la sustentabilidad, que finalmente es el agua limpia, el aire limpio, que el huemul no desaparezca, que el cóndor no desaparezca, que vivamos con bosques nativos que nos permitan un equilibrio climático, etcétera, yo no veo lo esotérico de eso, y para ellos eso es evidente. Por lo tanto, nuestro pueblo está esperando un liderazgo diferente.
Con todo esto, ¿planteas que tenemos un sistema externo que llegó a Chile, pero que la raíz profunda puede dar vuelta un sistema tan artificial?
Absolutamente, pues los movimientos no tienen por qué ser violentos. Hablemos de un caso: la Constitución. Ese es un instrumento institucional, no es todo. Yo puedo escribir la mejor Constitución del mundo, pero si la conciencia ciudadana no va con eso, no sirve para nada. Por ejemplo, hay dos maneras de escribir la Constitución: una, la Constitución como instrumento jurídico, la gran ley, la ley última, la ley primus inter pares. Entonces, a través de esta descripción legal, se distribuye el poder entre los distintos ítems, digamos, institucionales, esa es una de las constituciones que es la más corriente en nuestros países. Y la opción dos, es que pienso que hay que escribir otra Constitución, una que diga quiénes somos, y para dónde vamos.
Como una carta de navegación…
Exactamente. Fíjate que nosotros queremos una definición de bienestar, que va más allá de lo material, y vemos que el pueblo expresa eso. Yo tengo mi definición de bienestar que es la felicidad, la espiritualidad, la cultura, la integración social, etc. Yo no estoy diciendo que lo material no es importante, pero no sería lo más importante.
O sea, que tiene que estar en una justa medida
El reconocimiento de nuestros pueblos originarios, o sea, la autonomía de nuestros pueblos originarios, cómo vamos a llegar allá, cómo serán representados en estas instituciones, qué significa la tierra, quiénes son los propietarios de nuestros recursos naturales: tiene que ser la sociedad. El Estado debe ser un garante de esos derechos. Es un tema y muy importante, y es la pelea que existe entre asamblea constituyente y no asamblea constituyente. Entonces, cuando alguien avanza al tema de la asamblea constituyente, otra persona lo tilda de pésimo, dice que el pueblo no sabe nada, y eso es el lenguaje del establishment, que trata de filtrar lo más posible estos cambios. El día que exista una asamblea constituyente bien formulada, bien establecida, todos vamos a decir: “Oye, mira qué interesante. No era tan descabellada la cosa”, porque queremos saber lo que piensa Temuco, queremos saber cómo vamos a regionalizar el país, queremos saber cómo vamos a canalizar los beneficios a la gente más pobre, que ese es otro de los grandes desafíos de Chile; cómo canalizar estos beneficios, cómo vamos a mejorar los servicios públicos que están terribles.
¿En qué momento está madura la sociedad para hacer el cambio?
Es que es el huevo o la gallina, ¿no? Yo diría, ¿qué es lo que va a provocar ese cambio? Lo voy a provocar en forma armónica o va a ser con sangre. Lo va a hacer el exterior, en donde alguien diga ya no hay más globalización, ni más libre comercio, y en donde por ejemplo Estados Unidos decida proteger sus acervos culturales, o que Europa decida que toda su agricultura, como en Dinamarca, sea orgánica y, por ende, no importarán nada de Chile, y ahí comenzaremos a preocuparnos. ¿O será en una nueva idea de país, donde nuestra semilla, la agricultura orgánica, una ley de Responsabilidad Extendida del Productor o Ley REP, etcétera, hagan un nuevo Chile? ¿Y por qué no hacerlo? Entonces, ahí es donde está el liderazgo.
Queremos aumentar la productividad de la gente, para que aumente el crecimiento económico, pero no vemos a las personas, que es uno de los desafíos que tenemos en Chile.
¿Cuál es la visión de educación que crees que necesita Chile hoy en día?
Para responder eso me tengo que preguntar, ¿qué tipo de ser humano quiero yo después de los 12 años de colegio? Quiero saber ¿qué significa ser profesional? ¿En qué contexto estamos hablando de profesión? ¿Qué es una profesión? Cuando yo salí del país, en el año 1972, a estudiar a EE.UU., había 7 grandes universidades; en la actualidad, hay sesenta y tantas universidades. Qué queremos con eso, ¿queremos empapelar de títulos universitarios o queremos un ser que posea una cierta semilla? Y aquí tengo una visión muy clara sobre esto. Hablando primero de los profesionales dentro de la sala cuna hasta terminar la educación escolar, cada profesión tiene una semilla espiritual, y si tú no consigues autorrealizar esa semilla espiritual dentro de la universidad, tú no deberías recibir un título universitario, porque no estamos en la época de Piscis: en tanto yo sé, en tanto yo actúo. Estamos en la época de Acuario: yo me autorrealizo en tanto actúo; esa es la regla de oro. Cada profesión tiene una semilla espiritual que la acompaña y las profesiones no son agregar cursos. Es agregar experiencia y yo veo que hoy en día eso no se discute, está dentro de una maraña de calidad en la educación, eso es lo que más me preocupa. Me preocupa que el niño tenga una percepción violenta de la sociedad, me preocupa que el niño tenga una visión de desintegración social, me preocupa que no tenga un sentido de pertenencia.
Economía de la abundancia
Si la naturaleza es abundancia, ¿por qué se dice que los recursos son escasos?
Eso es un error del intelecto. Cuando los economistas tengan la capacidad de poner la conciencia humana como variable endógena del pensamiento económico, se va a enseñar la economía de la abundancia. Y eso es lo que yo enseño en la espiritualidad: la economía de la abundancia.
Si hubiese un solo programa de Gobierno, si pudieras hacer una sola cosa, ¿cómo se presentaría eso?
A través de la alimentación, porque ahí toco el tema de las semillas, las semillas transgénicas. Toco la agricultura orgánica, la calidad del agua, el uso de los fertilizantes, de los pesticidas, de los aditivos, de los colorantes, de cómo vamos a informar a la ciudadanía del azúcar, de las calorías: es la salud en definitiva.
Incluso de la educación -porque es un acercamiento al mundo natural, a los huertos- se aprende de los ciclos.
Me refiero al tema de la seguridad alimentaria, del punto de vista de la calidad de los alimentos, no solo de la cantidad de los alimentos; la propiedad familiar de los recursos, la unidad agrícola familiar. Por ejemplo, pensemos en un plan nacional de semillas, en que recuperemos todas las semillas chilenas en cuatro años. ¿Por qué? Porque la semilla es vida; por lo tanto, la semilla chilena es Chile. Nos va a hacer mucho más chilenos, por ende, vamos a tener mejor salud, mejor bienestar, mejor alegría, mejor felicidad.
Alfredo Sfeir Younis es economista, líder espiritual y de opinión, ex-candidato presidencial de Chile. Estudió economía en la Universidad de Chile, con maestrías y doctorados de la Universidad de Rhode Island y de Wisconsin. También se graduó en la Universidad de Harvard como MBA para Ejecutivos. Ocupó varios cargos en el Banco Mundial, donde fue considerado el primer economista ambiental. Es el fundador y actual presidente del Instituto Zambuling para La Transformación Humana (IZTH).