Con motivo del congreso en línea Gestores de Conciencia por la Paz, en el cual Revista Mundo Nuevo participó como patrocinador internacional, el presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, conferencista y miembro del Consejo Asesor de Tríodos Bank, Joan Antoni Melé, otorgó una entrevista en la cual profundizó sobre el consumo responsable y la toma de conciencia de las personas a la hora de adquirir algún bien, entendiendo que con la compra pueden hacer una diferencia y avalar productos fabricados o no éticamente.
Juan José Lopera. Fotografías José Miguel Rojas. 2019-08-27.
Joan, parece evidente a primera vista las implicancias que tiene la manera en que nos relacionamos con el dinero, con las finanzas y su impacto en la convivencia con otros seres humanos, con el medioambiente, y en la sostenibilidad de nuestra estructura de vida. Háblanos un poco de la evolución de ese concepto, de su importancia y qué estás haciendo al respecto.
He puesto el dinero en el foco de mi vida, de mi actividad; en el despertar de la conciencia a través de un uso consciente del dinero. Llevo unos 42 años de profesión como banquero o ligado al mundo financiero; los 30 primeros años en la banca tradicional y luego 12 en lo que se llama banca ética.
Lo que pude experimentar en mis años de banca, conociendo miles de clientes, es que las personas no son conscientes de lo que significa el dinero y que cuando toman decisiones no lo hacen conscientemente, sino motivados por instintos, por sentimientos, por codicia. Entonces, casi nunca tenemos conciencia de cómo nuestras decisiones afectarán a las demás personas y al planeta; y también a nosotros mismos.
Por esa razón, estamos creando ahora lo que llamamos una red mundial, la Red Dinero y Conciencia. Y lo que intentamos es que las personas, tanto en escuelas, como en universidades, empresas y bancos éticos, hagan este uso consciente del dinero, por ejemplo, a la hora de consumir.
Cuando alguien compra algo, que se pregunte ¿quién lo ha fabricado, en qué país, en qué condiciones? ¿Los productos son orgánicos o se han hecho perjudicando el medioambiente? ¿Se respetan los derechos humanos de quienes los producen o se les está explotando? Por ejemplo, hay una marca famosa que subcontrata la fabricación en Bangladesh y hace cuatro años aproximadamente murieron más de 1.000 mujeres trabajando en condiciones inhumanas, en un subterráneo inmundo, y eso pasa porque lo permitimos y porque nosotros seguimos comprando esa ropa.
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Porque aparentemente es barato…
Barato no; ¡es la ropa más cara que conozco del mundo, porque ha costado mil vidas! Entonces, tenemos que ser conscientes de ello.
Si sabiendo esto seguimos comprando, quiere decir que no nos importa lo que está pasando. Cuando alguien dice “o cambias la forma de trabajar o con mi dinero no vas a ganar”, esto provoca cambios, con la ropa, con la comida, etc. Gran parte de la comida del mundo es transgénica y eso está destruyendo el medioambiente, la salud y también implica condiciones de trabajo precarias. Vamos a comer alimentos orgánicos, que sabemos que respetan la tierra y el medioambiente, y que las personas viven dignamente con el trabajo.
Los bancos gestionan nuestro dinero. Es nuestro, no es de ellos. Por lo tanto, el cliente tiene el derecho y tiene la responsabilidad de saber cuáles son los criterios del banco a la hora de invertir.
Y así, con cualquier cosa. Por ejemplo, con los muebles pasa lo mismo. Es importante saber si la madera es de un bosque sostenible o si proviene de un bosque de esos en los que cada año se cortan entre 12 y 15 millones de hectáreas y que no se vuelven a replantar.
El consumidor tiene que darse cuenta de la fuerza que posee cuando pone conciencia en la toma de decisiones. Lo mismo ocurre con el banco. Nunca ha venido un cliente a preguntarme qué harás con mi dinero, dónde lo invertirás.
¿Qué necesitamos en nuestra manera de ver el mundo, de entender sistémicamente y de mirar más allá, para no seguir sosteniendo algo como a lo que hemos llegado, con esta amenaza del calentamiento global?
Por eso es tan importante este concepto de banca ética. Los bancos gestionan nuestro dinero. Es nuestro, no es de ellos. Por lo tanto, el cliente tiene el derecho y tiene la responsabilidad de saber cuáles son los criterios del banco a la hora de invertir, por lo que el banco tiene que ser radicalmente transparente. Tiene que explicar hasta el último céntimo en qué empresas ha invertido, porque si no estoy de acuerdo, puedo decir “con mi dinero no, basta, se acaba”. Entonces, el banco primero tiene que definir en qué empresas invertirá.
Gran parte de la banca mundial invierte dinero en el comercio de armas, porque es muy rentable, las guerras dan mucho dinero. Pero no puede ser así. Si yo soy una persona que respeta los derechos humanos, soy pacifista, no puedo permitir que mi dinero vaya en un sentido contrario.
Por eso es tan importante el tema de la banca ética. Ahora estamos trabajando para implantarlo en toda Latinoamérica, porque es una región con un gran potencial de riqueza, con un gran potencial humano. Sin embargo, en ninguna otra parte, la riqueza está tan mal distribuida; además, hay muchas personas que tienen grandes proyectos, pero que los bancos no los quieren financiar. No obstante, con nuestro dinero, financian cosas que, si lo supiéramos, nunca lo permitiríamos. Por eso hay que crear una banca ética, desde México hasta la Patagonia, para que el dinero vaya donde tiene que ir y genere riqueza. Es muy sencillo. Mientras no ocupo mi dinero, que este sirva para proyectos positivos para la humanidad.
Se está mostrando que el siglo XXI es el ciclo del despertar de la conciencia. En la salud y en la medicina, hay ataques. En España, están atacando a las medicinas que no son agresivas, las alopáticas. Todo lo que es un poco aparte, desde la sintergética hasta la homeopatía, es blanco de un ataque brutal. ¿Por qué? Porque las farmacéuticas multinacionales que son aliadas de los grandes bancos, ven que si la gente despierta la conciencia, se acaba el negocio. Yo lo llamo el gran combate espiritual, para que el ser humano deje de vivir manipulado y las personas puedan tomar decisiones conscientes.
Saber es una responsabilidad.
Exactamente.
Y entonces, como ciudadano normal, cuando llego a mi banco, ¿qué preguntas claves debo hacer para tomar mis decisiones conscientemente?
Lo que pasa es que, aunque preguntes, en primer lugar, los empleados no van a saber qué responder o te van a contestar una parte, porque no saben. Algunos bancos ni siquiera tienen la posibilidad de hacer inversiones. Lo que hace ahora un banco, al ver la competencia de la banca ética, es que si tiene 100 fondos de inversión, uno es con un cierto criterio ético. Y cuando un cliente se va, le ofrecen ese fondo ético; sin embargo, los otros 99 no lo son. Pues entonces, no eres ético; eres oportunista.
Si yo busco en internet, porque quiero aprender a escoger dónde invierto mi dinero, ¿qué debo buscar?
Lo mejor sería, a nivel mundial, lo que se llama Global Alliance for Banking of Values (Alianza Global para una Banca con Valores). A nivel mundial, han decidido llamarle Banca con Valores. Es una alianza que, en este momento, según creo, cuenta con unos 53 o 54 bancos en todo el mundo, que es poco, pero ya son más de 50. Y sigue creciendo. En algunos países de Latinoamérica, solo están haciendo microfinanzas, pero bueno, ya es un inicio.
Desde Afganistán a Mongolia, están apareciendo bancos que son pequeños al principio. Pero bueno, una semilla también es pequeña y luego se convierte en un árbol gigante.
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Dignidad… Yo siento que en el fondo, el concepto profundo de dignidad es el que tenemos que apuntalar; porque ¿con qué cara voy a mirar a mis hijos si estoy en esa profunda contradicción de enseñarles el valor de respetar el medioambiente, pero con mi dinero lo estoy destruyendo? En ese contexto, ¿qué tipo de educación nos puede ayudar sistémicamente, a generar un sentimiento profundo de dignidad y coherencia?
Las decisiones que tomamos consisten en buscar la máxima rentabilidad. Pero la mayor parte de nuestras decisiones surgen del miedo. Entonces, el miedo nos quita la dignidad humana y nos convierte en animales. Para mí, cuando hablo de dignidad humana, hablo sobre todo de tres cualidades; de tres capacidades que poseemos, pero que solo son capacidades. Hay que desarrollarlas, para que se conviertan en una habilidad.
La primera es la libertad. La libertad es una capacidad humana, pero hay que trabajarla. Tiene que ver con un ser humano libre de miedos, de codicias, de ambiciones, de instintos. Un ser humano es libre cuando puede buscar la verdad de algo. Entonces, lo mueve el amor a esa verdad que ha encontrado. No es nada egoísta.
Por lo mismo, el primer problema que tenemos es la educación. Hoy nos educan en un virus que se introdujo hace un par de siglos diciendo que el hombre es un animal; me refiero a la teoría de Darwin. Somos un animal un poco superior, al final de la cadena evolutiva, que cambia en muy pocos genes respecto de los chimpancés y que el único sentido de la vida es la lucha por la supervivencia. Y esto se va repitiendo no como una teoría, sino como un dogma.
La vida es una lucha por la supervivencia, claro, el que no se adapta no sobrevive. Aquí tiene que ser el más fuerte o el que se adapta mejor. Nos encontramos con esta teoría darwinista para los animales, pero se está olvidando al ser humano. Y entonces, ¿por qué hacemos poesía?, ¿por qué pintamos cuadros?, ¿por qué componemos música?, ¿qué tiene que ver la poesía con la lucha por la supervivencia? Porque es nuestra esencia, la del ser humano… el arte es tan importante, porque es un área de libertad y de amor. Yo pinto un cuadro, escribo una poesía, porque ya lo tengo dentro de mí y lo quiero compartir con los demás.
Y la creación artística, la poesía, la meditación, la contemplación, ¿son imposibles en el miedo?
Por eso, hay que educar para la libertad; no en libertad. De las pedagogías que ahora hay en el mundo, la que mejor conozco y que para mí es la mejor para esta época es la pedagogía Waldorf, precisamente porque educa a los niños y niñas para que puedan ser creativos, para que tengan capacidad de relación. Ahora la llaman inteligencia emocional. Yo hablaría de armonía en las relaciones humanas, en el amor, para que sean personas libres. Libertad, amor y creatividad: yo le llamo dignidad humana a estos tres factores y esta pedagogía prepara ya desde pequeños para ser muy creativos. Atribuye la misma importancia a saber amasar pan, a tocar el violín, o a manejar las matemáticas.
No son más importantes las matemáticas que saber actuar. Hoy solo se educa la cabeza, se enseña a memorizar. El niño o niña que repite igual a lo que le han dicho, triunfa; quien tiene criterio propio, fracasa. Entonces, en estricto orden, hay que saber actuar la voluntad, saber relacionarse en equilibrio y en libre armonía con los demás; a esto podemos llamarle amor si no suena romántico, y educar para la libertad. Debemos saber dialogar, saber escuchar a los otros. Tenemos que aprender de cualquier persona, porque cualquier persona nos dará un aspecto de la verdad que no habíamos visto. Cuanto más escuchemos y veamos matices, más verdades descubrimos, y más libres vamos evolucionando.
Entonces, para mí, esta es la educación que hoy es urgente. Y en la educación tecnificada que tenemos actualmente, hay que doblar las horas de clases de humanidades, aunque en España están quitando las humanidades, porque consideran que no es práctico. Sin embargo, es lo más práctico, porque eso ayuda a despertar la ética y el reconocimiento de la dignidad humana. La tecnología es importante, pero si no hemos preparado a un ser humano, la tecnología nos dominará toda la vida. Si tenemos la dignidad, usaremos la tecnología a nuestro servicio.
Hay que crear una banca ética, desde México hasta la Patagonia, para que el dinero vaya donde tiene que ir y genere riqueza. Es muy sencillo. Mientras no ocupo mi dinero, que este sirva para proyectos positivos para la humanidad.
¿Qué metodología usas para que las personas que nos leen puedan tener algunos elementos prácticos y concretos para ir construyendo conciencia financiera?
Una de las cosas que hago desde hace muchísimos años es una retrospección de la jornada. Son cinco o diez minutos. Intento estar sentado, relajado. Cierro los ojos y me empiezo a imaginar, desde ese momento, que voy retrocediendo hasta la mañana, cuando me he levantado. Intento mirarme un poco a mí mismo como desde fuera. En ese momento, miro cómo me he relacionado con los demás con respecto a tres valores que ya estaban en Platón: la verdad, la belleza, la bondad. ¿He sido auténtico?, ¿verídico?, ¿o he dicho medias verdades?
En cuanto a la belleza, que es un equilibrio y armonía, ¿me he sabido relacionar en armonía con los demás? ¿O cuando no me han gustado, los he apartado de mi vida?; porque a veces, queremos ejercer poder sobre los demás. Yo intento buscar esta belleza, esta armonía. Es como cuando estás cantando en un coro, y no sientes que eres un gran tenor.
La bondad, para mí, es la palabra que más me gusta, pero que está muy estropeada. En mi opinión, la bondad es compromiso, es coraje, pero coraje para actuar. Entonces, por la noche, cuando hago la retrospección, me pregunto si he sido verídico. Y siempre veo un error, siempre algo falla, pero no pasa nada. No es juzgarse, es un observar. Tomo conciencia, voy a dormir y, al día siguiente, cuando me levanto, dedico un tiempo largo de silencio a la meditación.
Incluso, a veces, al mediodía, al parar para almorzar, me detengo un minuto y reviso si lo que me había propuesto por la mañana va bien o si los acontecimientos me han arrastrado, porque a veces, estás tan metido en el personaje, que te olvidas de lo que habías meditado por la mañana. Son como tres puntos de anclaje, como una mesa de tres patas: retrospección por la noche, meditación por la mañana y salir a la calle con un proyecto: hoy voy a intentar ser mejor persona, ser más verídico, buscar más la armonía con las personas y estar más comprometido con el mundo.
Los tres principios platónicos: verdad, belleza y bondad, ¿cómo se aplican a mis decisiones financieras?
Yo lo utilizo en empresas. Por ejemplo, en Tríodos Bank, no vendas algo que tú nunca comprarías, porque si hay algo que no está bien, no lo vendes tú ni nadie. Hay que revisar por qué no está bien. Hay que ser auténtico en el trabajo, pero también ser veraz con los compañeros y con los jefes. El tema de la belleza, que es armonía y equilibrio, lo establecemos en que cada persona, por nueva que sea, participe de la misión, visión y valores de la empresa; que entienda que no es una pieza de una maquinaria, sino el equivalente a una célula de un organismo. Es decir, debemos pasar de la visión mecánica a una visión orgánica de las empresas. Cuando un empleado no está bien en la empresa, esto afecta a todo el conjunto.
Luego la bondad, que también he dicho que en la empresa es coraje y compromiso, es además iniciativa: no esperes a que te manden a hacer algo. Siempre pongo un ejemplo sencillo: entro a una habitación y veo que una ampolleta está quemada, ¿quién es el responsable de ese cambio? Yo, que lo he notado y que se lo hace saber a la persona que corresponda. No es necesario que haya un incentivo en dinero ni que lo ordene alguien. Como formamos parte de un mismo organismo, yo me preocupo de todas las personas.
Joan Melé Cartañá. Conferenciante y formador sobre valores. Miembro del Consejo Asesor de Triodos Bank, Asesor de la Cámara de Emprendedores y Empresarios de Cataluña, promotor de la banca ética en España y Latinoamérica y autor de los libros Dinero y conciencia y La Economía explicada a los jóvenes. www.joanmele.com |