En tiempos donde los días pasan casi sin darnos cuenta, compartimos un extracto de la mirada de la escritora y esoterista inglesa Alice Bailey sobre la meditación, donde levanta cuatro puntos fundamentales de esta práctica, a través de los aprendizajes del maestro tibetano , Djwhal Khul
Por Paloma Soto Carmona
En el libro “Cartas sobre Meditación Ocultista”, Alice Bailey entrega algunos de los conocimientos obtenidos por el maestro tibetano Djwhal Khul, por medio de una serie de cartas recibidas durante el período comprendido principalmente entre el 16 de mayo de 1920 y el 20 de octubre del mismo año.
En este compendio de conocimientos, la destacada esoterista y escritora inglesa entrega algunos lineamientos y reflexiones en torno a la meditación, una práctica que adquiere mayor relevancia en tiempos cada vez más vertiginosos, estableciendo en la carta recibida en junio de 1920 cuatro aspectos importantes de la meditación.
En primer lugar, indica el maestro Djwhal Khul, la meditación ayuda al alineamiento, permitiendo hacer contacto con el Yo superior, afirmando que “el énfasis puesto sobre la importancia de la meditación, es consecuencia lógica de la absoluta convicción, por parte del estudiante, de la necesidad imperiosa de que el Ego domine a la Personalidad”.
El ser humano, explica, está dedicado en la actualidad a muchas actividades, quedando por fuerza de las circunstancias polarizado totalmente en el yo inferior, ya sea en el cuerpo emocional o en el mental:
“Aunque el cuerpo mental esté activo, no se siente la necesidad de meditar hasta que el hombre haya sufrido muchos cambios y pasado muchas vidas (…) Ha llegado así a un punto donde el éxito, la popularidad y los diversos dones son suyos, sin embargo, no extrae de ellos ninguna satisfacción, persistiendo siempre el anhelo interno, hasta que el dolor es tan agudo, que el deseo de exteriorizarse y elevarse, para llegar a alguien o a algo que está más allá, vence todos los obstáculos”.
Es en este punto, cuando la persona comienza a dirigirse internamente y a buscar la fuente de su origen. “Entonces empieza a meditar, a reflexionar e intensificar la vibración, hasta que, en el transcurso del tiempo, recoge los frutos de la meditación”.
Un segundo aspecto que se puede lograr a través de esta práctica es alcanzar el equilibrio, para posteriormente ir alcanzando vibraciones más elevadas, hasta “hacer que la conciencia vibre a un ritmo nuevo y superior y vire (sí puede expresarse así) hacia la periferia del triple Espíritu”.
A través de esta práctica constante, explica Bailey en su libro, es posible elevar el punto de equilibrio de manera gradual, “hasta llegar el momento en que el punto de atracción inferior, en la oscilación y reajuste, no es el físico, tampoco llega al emocional, ni establece contacto con el mental (pasando por alto también el cuerpo causal), y el hombre desde ese momento está polarizado en la conciencia espiritual”.
En esa línea, la meditación tiene una tercera virtud, que es la capacidad de ayudarnos a sintonizar las vibraciones inferiores en los subplanos emocional y mental, hasta lograr la sintonización con el Yo superior, “y la afinación de la personalidad o tercera mayor, con la quinta dominante del Ego”.
Luego, el cuarto punto indicado por el maestro tibetano a Alice Bailey es el poder transferir la polarización desde uno de los átomos permanentes de la personalidad al correspondiente átomo de la Tríada espiritual.
“Lo antedicho evidencia la naturaleza esencial de la meditación y su práctica inteligente, diligente y formal. En la primera experiencia, una vez logrado lo más elevado que la naturaleza inferior tiene que ofrecer, el hombre empieza a meditar. Sus tentativas son al principio desordenadas, y a veces transcurren varias encarnaciones hasta que el Yo superior fuerza al hombre a pensar y meditar seriamente, sólo a raros y separados intervalos. Las ocasiones de recogerse en sí mismo ocurren con mayor frecuencia, hasta que en varias vidas el hombre se dedica a la meditación y aspiración místicas, consagrando finalmente toda una vida a ellas, lo que señala el cenit de la aspiración emocional por medio del cuerpo mental, independientemente de la aplicación científica de la Ley. Estas leyes rigen la verdadera meditación ocultista”.
Alice A. Bailey
Famosa esoterista y escritora inglesa. Perteneció en su juventus al Centro de la Sociedad Teosófica de los Angeles, del que luego se separó para actuar con más libertad de acuerdo a sus propios puntos de vista y a las enseñanzas que le impartieron dos Maestros de la Jerarquía Oculta.
Alices A. Bailey menciona que tuvo su primer encuentro con el Maestro Koot Hoomi el 30 de junio de 1985, cuando contaba tan sólo con 15 años de edad (…). Desde entonces trabajó durante toda su vida para él, llegando a ser una de las discípulas más avanzadas de su grupo o Ashrama. Por otra parte el Maestro Djwhal Khul, conocido como D.K. o El Tibetano, inspiró o dictó sus libros por medio de la facultad denominada clariaudiencia, que poseía Alice A. Bailey en marcado grado. El contacto con este instructor se mantuvo durante cerca de treinta años.Fuente: https://hermandadblanca.org/libros-del-tibetano/