La Creación entera, hasta en sus mínimos detalles, está en constante cambio, en permanente renovación. La evolución es, en sí misma, un eterno cambio dirigido por el Plan Divino hacia un objetivo superior. La fuerza renovadora que impulsa el cambio en toda la Creación es el tercer aspecto de la Divinidad: la Hija Divina o el Hijo Divino. Entendamos que la distinción de género, hija o hijo, es solo una cuestión de lenguaje, de forma, porque este tercer aspecto de la Divinidad contiene en sí la síntesis perfecta entre los otros dos aspectos de la Divinidad: la Madre Divina y el Padre Divino. La Hija Divina o Hijo Divino es el perfecto Amor resultante de la unión entre Ellos.
Todos nosotros, como consciencias evolucionantes, somos parte del Hijo Divino. Cada uno de nosotros es un Hijo Divino. Cada uno de nosotros es todo lo que la Madre Divina Es y es único por la Voluntad del Padre Divino. Todos nosotros, todas las consciencias emanadas de la unión entre el Padre Divino y la Madre Divina, como una gran hermandad universal, somos y constituimos la fuerza renovadora, en constante expansión, de toda la Creación.
De esta manera, toda consciencia es una Hija Divina. Pero no toda consciencia está consciente de serlo, porque no toda consciencia está consciente de sí misma. Este es el gran misterio de la Creación. Cada consciencia debe recorrer un largo camino de evolución para lograr el conocimiento, y el reconocimiento, de sí misma. Esto significa el llegar a saberse y reconocerse como una Hija Divina. Y también reconocer en sí misma todas las cualidades de la Madre Divina y del Padre Divino. Es conocer la Verdad y el Amor como cualidades Divinas internas, inherentes a cada uno de nosotros.
Entendamos que la distinción de género, hija o hijo, es solo una cuestión de lenguaje, de forma, porque este tercer aspecto de la Divinidad contiene en sí la síntesis perfecta entre los otros dos aspectos de la Divinidad: la Madre Divina y el Padre Divino.
¿Y qué ocurre cuando una consciencia logra saberse y conocerse a sí misma? Pues bien, sobreviene el misterio de la Consciencia Crística, que es la consciencia que se sabe Hija Divina, una con la Madre Divina, una con el Padre Divino, una con la Verdad, una con todas las otras consciencias, sus Hermanas Divinas, una con el perfecto Amor y todos sus frutos, una con toda la Creación. Por la bienaventuranza de toda la Creación.
Miriam, una Ciudadana del Espíritu
(a través de Fran)