La Geometría Sagrada nos revela un espectro muy amplio de figuras: la proporción áurea, los fractales, los sólidos platónicos, los mandalas, la flor de la vida y la vescica piscis.
Susana Macaya
Geometría, palabra que deriva de geo= tierra, materia, raíz; Metria= medida; Sagrada porque es la ciencia que estudia la disciplina de los patrones, códigos, proporciones y sistemas relacionados con la formación de fenómenos naturales y del Orden Universal y Divino. Estos, a su vez, son la esencia de la vida en la materia y el espíritu y dan forma a la creación del Universo, todo esto expresado en símbolos que se repiten permanentemente en un orden sucesivo de crecimiento y de orden cíclico. También se manifiesta en obras humanas; es en el periodo del arte antiguo y del arte clásico de Grecia y Roma donde se usaban estos cánones para que sus obras resultaran armoniosas.
Todo es vibración; la vibración es movimiento que describe un lineamiento geométrico o dibujo en el espacio. Y según sus diferentes variaciones y cánones, estos son los determinantes de las manifestaciones infinitas y variadas que componen el Orden Cósmico, en lo sutil y lo denso, en la materia y el espíritu.
“Ciertas figuras, formas y proporciones son consideradas sagradas por encontrarse naturalmente en toda la Creación.”
Ciertas figuras, formas y proporciones son consideradas sagradas por encontrarse naturalmente en toda la Creación, como en el ADN, en las células de todo ser viviente, en los cristales, planetas, estrellas y galaxias. Entre las figuras sagradas, nombraremos los sólidos platónicos, el círculo, el toroide, la flor de la vida, la proporción áurea, el espiral de proporción áurea, la secuencia y espiral Fibonacci. Estas espirales de crecimiento son logarítmicas y equiangulares, y se mueven en direcciones opuestas, unidas dinérgicamente. Esto se repite de manera permanente en un orden sucesivo de crecimiento y de orden cíclico.
La serie Fibonacci es una secuencia de números, que puede apreciarse en la cantidad total de espirales en el girasol, como un ejemplo simple de esta espiral. La matriz matemática de la Geometría Sagrada es 528 Hz, frecuencia básica para fhi y phi de las series Fibonacci; es la vibración del campo unificado de la matriz fractal del Universo.
Esta secuencia o serie se caracteriza por una progresión sujeta a la sumatoria de que cada número que la compone es la suma de los dos anteriores 1+2=3 , 3+2 =5, 5+3=8..13 …. Y así al infinito.
Esta secuencia la encontramos en el crecimiento espiralado de las hojas de las plantas o de los pétalos de las flores, en las semillas de girasol o en las piñas, por nombrar algunos ejemplos.
Todos los seres están formados por un patrón inteligente o arquetipo que posee toda la información que determina su especie y la prolongación de la misma, y al cual pertenecemos. La ciencia probó que nuestros cuerpos están diseñados por sistemas geométricos y nuestro subconsciente reconoce símbolos complejos de Geometría Sagrada. Aunque nuestra razón no lo comprenda, esta geometría tiene un efecto poderoso en nuestra mente y en el cuerpo físico.
El proceso de la creación es científico y geométrico; son leyes naturales anteriores al conocimiento del ser humano.
Estas leyes naturales o principios se dividen en varios aspectos:
i) Los que nos revelan los principios de formación relacionados con el alma; ii) los vinculados con las causas en movimiento, relacionadas con el espíritu; iii) los relacionados con los procesos en formación, referidos a la materia; iv) todos ellos demostrados con los siguientes elementos primarios y fórmulas; v) los números como medidas; vi) las figuras como coordenadas geométricas; vii) los sonidos como razones armónicas; viii) los colores como energía en acción; ix) el movimiento como principio de relación.
Todos ellos nos demuestran que en cada elemento hay partes proporcionales de todos los demás. En el color, hay sonido; en el sonido, figuras; en las figuras, movimiento; y en todos hay números.
“Los egipcios y otras culturas antiguas utilizaron la Geometría Sagrada para la construcción arquitectónica de templos, pirámides y monumentos. Es también la base de la construcción del Arco Romano.”
Esta ciencia proviene del conocimiento hermético heredado del antiguo Egipto y Grecia, donde se consideraba que antes del conocimiento de éste existió un solo poder inmensurable, único, inherente en el Num (indefinible mar cósmico), fuente infinita del Universo. Nos permite comprender quiénes somos, cómo estamos compuestos dentro del todo que nos contiene; de allí que seamos un todo o unidad.
Los egipcios y otras culturas antiguas utilizaron la Geometría Sagrada para la construcción arquitectónica de templos, pirámides y monumentos. Es también la base de la construcción del Arco Romano y de infinidad de construcciones que perpetúan este conocimiento.
Pitágoras decía que la nota musical es una función de la longitud de la cuerda que la produce en relación con la raíz cuadrada de su tensión.
Cuando se descubrió que todo elemento químico está regido por un número entero que se triplica, quedó demostrado el axioma pitagórico “que todo es número”. La materia expresa su transformación en números: el 1 en 2 y de este modo se explica el porqué los discípulos de Pitágoras pronunciaban su juramento sobre el Triángulo Sagrado de Heliópolis, a partir de los números naturales en la secuencia de 1+2+3+4=10.
La Geometría Sagrada nos revela un espectro muy amplio de figuras, entre las que podemos destacar la proporción áurea o divina proporción, los fractales, la espiral de proporción áurea, los sólidos platónicos, los mandalas, la flor de la vida, la vescica piscis, entre otras ya nombradas.
La Geometría Sagrada es un símbolo análogo del espíritu en la materia.
Podemos definir que la estructura del universo es geométrica.
La energía del universo es matemática; por consiguiente, todo es matemático y geométrico.
La proporción áurea o divina proporción
La célebre proporción áurea no tiene principio ni fin. Puede ser observada, pero no limitada a un comienzo o un final. Es la base que relaciona las tres dimensiones entre sí y con la Naturaleza; de allí derivan todas las relaciones matemáticas fundamentales. Esta secuencia o fórmula se refiere a la relación recíproca entre dos partes desiguales de un todo, en donde “la parte menor es a la mayor, como la mayor es al todo”.
Se basa en una de las fórmulas matemáticas y de la Naturaleza pertenecientes a la Geometría Sagrada, aplicada por los sabios de la Antigüedad en la arquitectura, escultura y pintura. Esta antigua fórmula, cuyo origen se pierde en el tiempo, era empleada por ellos para resolver muchas incógnitas. Se la reconocía por la letra griega tau, que procede de la palabra “cortar” o “seccionar”. A principios del siglo XX, se define como phi, primera letra del nombre del escultor griego Fidias 490 – 430 AC, en honor a las formas bellas y diversas que creó basándose en el número sagrado con el valor de 1,618033. La división de una línea con esta proporción origina la creación de otra línea idéntica a la original.
“ Nuestros pensamientos, emociones y sentimientos también producen infinidad de mandalas geométricos.”
Lo anterior nos sugiere que este proceso es indefinido; tiene su lugar en la repetición sucesiva que origina el crecimiento.
Entre quienes mantuvieron este planteamiento, se encuentra el escultor griego Policleto, que realizó la famosa escultura del Doríforo con esta fórmula matemática, a la cual denominó de la belleza: “Si tomamos una unidad de medida de cierta parte del cuerpo, esta nos indica las dimensiones que deben tener las demás para que la obra resulte estéticamente perfecta”.
Euclides trasmitió estos conocimientos sobre la base de esta fórmula en el “Tratado de las proporciones humanas”. Fidias dirigió la construcción del Partenón y sus esculturas basándose en la proporción áurea.
Kepler, basado en este principio, enunció que “el cuadrado del tiempo que tarda un planeta en dar la vuelta alrededor del Sol es directamente proporcional al cubo de la distancia media con el Sol”: fórmula implícita en el movimiento planetario.
Newton sostenía que la gravedad del Universo responde a que “los cuerpos se atraen entre sí en razón directa de sus masas y en razón inversa al cuadrado de sus distancias”.
Estas fórmulas pertenecientes a la percepción medible y mensurable del ser humano con el Universo también son aplicables para lo inmensurable, como sostienen los sabios de la Antigüedad.
Mandalas
Las formas geométricas puras no se estancan en una fórmula estática, sino que están en constante generación, conexión, evolución e involución, pasando de una forma a otra y cada una en diferentes frecuencias y velocidades, ya sea en nuestro cuerpo o en todo ser viviente, material o inmaterial. Esto crea continuamente “mandalas” tridimensionales, cuatridimensionales vivientes y cambiantes, porque permanentemente evolucionan a infinitos patrones geométricos concéntricos que se despliegan en una espiral constante llamada “espiral de proporción áurea”.
Nuestros pensamientos, emociones y sentimientos también producen infinidad de mandalas geométricos.
La proporción áurea no tiene principio ni fin. Se puede definir como la trayectoria del espíritu. Puede ser observada, pero no limitada a ningún principio o fin, por el continuo evolucionar a espirales que aumentan o disminuyen, a medidas infinitesimales que traspasan el plano de una dimensión y entran en otra, de menor a mayor progresivamente, y así al infinito con diferentes frecuencias vibracionales que pueden estar más allá de la velocidad de la luz y que también pueden ser desconocidas para el ser humano.
“Aunque nuestra razón no lo comprenda, esta geometría tiene un efecto poderoso en nuestra mente y en el cuerpo físico.”
Es un símbolo de proporciones armónicas de la configuración geométrica y matemática, símbolo o analogía del espíritu en la materia, porque entrelaza las dimensiones materiales y etéricas. Es la disposición o correspondencia de las partes del todo o de las cosas relacionadas entre sí.
La proporción áurea es impactante por ser armoniosa y placentera. Esta geometría y lo que ella implica nos da la idea de que este orden que rige a la Naturaleza y el Cosmos también deberíamos trasladarlo a nuestro mundo físico y a nuestro modo de vida.
Pitágoras decía: “El límite da forma a lo ilimitado”. También esto nos habla de la gran armonía que se logra por el conocimiento matemático y el amor; porque Cosmos significa orden, y este es Armonía. A todo esto se le llamó simetría y dinergia, que es igual a la proporción o medida entre el todo y las partes.
El alma es una armonía, y la moderación, la amabilidad, las virtudes son amor por la armonía, del que deriva el respeto hacia todos, por consiguiente al Todo y a las partes. La belleza es la armonía que une a la diversidad y existe una relación entre la armonía y las proporciones.
La proporción áurea y la serie Fibonacci son los mayores exponentes de mediciones matemático-geométricas demostradas en el crecimiento y evolución de todo lo creado.
Susana Macaya es profesora superior de dibujo y pintura de la Escuela Nacional de Bellas Artes M. Belgrano y Prilidiano Pueyrredón. Sus obras aluden a una cosmogonía hondamente espiritual y metafísica, pasando por la exaltación de la naturaleza, hasta la iconografía geométrica simbólica que expresa con gran dominio de la acuarela, el dibujo y sus trabajos en acrílico y assemblage. www.susanamacaya.com.ar |