Iván Andrés Santandreu
A partir de este número, hemos decidido poner un poco más de color a nuestro medio. Indudablemente, esto hará más atractiva la revista visualmente, independiente de las miles de personas que ya la toman en los cientos de puntos de distribución en Santiago y que lo hacen por la calidad de sus artículos, entrevistas y notas, sin importar el tipo de papel y de si la revista es a color o no.
Mientras la mayoría de los medios tradicionales en el mundo tiene problemas para mantener su circulación frente a la avalancha de los medios digitales, nosotros –en estos últimos 15 años de circulación ininterrumpida- hemos pasado de 10.000 a 26.000 ejemplares y ya estamos por sobre los 200 puntos de distribución en Santiago. En muchos lugares, la revista se agota antes de tiempo y hacemos un gran esfuerzo por mantenerla disponible en todos ellos. No nos parece aventurado señalar que no se ve lejano el momento en que llegaremos a los 30.000 ejemplares de circulación bimestral.
También estamos embarcados en una renovación total de nuestro sitio web, el que esperamos tener totalmente operativo a la brevedad posible.
Todo esto requiere de mucho esfuerzo y de un equipo de trabajo comprometido. Nos ayuda la corriente de vida que empuja los vientos de la historia: la gran mayoría de los artículos publicados aquí representan el nuevo paradigma emergente y –a diferencia de los grandes medios de comunicación, en los cuales la gente confía cada vez menos- nuestros lectores valoran y aprecian una mirada diferente de la realidad, razón por la cual llevamos tantos años aumentando permanentemente la circulación de la revista para satisfacer una creciente demanda, y sin cobrar ni un centavo por ello, lo cual es todo un desafío.
Claro que tampoco nos vendría mal recibir algunos “palos verdes” desde la CIA, como sucedió con El Mercurio en tiempos de la Unidad Popular. Desafortunadamente, ningún gran poder económico nos ha apoyado y no creo que nos vaya a apoyar en el futuro; ni siquiera los grandes avisadores, que sienten una atracción fatal por lo establecido y, en consecuencia, por lo que consideran “seguro”.
Dependemos del corazón y de la buena voluntad de personas comunes como usted, que lee en estos momentos esta columna, quienes son en realidad los verdaderos protagonistas de los cambios por venir, no las grandes estructuras políticas ni económicas –mucho menos las religiosas, realmente ya en el suelo.
Aprovecho de desearles un venturoso año 2014, lleno de realización interior y a la par con el llamado al cambio que demandan millones de personas en el planeta y que resuena fuerte en Chile y en todo el mundo.