«Nunca permití que la escuela interfiriera en mi educación” –Mark Twain
Iván Andrés Santandreu
[layerslider id=3]
Un amigo médico me lo graficó de la siguiente manera: “mira –me dijo- la gente piensa que los médicos saben harto, que son inteligentes y todo eso, cuando en realidad fueron niños memoriones, y que como se sacaban buenas notas, siguieron en la universidad aprendiendo más cosas de memoria. Y eso a ti no te garantiza nada, ni la idoneidad ni el criterio ni la ética, nada en realidad.”
Y ahí tenemos a miles de médicos recetando a pie juntillas lo que los laboratorios farmacéuticos les indican, sin cuestionar en absoluto el folleto comercial que les trae el visitador médico ni su propio rol en ese proceso.
Es el mismo tipo de profesional que terminó diseñando el Transantiago. Son los que señalaban como imperativo la instalación de la energía nuclear en Chile y que diéramos vía libre a los cultivos transgénicos.
“Generar un daño –en muchos casos irreversible- en los más pequeños e indefensos de la sociedad: los niños, sería un golpe de gracia a los pocos sobrevivientes del sistema escolar.”
Ese tipo de profesionales son los que están en el Gobierno trabajando en la reforma educacional, que finalmente apunta a cosas ideológicas y periféricas, como son el lucro y el copago. En realidad, la reforma educacional trata de todo menos de educación o, por lo menos, no apunta a ello como objetivo central.
Sin embargo, ya hay voces que apuntan a la sala de clases y que señalan la necesidad de presionar a los más pequeños, de exigirles desde párvulos que cumplan con exigencias cognitivas y de desempeño más allá de su edad. Si la educación básica y media prácticamente no sirven para nada y es un eterno aburrimiento para la mayoría, ahora se trata de dañar a los más pequeños con exigencias cognitivas desmedidas para asegurar un rendimiento adecuado posterior, medido en pruebas estandarizadas.
En una sociedad aturdida, generar un daño –en muchos casos irreversible- en los más pequeños e indefensos de la sociedad: los niños, sería un golpe de gracia a los pocos sobrevivientes del sistema escolar.
Si eres papá, mamá, tío o abuelo, por favor, no dejes de leer la entrevista a Claudio Naranjo y el artículo que sigue a continuación sobre los perniciosos efectos de sobreexigir a los niños y niñas en edad preescolar. Alza tu voz, no permitas que los “expertos”, “los que saben de educación”, sumados a los políticos, dañen lo más preciado de tu familia.