Una red invisible a los medios, como lombrices que descomponen la materia orgánica de las siete capas del suelo, es la red de transición en Latinoamérica, que trabaja para que cada localidad tenga un desarrollo sustentable y la comunidad pueda dar el paso para salir de la sociedad de consumo y lograr encaminarse a una transición hacia la sustentabilidad.
Gissela Betancur
En Chile, el pasado 25 de noviembre, se realizó en la ecoescuela El Manzano, el primer entrenamiento para facilitadores del Movimiento de Transición, que imparte Transition Network, a cargo de Naresh Giangrande –su fundador-, May East, activista y ecologista nombrada el año 2011 como una de las 100 líderes mundiales de la sostenibilidad en el mundo, y el mexicano Raúl Véliz (o Rulas de la Tierra), hombre-medicina que viaja por Latinoamérica enseñando cómo sanar los lugares mediante la sanación espiritual de las personas.
Vivimos en una aldea global y hoy el llamado del tambor es reemplazado por las comunicaciones y la internet. La transición es como un tambor que está llamando a las comunidades desde el año 2005 e invitando a sumarse a muchas personas de distintos países. Hoy está presente en todo el mundo y la página del movimiento, www.transitionnetwork.org, está traducida a 103 idiomas.
La transición
La transición es un experimento social en desarrollo; son las acciones que realizan las comunidades para reimaginar y reconstruir nuestro mundo, sobre todo creando una cultura humana que sea sana. Se trata de comunidades que están recuperando la economía, provocando emprendimientos, reimaginándose el trabajo, reentrenándose y tejiendo redes de conexión y apoyo.
En las propias palabras de Rulas de la Tierra, “El movimiento de transición es un grupo de personas que en el mundo, teniendo como variables el cambio climático y el uso de combustibles fósiles para producir energía, queremos transformar nuestras comunidades para ser un poco más resilientes, ser capaces de soportar estados de crisis y perturbación, y volvernos a levantar y formar comunidad. Podría decirse que es como una escalera para bajar de una sociedad que demanda mucha energía, y peldaño a peldaño, desaprender algunas cosas y aprender cosas nuevas, para con el tiempo, pasar de esta sociedad industrial demandante de mucha energía a una sociedad que defiende y celebra la vida”.
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Estamos atravesando una crisis sistémica y, según Rulas de la Tierra, esta crisis se debe a que el sistema está basado en una estructura piramidal, que es injusta socialmente y donde la base de las creencias está fundada en el miedo, la escasez y la mala distribución de los recursos. Cree además que, teniendo como base estas creencias, (los seres humanos) reaccionamos mal porque experimentamos estrés y queremos ocupar más de lo que debiéramos ocupar. Sin embargo, la realidad es que el planeta es pura abundancia y hay infinidad de recursos. Hay suficiente para las necesidades, pero no hay suficiente para la codicia de todos. En palabras de Rulas de la Tierra,…“al cambiar el sistema de creencias, va a fluir una nueva forma de organización llamada política de paz, que va a transformar el cómo nos decimos, compartimos y tomamos decisiones.”
La transición interior
La transición interior es clave para cambiar el sistema de creencias y poder establecer esta cultura de paz de la que habla Rulas de la Tierra, y se refiere a las prácticas espirituales que ayudan a los seres humanos a tomar conciencia de la situación planetaria en la que nos encontramos como especie. Lo que le hacemos a nuestro planeta, la verdad es que nos lo hacemos a nosotros mismos. Y esta toma de conciencia viene de la mano con el proceso de cambio que cada ser humano tiene que atravesar en sus distintas etapas, para poder transformar su sistema de creencias y acercarse paulatinamente de esta manera al decrecimiento energético que necesitamos como individuos y que le estamos debiendo al planeta hace ya bastante tiempo.
En el encuentro, Rulas de la Tierra propuso realizar a todos un ejercicio basado en lo que Alejandro Jodorowsky llama la Metagenealogía. Este ejercicio creado por Rulas de la Tierra para decodificar el dolor en lugares masacrados de América Latina, ayuda a tomar conciencia de ese sufrimiento, vivenciándolo en un teatro, con ambos actores -colonizados y conquistadores- como rol principal, donde una línea los divide y cada participante juega a ser conquistador o colonizado desde su lado de la línea.
La vivencia hizo emerger a un plano consciente los aspectos que hay en cada uno de nosotros de conquistador y de colonizado, aspectos aún latentes en la psicología más profunda de las generaciones actuales de la comunidad latina.
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La semilla del ejercicio comenzó a germinar, en la medida que cada integrante empezó a darse cuenta del rol que cada quien tiene como líderes del cambio para la región y de asumir esta responsabilidad con fuerza y confianza. Cada cual descubrió cómo traducir a un dialecto latino y más local la manera de hacer transición, cómo crear una imagen del movimiento que se acerque a nuestra cosmovisión y cómo comenzar a registrar y documentar las acciones que se estén realizando para compartirlas al resto de la comunidad.
“Si iniciamos un proceso en nuestro interior, y luego en nuestras comunidades, para crear diferentes formas de vivir y de trabajar, en sintonía con la tierra, vinculados a los demás y a nuestra verdadera naturaleza, podemos crear un mundo justo y lleno de abundancia para todos.”
El círculo es, por esencia, la forma en que los participantes interactúan. Se valora mucho la escucha profunda y también la expresión de la voz más allá de protagonismos, de intelectualidad, de estructuras y de conocimientos. Se expresa la propia voz conectada a la propia conciencia, al corazón, a la conciencia de la Madre Tierra y a la conciencia del cosmos. Se pide la palabra para hablar, las voces son escuchadas con profunda atención y sin interrupción. Para cada tema que se expone, al menos unas 5 a 6 voces pueden manifestar libremente su sentir. Muchas veces, hay un guardián del tiempo, un escriba que toma notas y un facilitador.
Cuando comenzamos con algún grupo, uno de los acuerdos más importantes es Mudhita, que precisa de mucha práctica. Mudhita es el otro lado de la moneda de la compasión y es una medicina que ayuda a trabajar con la competición no revelada. Compasión significa tu dolor es mi dolor. El otro lado significa tu felicidad es mi felicidad, tu talento es mi talento, tu expansión es mi expansión.
La Triangulación también es un aspecto muy importante de cuidar para mantener elevada la energía de los grupos. Significa dejar de hablar del otro si este no está presente, pues es una información que, aunque no se comparta, se percibe igual y, al no expresarse honestamente, va rompiendo el tejido grupal, que es el campo de energía positiva que precisa un equipo para materializar sus objetivos.
Para que sea posible la transición hacia una ciudad sustentable, Naresh da una respuesta muy entusiasta y propone “que cada uno viva su pasión; debemos hacer lo que nuestro corazón dice. Para muchas personas, esto será un proceso lento, porque todos somos cautivos del sistema, dependemos de él, por muchas de las cosas que necesitamos para vivir, a nivel de riqueza, de vivienda, de alimentación; en definitiva, de todo. Y es importante para nosotros tomar conciencia de que no es la única forma de hacer las cosas. Si iniciamos un proceso en nuestro interior, y luego en nuestras comunidades, para crear diferentes formas de vivir y de trabajar, en sintonía con la tierra, vinculados a los demás y a nuestra verdadera naturaleza, podemos crear un mundo justo, lleno de abundancia, un mundo que va a sobrevivir y que sostendrá toda la vida”.