Las relaciones nos conectan con todos los aspectos de la realidad, incluso los que no comprendemos, y marcan cursos por donde es posible expandir nuestra conciencia.
Jorge Waxemberg
La vida espiritual está basada esencialmente en el amor, y nuestro amor depende del carácter y nivel de nuestras relaciones. Las relaciones son el gran tejido de la vida; desarrollarlas consciente y metódicamente es aprender a amar a través de un trabajo que incluye toda la vida. Es transformar la vida en un arte. La vida espiritual y el arte de vivir son, por lo tanto, dos modos de referirse a la misma cosa.
Sin embargo, el término “vida espiritual” es asociado generalmente con una creencia antes que con la tarea de vivir. Cuando nos referimos a la vida espiritual, necesitamos recordar que la vida de nadie es autónoma o aislada. Vivimos en relación, no sólo con otras personas y nuestro inmediato alrededor sino con el mundo, con el tiempo y con el misterio de no saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Más especialmente, necesitamos recordar que vivimos en relación con el principio fundamental del Universo, eso que llamamos Dios o lo Divino.
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Cuando decimos que deseamos ser felices, que aspiramos a la plenitud, estamos expresando verdaderamente la necesidad humana de desvelar el misterio de lo Divino. Sabemos que las explicaciones de la vida y el mundo no son suficientes. Encontramos plenitud y felicidad reales sólo cuando lo Divino llega a ser parte de nuestra auto-consciencia.
Esta comprensión es llamada tradicionalmente “unión con Dios”. Pero la definición tradicional no incluye el hecho de que estamos unidos con la totalidad de la realidad; vivimos en una gran red de relaciones que incluye todo. Si pensáramos que el desarrollo del alma es un proceso que tiene lugar sólo entre el individuo y lo Divino, separaríamos al ser humano de la realidad. Nuestra relación con otros y con el mundo no es simplemente una arena donde nuestra transformación espiritual tiene lugar. Por el contrario, el desarrollo espiritual se hace posible cuando está basado en la armonización de la relación que tenemos con todos los seres humanos y con todos los aspectos de la vida.
Por eso es porque la idea de relación es tan importante para nuestra realización espiritual. El ser humano es inseparable del universo: somos y vivimos en relaciones. Pero nuestra relación con el mundo es en su mayor parte desconocida para nosotros; somos conscientes de sólo algunas de nuestras relaciones, especialmente de aquellas que escogimos voluntariamente.
Vivimos en un ambiente que es tan reducido o amplio como nuestra consciencia. Nuestra actitud, salud, estados de ánimo y las circunstancias del momento nos influencian, y la dimensión subjetiva de nuestra situación cambia continuamente. De este modo algunas veces deseamos relacionarnos con todos los seres humanos –nuestro reino es el universo- mientras que otras no deseamos tener relación con nadie ni nada –nuestro reino es nosotros mismos.
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Pero vivimos en relación lo deseemos o no, nos demos cuenta o no. Nada existe aparte de nosotros; todo existe junto con nosotros, el todo nos incluye. Para que sea posible una mejor sociedad, todos necesitamos aprender a vivir juntos en relaciones armoniosas.
Sería bueno que aquellos de nosotros que aspiramos a una sociedad mejor miráramos primero nuestras propias relaciones y dejáramos la creencia de que nuestra originalidad y autenticidad como individuos son expresadas de un modo aislado, fijo o abstracto. Esto nos ayudará a percibir nuestra individualidad según el modo en que nos relacionamos con las circunstancias que verdaderamente incluyen y forman quienes somos.
La tradición espiritual enseña los fundamentos básicos de las relaciones humanas: no matar a otros, no causar daño a otros, no humillar a otros, o poner en riesgo su bienestar. Esto es, necesitamos controlarnos lo suficiente para no causar daño. También enseña prácticas para ayudarnos a aceptar a nuestros vecinos: tolerancia, paciencia, gentileza, compasión. Aunque estos preceptos nos muestran el comienzo de una relación humana básica, la humanidad como un todo no vive aún estos principios. Es aquí, en estos primeros pasos, que necesitamos comenzar a ser conscientes del carácter y nivel de nuestras relaciones, con el fin de entender la tarea de armonizarlas y universalizarlas.
Verdadera espiritualidad
Las prácticas espirituales conducen a un avance espiritual sólo cuando producen mayor armonía en nuestro sistema de relaciones. Imaginar que estamos desarrollándonos espiritualmente, mientras al mismo tiempo encontramos difícil tolerar a aquellos con los que vivimos, sería distorsionar el significado del desarrollo espiritual. Sería una triste ilusión si pensáramos que estamos en el camino de la unión con Dios si nuestra conducta hiciera que otros tuvieran que practicar virtudes para ser capaces de vivir con nosotros.
Es necesario esforzarse para desarrollar relaciones conscientes y armoniosas. Necesitamos esforzarnos interiormente para trabajar en el auto-conocimiento que nos permitirá superar la idea de que existimos separados de otros. También necesitamos control exterior para que nuestra conducta no nos separe de otros sino que cree un lazo interior inquebrantable entre nosotros y todos los demás.
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Aunque prácticas de auto-conocimiento tales como la meditación y los ejercicios ascéticos son recomendadas, ellas no son suficientes para producir verdadero desarrollo espiritual si nuestro objetivo está limitado a alcanzar una realización personal separada. Para ser capaces de conocernos a nosotros mismos y armonizar nuestras relaciones, necesitamos aplicar en nuestras vidas diarias una visión universal que vislumbramos en momentos de introspección.
La unión del alma con Dios es también la unión con todas las almas y con todo lo que existe. No podemos abrazar al cosmos sin incluir a todas sus partes –aquello que nos es placentero y aquello que no. Para alcanzar lo infinito no podemos rechazar o ignorar las cosas que nos parecen limitadas.
El arte de vivir la vida espiritual está basado en el amor y se expresa en las relaciones. Amar y relacionarse son la misma cosa; a medida que nuestras relaciones se hacen conscientes, nos hacemos conscientes del amor. La calidad de nuestras relaciones muestra la naturaleza de ese amor. Cuando nos relacionamos consciente y armoniosamente con nuestra realidad –que es todo- nuestro amor igualmente se expande y abraza a todo lo que es.
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Extracto y traducción de The Art of Living in Relationship.
El arte de vivir en relación
Jorge Waxemberg
Este texto ha sido preparado como material de trabajo para personas interesadas en su desenvolvimiento espiritual.
Trabajar sobre las relaciones es la manera de responder al desafío que implica nuestra ignorancia respecto de qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos.
En este trabajo se da a la palabra “Dios” la mayor amplitud posible. “Dios” y la expresión “lo divino” expresan la posibilidad más alta del ser humano y, como tal, el punto al que se orienta el desarrollo de nuestra conciencia. Independientemente de nuestras creencias filosóficas o religiosas, el concepto de lo divino representa el aspecto desconocido de la vida y el mundo que, como poderoso imán, impulsa nuestro avance en el conocimiento de nosotros mismos y de la realidad.
Para descarga en http://bit.ly/1r2z4BC
Jorge Waxemberg ha sido miembro de la comunidad Cafh desde la década de los 50s y fue su director desde 1963. Es autor de numerosos libros espirituales, los que han sido editados en español, inglés y portugués. En mayo del 2005, Jorge Waxemberg se retiró de su función de Director de Cafh. www.cafh.cl |