El gobierno de Bachelet sostiene que Chile no está afectado por la masiva desaparición de las abejas, un fenómeno complejo en el que se suman los impactos de los plaguicidas, los cultivos transgénicos, el cambio climático, los monocultivos que privan del sustento adecuado a estos insectos, además de las enfermedades y de los parásitos, entre otros. El gobierno de Bachelet sostiene que Chile no está afectado por la masiva desaparición de las abejas, un fenómeno complejo en el que se suman los impactos de los plaguicidas, los cultivos transgénicos, el cambio climático, los monocultivos que privan del sustento adecuado a estos insectos, además de las enfermedades y de los parásitos, entre otros.
Las abejas enfrentan una doble amenaza: los insecticidas neonocotinoides, que por ser sistémicos están presentes en todas las partes de la planta, desde la raíz al tallo, hojas y flores, afectando su sistema nervioso y su orientación para volver a la colmena. Los cultivos transgénicos, por otra parte, contienen toxinas que también las afectan, alterando su conducta alimenticia lo que puede causar su muerte y las hace más susceptibles al ataque de enfermedades.
La Unión Europea ha adoptado medidas para enfrentar el colapso de sus colmenas, prohibiendo temporalmente el uso de los neonicotinoides, y en el futuro próximo tomará medidas definitivas. En Francia está vigente una Ley de Biodiversidad que señala el año 2018 como fecha para la prohibición de estos agrotóxicos y su remplazo por alternativas preferentemente no químicas. Los informes científicos de que disponen aseguran que el impacto dañino de los neonicotinoides es la causa más importante del colapso de las abejas, sin desconocer que se trata de un fenómeno multifactorial.
La norma que rige la actividad apícola en Chile tiene 50 años, y pese a que hasta el momento se han presentado tres proyectos de ley para actualizarla, ninguno ha prosperado.
Actualmente, se encuentra en la Comisión de Agricultura del Senado una indicación sustitutiva enviada desde el Ejecutivo, la que no fue bien recibida por los apicultores por considerar que se limita a plantear una regulación burocrática de la actividad, sin considerar medidas fomento a la actividad y de protección a las abejas por el uso de plaguicidas en la agricultura.