La primera ciudad en donde comenzó a funcionar fue Rotterdam (Países Bajos) y al comprobar que limpiaba el aire se decidió llevarlo a una ciudad más contaminada para evaluar su rendimiento.
Los resultados de estas mediciones fueron publicados en mayo pasado por la Universidad Tecnológica de Eindhoven y arrojaron que en la torre elimina un 50% de las emisiones de material particulado fino (MP 2.5), el más dañino para la salud humana por su capacidad para ingresar al torrente sanguíneo, y hasta un 70% del material particulado grueso (MP 10).
Fue así como llegó a Beijing gracias a un acuerdo con los organismos locales que decidieron probarla en espacios abiertos y cerrados.
Esta nueva propuesta se suma al catálogo de Roosegaarde que cuenta con diversos proyectos para tener ciudades más sustentables, entre las que están una carretera solar, una ciclovía solar y el Smog Free Bicycle, este última iniciativa –aún en su fase de concepto- se trata de un purificador de aire que si se instala sobre los manubrios podría capturar el aire contaminado y devolverlo limpio hacia los ciclistas. Así, mientras más se pedalea, más se podría contribuir a descontaminar la ciudad y a descongestionar las calles.