Tal como sucedió en Europa hace ya más de 50 años, en Latinoamérica, y en especial en Chile, una nueva forma de hacer negocios está captando la atención de los inversionistas, quienes –ya sean pequeños, medianos o grandes- buscan rentabilizar su dinero en negocios que también sean rentables para el mundo.
Alejandra Vidal De la Cerda
No es filantropía ni ayuda social. Tampoco es micromecenazgo o financiación colectiva (ni crowfunding, como se le denomina en inglés).
Son negocios bancarios, pero que se quieren llevar a cabo con sentido, responsabilidad y, por sobre todo, con productos o soluciones que tengan un impacto positivo en la sociedad y en el medioambiente.
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Es la nueva forma de hacer banca; la misma que en la década de los años 70 comenzó a gestarse en Europa y Estados Unidos gracias a los ciudadanos, quienes frente a escándalos de corrupción y de conflictos políticos, sociales y medioambientales decidieron unirse para crear una forma “limpia” de hacer negocios.
En la actualidad, la banca ética ha logrado consolidarse en distintos países del mundo, pero por sobre todo en Europa, donde -a través de algunos bancos como Triodos Bank- ofrecen servicios bancarios como cualquier otro banco, entregando por ejemplo a los ciudadanos la posibilidad de tener una cuenta corriente, y también la de invertir en negocios o empresas que tengan un impacto positivo en la sociedad o en el medioambiente.
En definitiva, la diferencia está en que los negocios que decide llevar a cabo el banco ético en cuestión, junto con las decisiones de inversión que toma, son negocios rentables no solo en retorno económico, sino también rentables para el futuro de nuestro mundo, ya que la operación de las empresas debe ser ética, justa y responsable.
En Triodos Bank, por ejemplo, si un cliente necesita un crédito hipotecario, se le ofrece un interés menor a quien decida comprar una vivienda sustentable. En los negocios con empresas, opera bajo la misma lógica: solo financia a las compañías que, además de tener un modelo rentable, tienen un compromiso con la sociedad y el medioambiente, donde obviamente entran conceptos como el comercio justo, el reciclaje, el cuidado del medioambiente y el bienestar social, por nombrar algunos.
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El rol del ciudadano
El descontento político, económico, social y medioambiental de las décadas de los 60 y 70, hizo surgir en la sociedad civil una toma de conciencia sobre el uso del dinero, sobre todo cuando los ciudadanos se percataban de que el dinero que guardaban en los bancos se ocupaba de una u otra forma en guerras, injusticias y formas poco éticas de hacer negocios.
La diferencia entre la banca ética y las organizaciones como BanIgualdad o Fondo Esperanza radica en que estas últimas “dan crédito a personas que no tienen los privilegios de una banca tradicional y que en general son emprendedores de la base de la pirámide, otorgando un crédito por el origen socioeconómico de la persona, y no por el impacto social o ambiental que tenga el emprendimiento.
Así, cuatro holandeses decidieron unirse con el fin de usar el dinero como una herramienta de transformación social. De allí nace en 1971 la Fundación Triodos, que en un inicio buscó conseguir fondos de privados para invertirlos en actividades con fines más importantes.
Ya en la década de los 80, la fundación dio vida a Triodos Bank, en la pequeña ciudad holandesa de Zeist, banco que en la actualidad no sólo tiene miles de clientes fieles, sino también sedes en Bélgica, Reino Unido, España y Alemania.
Joan Antoni Melé, experto en economía y dirección financiera, fue el subdirector general de Triodos Bank en España hasta el año 2014. Actualmente, es Miembro del Consejo Asesor de dicha entidad, lo que lo ha llevado a adquirir una vasta experiencia en el tema. Además, en la actualidad, asesora a la iniciativa chilena Doble Impacto, en donde asumirá en el futuro como Presidente Honorario de la Fundación Dinero y Conciencia, la cual ejercerá el liderazgo del proyecto bancario en Chile.
Doble Impacto, además de los ciudadanos que constituyen sus adherentes y colaboradores, está formada por 11 organizaciones y empresas, las cuales en conjunto buscan promover una nueva economía, donde las finanzas éticas permitan evaluar las consecuencias no asociadas a lo económico de nuestras operaciones financieras.
La plataforma de inversiones Doble Impacto trabaja solo con aquellos proyectos social y medioambientalmente responsables. Para ello, realiza una evaluación integral de riesgo a las empresas que necesiten financiamiento, con el fin de asegurar la sustentabilidad económica. Tras la evaluación, la empresa social ingresa a la plataforma de inversiones para que los interesados en invertir puedan determinar en cuál compañía hacerlo y con qué monto deben hacerlo, conociendo además el plazo y el interés de retorno.
Juan Pablo Larenas, cofundador y Director Ejecutivo de Sistema B e integrante de ASECH (Asociación de Emprendedores de Chile), comenta que la diferencia entre la banca ética y las organizaciones como BanIgualdad o Fondo Esperanza radica en que estas últimas “dan crédito a personas que no tienen los privilegios de una banca tradicional y que en general son emprendedores de la base de la pirámide, otorgando un crédito por el origen socioeconómico de la persona, y no por el impacto social o ambiental que tenga el emprendimiento. La banca ética, por el contrario, tiene como propósito impulsar proyectos donde el fin sea generar un impacto positivo en las personas y en el medioambiente”.
A modo de ejemplo, una panadería no sería financiada si fabrica productos con químicos y contamina en su proceso de producción. Sí podría serlo si vende productos orgánicos (sin químicos ni aditivos), no contamina, se establece en un lugar en donde no hay acceso cercano a alimentos y trabaja con pequeños productores locales.
Como parte del trabajo de Doble Impacto, Larenas agrega que en la actualidad están en conversaciones con “dos bancos en Latinoamérica para que comiencen a incorporar prácticas de la banca ética. Uno es BanColombia y el otro está en Chile. La idea con ellos es desarrollar talleres y conversaciones con ejecutivos, para que comprendan qué significa un banco ético y diseñen una hoja de ruta”.
Doble Impacto, como promotor de la banca ética en Chile, ya ha conseguido financiamiento para 5 proyectos, los cuales son El Definido, Fundación Proyecto Propio, Cultiva, Hope Chile y Green is Better.
Para Gerardo Wijnant, Presidente de la Asociación por el Fomento de la Economía del Bien Común y uno de los fundadores de la primera organización de Comercio Justo, el principal desafío de la banca ética en Chile son los mismos ciudadanos, quienes muchas veces “no toman conciencia de su capacidad de cambiar las cosas. A menudo, las personas creen que el mundo está dibujado de una sola manera, por tanto creen que no pueden hacer otra cosa que la que les enseñaron a hacer. Entonces no toman conciencia de que son capaces de cambiar el mundo a través de las decisiones de compra, del juego, de las decisiones educativas para los niños, cuando a partir de ese tipo de definiciones pueden cambiar el mundo. En esta línea, el mayor desafío se relaciona con un tema educacional, o de difusión, donde se enseñe desde niños a que no podemos engañarnos sobre lo que estamos comprando y eligiendo. No podemos perder la conciencia de nuestra responsabilidad. La banca ética en Europa está formada por miles de personas con montos pequeños”.
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Más empresas para más inversionistas
Si bien Doble Impacto pretende que en Chile se cree formalmente un banco ético, también quiere llevarse el impulso a toda la región. Por ello, en la actualidad, se encuentran trabajando en un informe de prefactibilidad desde México hasta Chile. Un equipo de 10 personas busca acercarse a esta meta, considerando que en Chile no se otorga una nueva licencia para bancos desde hace más de 45 años.
Dicha licencia, además, tiene un valor de 32 millones de dólares, por lo que Doble Impacto necesita contar con más empresas financiables por inversionistas para llegar a la meta.
Esta es la razón por la cual en la actualidad se han dedicado a conseguir empresas e inversionistas, para luego contactar a ambas partes y dar inicio al negocio.
Una vez que se finalice el estudio de prefactibilidad, se podrá contar con fondos para el estudio de factibilidad. En el intertanto, Doble Impacto se encuentra en la misión de recaudar fondos para proyectos. A partir de la detección de proyectos, se formará una base que permita levantar el banco, ya que existirá una cartera de clientes consolidados.
Sebastián Cantuarias, miembro de Doble Impacto e integrante de Proyecto Propio, explica al respecto que “Doble Impacto está operando como plataforma de inversiones. Estamos buscando empresas, y en este tiempo hemos revisado 320, de las cuales hemos financiado cinco y ya tenemos en cartera ocho más. Estamos haciendo banca, pero no hemos hecho operación bancaria, porque la ley no lo permite. Entonces, lo que hacemos es que preparamos a la empresa y la contactamos con un inversionista. No sabemos si operaremos solo en Chile o en Latinoamérica, aunque estamos invitando a que esta banca sea con una mirada regional. Por lo mismo, discutimos cuál es la versión latinoamericana de la banca ética, y cuáles son los desafíos de equidad, de pobreza, de acceso al agua, de infraestructura, que pueden resolverse con proyectos de privados que sean rentables en el tiempo. Esto no es filantropía y, por lo mismo, la primera ética es cuidar la plata de los cuentacorrentistas”.
En la actualidad, una persona puede poner desde $10.000 para ayudar a financiar una empresa. Al obtener nuevos proyectos, se podrá atraer a más inversionistas y, por ende, financiar a más empresas; pero también se podrá seguir empujando esta nueva forma de hacer banca, donde los gestores esperan que en el año 2020 o 2021 se pueda pedir la licencia. Francisco Orozco, Gerente de Operaciones de Doble Impacto, comenta al respecto que si bien existen distintos montos de inversiones, el 50% se sitúa por sobre el millón de pesos.
“La economía tiene plata. La plata está en una empresa o en la economía especulativa. Nosotros queremos traer esa plata e invertirla en energías renovables, en viviendas sociales. Lo que pasó con los guetos verticales es ausencia de banca ética”, explica Cantuarias.
En la actualidad, Doble Impacto cuenta con 620 registrados en la plataforma de inversiones. De ellos, 70 han invertido en algunos de los proyectos que existen, y de esos 70, el 33% ha reinvertido.
Rodeado de empresarios, y en lo que fue parte de su última gira por Chile, Melé concluye que “la finalidad no es crear una banca ética. La finalidad es cambiar la economía, el modelo social y para ello necesitamos un motor, que reúna dinero, porque para todo lo que queremos hacer necesitamos dinero. Sobra dinero en el mundo, hagamos que ese dinero entre a la banca ética y desde allí potenciaremos las empresas B. Y no daremos ni agua a las que no nos interesen, ni a la otra banca tampoco, hasta que no cambien de verdad. En España, están perdiendo clientes, y han cambiado la publicidad, y ahora son todos sostenibles, y tienen valores; y cuando un cliente se quiere ir, le dicen que tienen un fondo de inversiones ético, pero los 99 restantes no lo son. Ellos no son éticos, son oportunistas. Ni agua les daremos”.
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