La científica reclama tecnología segura que proteja de las radiaciones de los campos electromagnéticos
Ana Montes
Elizabeth Kelley, directora de la comunidad científica independiente EMFscientist.org, suscribió, junto a un grupo de científicos expertos en el área de salud de las radiaciones electromagnéticas no ionizantes, la Declaración Internacional de Madrid con el objetivo de sentar las bases jurídicas que protejan a la población de los campos electromagnéticos artificiales de altas y bajas potencias. La declaración española, que pide a las administraciones aplicar la Resolución 1815 del Consejo de Europa, secunda el llamamiento internacional de científicos del 2017, centrado en los riesgos de las redes 5G, que, como el del 2015, alerta de evidencias científicas sobre los daños para la salud de los dispositivos eléctricos e inalámbricos.
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¿Qué evidencias científicas hablan sobre estos riesgos?
Más de 2.500 estudios documentan que estos dispositivos pueden producir cáncer, estrés celular, incremento de radicales libres, daños genéticos, cambios en el sistema reproductivo, daños en la memoria y el aprendizaje, trastornos neurológicos y en el bienestar humano. Los 234 científicos de 41 países que apoyan el llamamiento son expertos en bioelectromagnetismo, física, biología, antropología y medicina y lo han documentado in vitro, en vivo y en la epidemiología. Todos los estudios están en nuestra web y han sido revisados por la Agencia Internacional del Cáncer, que en el 2011 catalogó los campos electromagnéticos como posiblemente cancerígenos en grado 2B. Desde entonces no han parado de salir estudios con más evidencias que podrían hacer que pasaran al grado A (cancerígeno seguro) o al 2A (probablemente cancerígeno).
¿Por qué otros científicos hablan de falta de evidencias?
Para algunos es su opinión, porque la ciencia es muy complicada. Pero siempre hay que preguntarse quién financia los estudios científicos. Por eso hay buena y mala ciencia en ambos lados. Muchos de los científicos firmantes han constatado que existen los daños mencionados.
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El programa nacional de toxicología de EE.UU. estudia desde 1999 el efecto de los móviles en la salud y su borrador parcial ya adelanta que provocan cáncer.
Seguramente en el 2018 ya podamos tener el informe completo revisado, pero ya sabemos que estos campos pueden causar glioma, el cáncer asociado al cerebro, que prolifera en gente joven, de 20 a 29 años, algo muy serio. El informe está considerado de alta prioridad, pero es muy político. Por eso ha tardado 18 años. La industria ha presionado para que no salga. Se basa en la tecnología 2G, y ya vamos hacia la 5G. Lo lamentable es que la tecnología que estamos usando se ha puesto en el mercado sin investigación previa sobre su seguridad y eso es criminal.
¿Es el momento entonces de pedir tecnología inocua y segura?
No paramos de hacerlo. La 5G será aún más dañina porque, a baja potencia, estará en todas partes: ropa, electrodomésticos… Los microprocesadores estarán transmitiendo constantemente información y nuestros cuerpos recibiendo esa radiación. Será muy difícil evitar que la gente se vuelva electrohipersensible y los que ya lo son (un 3 % de la población) no tendrán dónde escapar. Por eso pedimos protección.
¿Está la OMS omitiendo su responsabilidad?
Están ignorando la evidencia científica, a pesar de que en el 2006 la OMS reconoció que existe la electrohipersensibilidad como una condición personal, no como enfermedad. Hace dos años que hicimos el llamamiento a la OMS y aún no nos han respondido. ¡Pero quien está a la cabeza es una ingeniera! También es ingeniero el presidente de la Conferencia de Radiaciones no Ionizantes, cuyos estándares no protegen la salud.
Llamamientos internacionales de protección ante las radiaciones no ionizantes, por Elizabeth Kelley, en la Presentación de la Declaración Científica Internacional de Madrid, que tuvo lugar el 28 de Septiembre 2017 en la Real Academia Nacional de Medicina (Madrid).
Texto original de La Voz de Galicia