2018-05-01
Un documental sobre el fanatismo y sus excesos, y también de una espiritualidad basada en el egoísmo, un bienestar emocional sin ninguna preocupación por el resto de las personas y la sociedad.
Bhagwan Shri Rashnish llegó a suelo estadounidense en 1981, con la intención de dar inicio a la fundación, en el estado de Oregon, del pueblo de Rajnishpuram, lugar que llamaron también “áshram”, sitio para la meditación y recogimiento en la cultura india, pero bajo la particular interpretación de Rashnish.
Los hermanos Chapman Way y Maclain Way, tomaron esta historia y la convirtieron en uno de los mejores documentales sobre movimientos y sectas, que hemos podido ver. ¿La razón? La ecuanimidad con que trataron el tema, sin caer en el desprestigio ya cimentado por las investigaciones policiales y gubernamentales, decidiendo ir por la verdad de cada uno de los involucrados en el asunto.
Wild Wild Country tiene muchos aciertos como documental. Además de mostrar material original valiosísimo de todos los implicados y de momentos clave en esta intrincada historia, sus creadores confeccionaron otro material a base de entrevistas en la época actual con los principales implicados, tanto de la comunidad de Rajneeshpuram como de los sorprendidos habitantes de Oregon, así como de las autoridades que persiguieron e investigaron a la comunidad.
Wild Wild Country es un gran documental sobre el fanatismo y sus excesos. Después de ver los seis capítulos, cada uno de una hora de duración, es difícil no quedar con la impresión de que Rashnish –Osho, hacia el final de sus días- era un líder extraviado que promovía una espiritualidad basada en el egoísmo, un bienestar emocional sin ninguna preocupación por el resto de las personas y la sociedad. Tampoco quedan bien parados la mayoría de sus seguidores, personas provistas de una devoción ciega y fanática hacia a una persona, y con poco análisis crítico de las circunstancias y de los acontecimientos que los rodeaban.
Disponible en Netflix +16