En Chile, no existe acreditación ni certificación en la formación como terapeuta floral que sirva como orientación para realizar una buena elección, pero sí es posible fijarse en algunos elementos para poder identificar la escuela floral más apropiada y así evitar pérdidas de tiempo y de dinero.
Iván Andrés Santandreu
Una de las medicinas complementarias de mayor difusión y aceptación por parte de la población son las populares Flores de Bach, denominadas así a raíz de su descubridor, el médico inglés Edward Bach, a principios del siglo pasado, en Inglaterra.
Existe una amplia oferta de escuelas, institutos y personas naturales que ofrecen todo tipo de cursos de Flores de Bach, sin que exista acreditación ni certificación alguna que avale la formación como terapeuta floral. Entonces, ¿en qué debemos fijarnos a la hora de elegir una escuela y una formación floral?
Primeramente, hay que tener en cuenta que las acreditaciones o certificaciones que puedan ofrecer algunas escuelas e institutos básicamente son acreditaciones de sí mismas y, por lo tanto, tienen un valor limitado, toda vez que no hay regulación oficial al respecto, y que incluso se puede prestar para publicidad engañosa. Por eso, es importante poner atención a algunos factores que nos den las señales adecuadas a la hora de elegir dónde estudiar Flores de Bach, ya sea que queramos estudiarlas para el autocuidado personal y familiar o para desempeñarnos como terapeutas florales.
Los contenidos necesarios
Es importante que el curso o la malla curricular ofrecida tengan como base la filosofía que subyace en el sistema Flores de Bach. Sin los fundamentos de la terapia floral es imposible ser un buen terapeuta floral, por mucho que la persona se aprenda de memoria todas las flores, pues se requiere una comprensión que va más allá de la memorización formal de contenidos y que finalmente se traduce en una mirada y un estilo de vida que deja una impronta en el quehacer terapéutico.
Por otra parte, ofrecer hoy en día una formación solo en Flores de Bach es necesariamente incompleto. Un buen curso y su correspondiente malla curricular son por naturaleza de carácter integrativo con otros sistemas florales que complementan y, en algunos casos, cubren aspectos que las Flores de Bach no trabajan. Idealmente, se debería integrar también en un todo armónico conocimientos de otras disciplinas que aporten miradas complementarias a la terapia floral.
¿Cuánto debe durar un curso?
Considerando lo anterior, no es posible realizar un proceso formativo como terapeuta floral en un fin de semana, tampoco en dos o tres meses. Si bien no existe una regla general, una buena formación no puede ser inferior a nueve meses de duración y es recomendable un proceso formativo de alrededor de un año, incluida la práctica y el examen final. En algún momento, el Ministerio de Salud propuso 1.600 horas, lo que es un total despropósito y cuyo único sentido era hacer calzar la terapia floral en un reglamento estándar, sin ninguna otra consideración. A nivel mundial, las buenas formaciones florales varían entre 80 y 120 horas. Con toda seguridad, una formación floral por sobre 250 horas es excesiva, pues no toma tanto tiempo cubrir los contenidos necesarios. Ya decía Einstein que “la genialidad consiste en simplificar y sintetizar y no en realizar lo contrario”, es decir alargar y complejizar.
La importancia de la orientación de las escuelas
La orientación de la escuela o centro formativo es importante. Hay escuelas que tienen una visión más descriptiva de las flores, con una preocupante tendencia a alopatizarlas. En esas escuelas, la filosofía de Bach es una materia más, pero no “agua de vida” que permita enriquecer la mirada terapéutica. Tampoco hay procesos introspectivos ni meditativos y los alumnos toman pocas o ninguna esencia floral durante su capacitación, elementos fundamentales que sin duda no pueden faltar en la formación floral.
Otro tipo de orientación, de carácter más reciente, son las escuelas con tendencia a psicologizar las flores. Se introducen elementos de la psicología académica en el proceso formativo, lo que tiende a complejizar este proceso, desvirtuando tanto el sentido como la simplicidad del sistema terapéutico, en directa contradicción con el propio pensamiento del Dr. Bach. Según sus palabras: “No se requiere ciencia alguna, ni conocimientos previos, aparte de los simples métodos aquí descritos; y los que mayores beneficios obtendrán de este Don enviado por Dios serán aquellos que lo conserven tan puro como es: libre de ciencia y de teorías, pues todo en la Naturaleza es muy simple.” (Los doce curadores y otros remedios).
Idealmente, se debe buscar una escuela que entregue un proceso dual: por un lado, los conocimientos académicos y formales de una formación seria, que consideren una formación integrativa como mencionamos anteriormente, y por otro lado, que entregue una mirada trascendente, que permita compenetrase y aprehender el espíritu de la terapia floral.
¿Quién va a ser el profesor?
Así como la regla de oro para comprar las Flores de Bach es conocer o al menos saber quién es el elaborador detrás de una determinada marca, así también es imprescindible saber quién o quiénes serán los profesores en una determinada escuela. Los títulos y grados académicos en terapia floral importan poco a la hora de evaluar la competencia de un profesor; más importante es sondear el corazón y el propósito del alma de quien se anima a enseñar. Es necesario tratar de intuir si realmente el o los profesores van a realizar junto a nosotros un camino de posibles transformaciones personales a lo largo de ese año de toma floral, de estudio y de trabajo grupal con los compañeros de clase.
Se da por descontado que el o los profesores deben ser terapeutas florales con experiencia. Un espíritu de profundización y de perfeccionamiento constante también son claves a la hora de evaluar e identificar a los profesores más adecuados para la formación personal. Idealmente, deben tener formación con los elaboradores de otros sistemas florales de uso habitual, tales como las flores de Australia, de Nueva generación (California) o de Saint Germain.
Finalmente, no existen escuelas realmente “malas” o “buenas” en general. Cada persona hace una elección en resonancia con lo que necesita y a dónde debe llegar realmente. Lo importante es darnos el tiempo interior para elegir lo más adecuado para cada uno de nosotros en este momento de la vida. ¡Mucho éxito en la elección!
Iván Andrés Santandreu (1963 – 2020).
Terapeuta floral, biólogo y fundador de la Escuela de Medicina Vibracional. Veinticinco años de estudios aplicados en Filosofía Transhimaláyica y Meditación.